05| La excusa perfecta siempre es el alcohol

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Ha pasado casi una semana desde entonces. Era jueves y el día siguiente iba a ser mi primer viernes libre en todo el año, por motivos de fiesta nacional. "Hoy es un buen día para vivir en mi país", me dije antes de salir de casa. Para celebrarlo, llamé a Daniela y estuvimos toda la tarde de compras.

—¿Seguro que puedes pagar todo esto, Bel? —preguntó preocupada mi amiga, pues teníamos entre las dos casi doscientos euros en ropa.

—Tranquila, guapa, este es mi gasto premium del año. —respondí mientras nos dirigíamos a la caja registradora. Daniela conocía bien mi actividad por el foro de PervLover, y, aunque ella a veces se escandalizaba con las cosas que le contaba, siempre me escuchaba y aconsejaba de la mejor manera posible. Regalarle ropa, accesorios y maquillaje era mi manera de compensárselo, así que no me importaba cuánto gastar.

—Siempre dices eso, pero quizá deberías ahorrar un poco, ya sabes, para el futuro. —La miré, se estaba mordiendo el labio y me miraba insegura.

—Ay, Daniela... —Suspiré, esperando que el chico que nos atendía pasara todo por la máquina—. Está bien, después de esta compra, prometo ahorrar un poco más, ¿sí?

Ella asintió, luciendo más calmada que antes. Cuando salimos de la tienda nos subimos en mi coche.

—¿Cuál es la ocasión especial? —cuestionó de la nada. Yo sonreí, contenta por satisfacer su curiosidad.

—Hoy, amiga, vamos a darlo todo en la pista de baile.

—¿¡Esta noche!? —Me reí por su nerviosismo. Sus ojos marrones estaban abiertos como platos mientras buscaba con desesperación su teléfono—. ¿¡Por qué no me avisas de estas cosas, tía!? Ya sabes lo especialitos que son mis padres, si no les aviso con tiempo, les entra el pánico.

—Dile a tus padres que lo superen, ya tienes 23 años, no trece.

—Pero sigo viviendo con ellos. —Rodé mis ojos, pero sonreí cuando terminé de tramar un magnífico plan en mi cabeza.

—Pues les dices que hoy vas a quedarte a dormir en mi casa. No hace falta mentir, pero tampoco dar detalles, ¿no?

Ella pareció pensárselo un momento, pero rápidamente empezó a teclear en su teléfono, recibiendo una respuesta inmediata, y, después, una llamada entrante.

—Hola, papá. Sí, ya lo sé, pero yo también me acabo de enterar, no te he podido avisar antes. No, sólo nosotras dos. Sí. Lo sé. ¡Ay, papá, ya vale! —Tuvo que ser una bronca larga, porque estuvo cerca de un minuto callada.— Vaale... Sí, yo también te quiero. Para la hora de comer. Vale, lo que quieras. Adiós.

Daniela me asesinó con la mirada cuando se dió cuenta de que estaba reprimiendo con todas mis fuerzas una carcajada.

—Los padres sobreprotectores son una mierda. —declaró, cambiando la canción que estábamos escuchando.

—Por lo menos los tuyos se preocupan. —Nos miramos un segundo, pero no seguimos más la conversación.

Como nos habíamos pasado toda la tarde en el centro comercial, teníamos el tiempo justo para arreglarnos para lo que iba a ser una gran noche. Ella iba vestida con unos pendientes de perla, una camisa blanca ajustada con un corsé de cintura negro, unos pantalones largos del mismo color y unos tacones de aguja. Yo había optado por unos collares de plata simples, un vestido de tela fina y gran escote sobre una camisa de encaje negro, junto con unos tacones muy parecidos a los de mi amiga.

Sintiéndonos como las dos chicas más sexys de todo el planeta, nos ayudamos con el maquillaje y salimos disparadas a la zona más concurrida de la ciudad: la zona de pubs, un paraíso de alcohol, música ensordecedora y sexo rápido. Este era mi mundo, era todo lo que conocía y no lo cambiaría por nada del mundo. Lo mejor de todo, sin duda, era tener a Daniela a mi lado.

Indiferencia Glacial [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora