4.

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Lisa estaba encantada de que finalmente la tripa se me notara. Durante todo este tiempo ella había estado hablando a mi vientre plano. Así que hoy, lo primero que hizo fue tomar una foto de mis ya visibles catorce semanas. Algo que estaba amando ahora era el hecho de poder tocar mi barriga y acunarla al igual que ella lo hacía.

—Es increíble, Jen.—parecía que estuviera admirando algo de otro mundo.—hay una vida dentro de ti.

Reí ante sus palabras. Su cabeza reposaba sobre el hueso de mi cadera, mientras yo acariciaba su mejilla y a la par delineaba su mandíbula.

—Desde hace trece semanas que está ahí. Sólo está creciendo.

—Será un niño grande.

—¿Niño?— pregunto asombrada por la certeza de sus palabras.

—Sí, niño.

—¿Por qué tan segura?— me río dejando ahora mi mano sobre la suya.

—Lo presiento.— besó cerca de mi ombligo.

—Es una respuesta válida.— su mirada sube atenta.— eres su madre.

Sus ojos brillan ante mi respuesta, deja un último beso en mi vientre antes de subir y acostarse junto a mi, giro mi cuerpo quedando frente a frente. Reí al ver lo tierna que ella lucía sonrojada.

—Son catorce semanas Jen, ¿sabes lo que eso significa?— preguntó colocando nuevamente su mano sobre mi cintura dejando caricias.

—Mmm, podría ser.—dije cerrando los ojos ante su tacto.

Los abro al sentir su respiración golpear mi cara, ahora estaba cerca, y tenía los ojos cerrados, muerdo mi labio antes de tomar la iniciativa y unir nuestras bocas en un beso lento, el cual correspondió gustosa y deseosa.

Lisa y yo teníamos un serio problema, y es que nos costaba mucho tener que mantener alejadas las manos una del cuerpo de la otra.

Llevo ambas manos a su cara para profundizar el beso y como puedo termino quedando sobre ella sin dejar de besarla.

Cuando el aire empieza a faltar deshago el beso escondiendo mi rostro en su cuello empezando a lamer y dando pequeñas mordidas que quedarían marcadas en su piel blanca. Un leve gemido salió de ambas cuando sus manos empezaron a pasear por mi espalda hasta llegar a mi trasero donde dio un apretón, incitando a moverme sobre ella, ocasionando una fricción deliciosa, una que extrañaba.

Leves gemidos salían por parte de Lisa, y fue solo cuestión de segundos cuando ella ya había cambiado nuestra posición, ahora Lisa se encontraba sobre mi jadeante.

La miré atenta desvaneciéndome, mi centro palpitaba por ya sentirla ahí, inconscientemente apreté las piernas contra su rodilla que topaba intencionalmente mi entrepierna.

—Deja de mirarme.— me quejo pasando mis manos por su cuello con el fin de atraerla, ella rió absteniéndose.

Son solo segundos los que se toma en recorrer con una mano desde mi cuello, pasando por mis senos hasta llegar al hueso de mi cadera y quedarse ahí.

—Amo mirarte, Jen.— con mi ayuda empezó a deshacerse de mi ropa interior y de la de ella para finalmente unir, de una forma perfecta, nuestros centros resbaladizos—  eres perfecta.— gimió cuando empezó a moverse de una manera lenta haciéndolo más excitante. Cierro los ojos disfrutando la sensación de nuestros centros chocando y los delicados gemidos de Lisa sobre mi.

—Tus senos están creciendo. Tu cuerpo está cambiando Jen, estás más hermosa.

Gemí ante sus palabras arqueando la espalda cuando tomó mi pecho izquierdo y lo acunó, empezando a jugar con mi pezón y moviéndose ahora un poco más rápido sobre mi.

Sin duda, mi vista favorita siempre será la de Lisa sobre mi apunto de llegar al orgasmo.

Mamás  •JLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora