Capitulo 18

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El cid caminaba a paso veloz hacia el recinto del patriarca, Degel le había informado que un grupo de espectros llegarían al santuario para ver al patriarca y a Athena, pidiendo su permiso de antemano para dejarles pasar una vez que llegaran a su templo, prefiriendo retirarse de ahí para ir directamente al recinto para estar al lado de Athena y protegerla de ser necesario.

Ese era su deber después de todo.

Paso por el templo de Acuario y por el templo de Pisics, llegando así a las escaleras que finalmente lo llevarían al recinto, pero en cuanto dio el siguiente paso cuando estaba ya a mitad de las escaleras, se encontró a sí mismo en un lugar completamente diferente.

. — ¿Pero qué...? —Alarmado, el Cid se giró buscando una explicación o a un posible enemigo.

Aquel nuevo lugar no era alguna zona del santuario. Era más bien como una especie de inmensa habitación, de colores opacos y ventanales enormes con una cama elegante para una sola persona, piso de mármol de tonalidad más oscura y con cientos de muñecos de diferentes formas en los estantes que yacían alrededor.

. — "¿Qué es este lugar?" — se preguntó estudiando con cuidado aquel cuarto, pero sin tocar nada.

Mientras investigaba, los muñecos que hasta entonces permanecían inmóviles comenzaron a reír y a removerse en su lugar con alegoría y expresiones siniestras.

. — ¡Miren, miren! — dijo una muñeca rubia de vestido rojo. — ¡Esta aquí! ¡Por fin esta aquí!

. — ¡Ella se alegrará mucho! — dijo ahora un oso de felpa marrón con sonrisa tétrica y colmillos asomándose de su hocico.

. — ¡Definitivamente ella se alegrará! — concordó feliz un títere que colgaba de sus hilos de la esquina del estante.

El cid no respondió limitándose solo a analizar la situación, pensando si eso era acto de alguno de los espectros de Hades o de alguien más, aunque, de cualquier forma, quien fuese que estuviera detrás de ello, era un enemigo, uno que eliminaría si intentaba lastimar a su diosa.

Chicos, guarden silencio, por favor

Una voz femenina se escuchó dentro del cuarto, pero al mismo tiempo oyéndose con algún tipo de eco haciendo saber que no estaba físicamente ahí, pero aun así, su simple voz bastó para hacer enmudecer de inmediato a los muñecos.

El cid estaba alerta, buscando la ubicación de exacta de la persona dueña de esa voz para atacarle. Más de repente una presencia aterradora y maligna se sintió a sus espaldas.

Con apuro se giró, pero no encontró a nadie. Y eso solo se debía a que aquella persona se encontraba ahora del lado contrario dándole la espalda.

. — ¿Quién eres? — cuestiono con seriedad a la figura frente a él

Una joven de figura esbelta, cabello azul marino hasta las caderas y dos coletas a los lados de su cabeza y con un hermoso vestido rojo de manga larga que le llegaba por encima de sus tobillos yacía de pie mirando por la ventana despreocupada.

. — Vaya, ¿ya olvidaste mi nombre? — mencionó con dulce voz sin voltear a verle. — Que cruel, aunque...no me sorprende. — rio con candidez.

El cid le observo unos momentos, no se veía amenazante, pero si ella era quien despidió esa aura asesina y era quien lo había traído a ese lugar, entonces no podía bajar la guardia.

. — ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué es este lugar? — preguntó manteniendo su característica seriedad, listo para cualquier cosa.

. — ¿De qué hablas?, tu solías venir aquí todo el tiempo. — dijo divertida tomando una de sus muñecas de su estante de al lado sin mostrar su rostro poniéndose a jugar con el cabello de ésta.

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