Hound: "Isabel, soy yo, Eric. Me tienes bloqueado y no he encontrado otra forma de hablarte. Te mereces una disculpa y una explicación. Entenderé que me mandes a la mierda después de tres años sin saber nada de mí, pero te estaré esperando mañana en el parque al que solíamos ir, a eso de las seis, si decides darme una segunda oportunidad."
Leí tres veces el mensaje a la tarde siguiente, y otras tres veces cuando llegó Daniela a mi casa. Ella estaba sentada en el borde de la cama, con mi teléfono en la mano, y yo estaba acostada a su lado. Mi respiración era pesada, y mi mente daba vueltas hasta marearme. No lo entendía y no estaba segura de querer entenderlo.
—Es una trampa. —Las palabras de Daniela rompieron el silencio sepulcral de la habitación.
Yo no dije nada. No podía.
—¿Vas a ir? —Preguntó, acostándose a mi lado y acariciándome la mejilla, yo cerré los ojos, pensándolo.
—No lo sé... —Esas palabras salieron como un suspiro de mis labios.
—Han pasado ya tres años, Bel —Sentenció. Sabía que estaba preocupada, pero por el tono que usó pensé que estaba tratando de ocultarlo—. Tenemos que ser maduras y ponerle un punto y final a esta historia.
—Pero Eric... —La miré haciendo un puchero.
—Eric te ha hecho sufrir mucho. Y entiendo que quieras hablar con él y obtener las respuestas que has estado buscando todo este tiempo, pero no tienes por qué hacerlo sola.
—Qué hora es. —Me llevé las manos a la cara, procurando relajar todos los músculos de mi rostro.
—Cuatro y media.
Suspiré. Son menos de dos horas. No estaba preparada.
Recordé todo lo que había pensado de Eric hasta la fecha, desde el primer momento en el que le vi, todas nuestras conversaciones y sesiones, todos los consejos que ignoré de mis amigas y, sobre todo, la ley de hielo que me estuvo aplicando desde que me confesé. Daniela tenía la clara convicción de que era tóxico, pero yo le había conocido más en profundidad, y había llegado a apreciar sus caricias y sus muestras de cariño.
Es difícil dejar ir un amor así. No quería tirar a la basura esa conexión que habíamos tenido, ni tampoco esa necesidad que había crecido en mí y que con el tiempo había asociado a mis nuevos deseos y necesidades tras encontrar mi lugar en el BDSM. Quise ser su sumisa, quise entregarme a él y eso no lo había sentido con nadie.
—Daniela, ¿me acompañarás? —La angustia en mi voz era palpable. Mi amiga me abrazó fuertemente al escucharme.
—Siempre —se me escaparon un par de lágrimas, pero ella no lo notó—. ¿Qué es lo que quieres que pase?
Esa era una buena pregunta.
—Me gustaría saber muchas cosas... como si realmente me estaba siguiendo, lo que pensó cuando me confesé, por qué me trató así, tan frío... Y por qué está aquí otra vez.
—¿Y qué harás cuando lo sepas? —Sus manos acariciaban suavemente las mías, trazando pequeños círculos. Estábamos hablando prácticamente en susurros, por nuestra cercanía. Podía sentir su aliento contra mi cuello, y ella seguramente podía sentir el mío, cerca de su hombro.
—Yo... necesitaré pensarlo.
Era comprensible, ya que no podía predecir ninguna de sus acciones. ¿Qué haría si resultaba ser todo lo malo que me juraban que era? Peor aún, ¿qué haría si no lo era en absoluto? Valoré mis posibilidades: podía ser un tóxico de mierda, o podía ser un buen tipo con el que me había visto envuelta en una (y bien larga) situación desagradable. Era una apuesta muy arriesgada, pero Daniela tenía razón: debía ponerle una conclusión a este drama para poder seguir con mi vida, tomara el rumbo que tomara.
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Indiferencia Glacial [+18]
Romance¿Hasta dónde puede estar una dispuesta a arriesgarse para descubrir los límites entre el dolor y el placer? Isabel goza sin compromiso ni pudor de su sexualidad, de manera responsable, claro, hasta que conoce a Eric. Por él, rompió sus reglas. Por é...