Capitulo 8

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Hemos recorrido todo la cuidad en busca de un vestido que me guste a mí y a mi suegra.

— El que estaba en la vitrina estaba muy bonito y pegaba con tu cuerpo — Habla mamá y yo tuerzo los ojos.

— Mamá era un vestido de los años ochenta — Digo viéndola — No es mi estilo.

— Tiene razón, Además es su boda tiene derecho a elegir ella su vestido — Me apoya.

Hasta ahora mi suegrita no se ha metido en nada, solo da su opinión y me consulta, algo que me gusta debo aclarar.

Y yo bueno, ya estoy cansada, tengo sueño y mucha hambre.

— Entremos a esta — Propone mi suegra — Es una de las mejores y capaz hay alguno que te guste — Asiento y entro a la tienda.

Se ve muy lujosa, todo es de color blanco y dorado.

Un vestido de aquí y uno sale sin un ojo, te cobrarán hasta por ver.

Nótese el sarcasmo.

— Creo que te verías bien con algo que parezcas una princesa— Veo a mi suegra como se acerca a una parte que dice "Princess"

Me acerco a esa parte cuando ya ella está hablando con una empleada del lugar.

La muchacha me ve de pies a cabeza escaneando mi cuerpo y un brillo aparece en sus ojos.

— Creo que tengo el vestido perfecto, esperenme aquí por favor — Se aleja y se va para una puerta que supongo que es el almacén.

Nos sentamos en unos muebles y nos traen unos bocadillos de guayaba.

Están buenísimos.

— Ey, cálmate no se van acabar — Me dice Gabriela limpiandome el galseado de la boca.

— No no, déjala, está bien que coma si quiere, tiene que alimentar al bebé — Mi suegra me pone el plato en frente para que agarre más y yo no me niego por qué de verdad están buenísimos.

Después de un rato viene la muchacha con algo en manos.

—Este es un diseño que no hemos sacado al público todavía, lo pensabamos sacar mañana pero teniendo en cuenta quien es usted y el cuerpo tan maravilloso que tiene la novia, es el indicado para ella — Mientras habla lo desenvuelve y yo quedo petrificada, viendo mi vestido.

— Lo quiero — Hablo de una vez, por qué es majestuoso, de princesa.

Todas me ven.

— Puede probarselo si gusta— Asiento y me voy por dónde me guía la chica.

Ella me ayuda colocarmelo.

Ella sale y yo me veo en el espejo grande que está enfrente.

— Este es mí vestido — Digo para mí misma y con una sonrisa salgo.

Todas están sentadas y cuando me ven quedan boquiabiertas.

La cara de mamá es de felicidad pero ya las lágrimas corren por su rostro, la de mi suegra es de una sonrisa y Gabriela está aguantando las ganas de llorar pero está riendo.

No me imagino la cara que pondrá papá y Ezpenser.

—Te vyez hermosa mi niña — me dice mamá acercándome para darme un abrazo.

— Este es tu vestido, nos los llevamos — Le dice mi suegra a la muchacha a lo cual ella asiente.

•••

— Hay que preparar todo, queda poco tiempo para la boda — Habla mamá en medio de la cena — ¿Has hablado con Santiago?

Me pregunta mamá y yo asiento terminando de tragar.

— Está de viaje por unos negocios, ya mañana estará aquí según lo que me dijo — Digo y papá me ve.

— ¿Te trata bien? — Deja la cuchara en el plato y me ve fijamente.

— Pues si, me respeta bueno lo poco que hemos salido lo hace, nunca se ha sobre pasado conmigo ni nada — Termino de decir.

— Si durante el matrimonio hace algo que a tí no te guste solo dilo y te vienes a vivir acá — me ve — Sabemos las circunstancias de este matrimonio pero no por eso te faltará el respeto.

Asiento poco a poco.

Cuando terminamos de cenar cada quien se va a su habitación y yo me quedo en la sala para ver unas películas.

Agarro el tarro de Nutella y pan.

Me siento cómodamente y agarro el control cuando mi teléfono suena con un número desconocido.

Dudo en contestar pero no sé si sea Santiago que le haya pasado algo.

— ¿Bueno? — Hablo y lo único que se oye es una respiración agitada.

— ¿Te vas a casar? — Solo bastaron esas palabras para que yo me levanté enseguida.

En realidad no fueron las palabras sí no de dónde provenían.

—¿Cómo mierdas tienes mi número? — Digo enojada — No me vuelvas a llamar — tranco la llamada temblando.

Esto no puede estar pasandome.

Después de tantos años por qué se le ocurre volver.

Me siento en el mueble temblando y trato de calmarme pero no lo consigo.

Agarro mi celular en un dos por tres y no se que estoy haciendo.

— Hola — Habla Santiago — ¿Cómo estás?

Respiro profundo y ya no se que decir.

— Bien, todo bien — Me frotó los ojos — Y tu?

— Voy camino al aeropuerto, mañana en la mañana estoy allá — me avisa.

— Ah ok, está bien.

— Mañana podemos salir, digo si quieres — Lo noto un poco ¿Nervioso?

— Em si, está bien — Sonrió un poco.

— Bueno, hasta mañana, duerme temprano.

Tranco la llamada con una sonrisa estúpida en la cara y me doy una cachetada mental.

No me puedo estar enamorando de él.

••••

Mi amor prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora