Capítulo 16: Celos

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La devora con furia. Mete su lengua y juega con esta dentro de su boca. Es un beso húmedo, los dientes chocan, los jadeos quedan ahogados y busca someterla con sus labios.

Su mano se aferra con fuerza en sus rizos, manteniendo su cabeza quieta. Mordisqueó su labio inferior, a lo que ella soltó un jadeo.

Quiere tocarlo. Pero en el momento que acerca sus manos al pecho de él, Draco la detiene. Separa sus labios, esos ojos grises oscuros la reciben. Oscuros por la lujuria, la excitación. Su comisura se levanta dándole un aspecto más intimidante.

—No puedes tocar. No te mereces ese privilegio —murmura contra sus labios.

Se aparta unos centímetros de ella, baja el cierre de su pantalón y saca su polla de la ropa interior. Ya se encuentra a media asta, una gota nacarada cae por la punta rosada. Su mano acaricia de arriba a abajo toda la erección. Hermione da un paso inconscientemente.

—No —espeta—. De rodillas.

Inmediatamente Hermione cae con sus rodillas en la alfombra del suelo. La tensión y excitación es tanta que no piensa con claridad, pero obedecer cada orden de él se siente bien.

Sin que Draco diga otra palabra, la castaña pasa su lengua por todo su miembro y luego rodea la circunferencia con su boca. Los dedos del rubio se enredan en los rizos de ella, tiran con fuerza pero Hermione no desiste de su trabajo. Y comienza a chupar, lamer, succionar.

Los gemidos salen de su boca y solo logra que su entrepierna duela. Necesita un alivio, la humedad arruinó sus bragas y los jugos escapan por sus muslos.

—Eso es, Granger... —jadea.

Sus manos se anclan a sus piernas y cuando Draco guía la velocidad con su cabeza, respira profundo y relaja la garganta. Folla su boca con desesperación. Lo siente. Siente cómo su liberación está cerca y sólo quiere complacerlo, pero él la separa, un hilo de saliva cae por su boca y antes de que pueda decir algo, se agacha y la presiona contra la alfombra.

—Iba en serio lo de dejarte marca —se alza sobre ella.

Levanta su vestido, dejando a la vista sus bragas empapadas.

—Tan mojada... ¿Te gusta que te castigue? —sus dedos se presionan en su entrada, burlándose de ella—. Solo yo puedo verte vestida así. Solo yo tengo el derecho.

Rompe sus bragas y en un segundo se entierra en ella. Hermione suelta un jadeo de sorpresa, pero rápidamente se relaja y disfruta la sensación de él llenándola. Sube su vestido hasta dejar todo su vientre desnudo, su cuerpo roza constantemente contra la alfombra generando un pequeño ardor. Sus embistes son desaforados, completamente desquiciados.

La posee.

Es como si estuviera dejando un punto.

—Solo yo puedo hacer esto, ¿entiendes? —parece como si leyera sus pensamientos—. Yo te hago sentir así de bien, nadie más.

Entra y sale de ella con fuerza. Está demasiado sensible para pensar una respuesta. Puede sentirlo tan adentro, tan profundo. El ruido de sus cuerpos chocar y el sonido de la humedad es todo lo que se escucha. Draco toma sus muñecas y las lleva arriba de su cabeza y con la otra mano sostiene su cintura. El contacto de la alfombra con su piel le provoca un ardor, pero quiere que siga, que no se detenga.

Sus ojos se conectan. Y todo lo que puede pensar es que esto será difícil de olvidar. A él. Se está adueñando de cada parte de ella.

El orgasmo se empieza a formar en su vientre. Es demasiado. Pero la sonrisa que le regala es arrogante y antes de que pueda lograr su liberación, Draco sale de ella. El vacío es lo primero que siente. Y busca desesperadamente que él vuelva a enterrarse.

Miel y Plata | DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora