25. el casi sexo

55 6 0
                                        

Sus delicadas manos tomaron el borde de mi pantalón desabotonándolo y lo detuve confundido.

—Explícame que quieres hacer. —demandé y este soltó una risita nerviosa, con su rostro completamente teñido de carmín—

—¿Confías en mi?—suspire nervioso y desentendido, y sin estar completamente seguro asentí—

—Confío en ti.

Evite su mirada, comenzando a sentir sus manos escabullirse por sobre mi bóxer, acariciando mi sexo con delicadeza, sin perder la elegancia..

—Conrad, no me gusta por dónde va esto. —tome su mano avergonzado quitándola con cierta amabilidad—

Me avergüenza..

—¿Quieres que te deje solo? —pregunto aún sentado frente a mi y negué—

—solo no quiero que toques algo tan privado.—aquel soltó una risita y asintió—

—Lo siento —murmuro levantándose— iré al baño un segundo.

Sus rizos se perdieron dejándome solo en el cuarto rojo, poco a poco aquel bulto entre mis piernas bajo, acomode mi ropa y amarre mi cabello continuando con el proceso de revelación. Una leve voz desde el comedor captó mi atención, abrí la puerta encontrándome a Conrad hablando por teléfono y sin curiosidad alguna volví a encerrarme en el cuarto rojo, untando las fotos en cada uno de los líquidos del proceso. Finalmente apareció curioso y con una sonrisita mirando con atención todos mis movimientos.

—¿Que sucede? —pregunte—

—No es nada, —sonrió— ¿te molesta si me preparo un café? —pregunto ladeando su cabeza con ternura y rode los ojos con una sonrisa, hace algún tiempo ese gesto lo consideraba adorable para alguien sin gusto.—

—Estoy por terminar, deja que voy yo y te lo preparo niño.

—pero si yo puedo prepárame un café Azora, se cómo se hace —alego y asentí—

—bien. Ve entonces.

Sus rizos volvieron a perderse por el departamento, marcando su presencia con ruidos provenientes de la cocina. Algún tiempo después sentí como sus pasos sonaban por el comedor y asomé ligeramente mi cabeza para ver de qué trataba, encontrándome con este cargando una de las sillas hasta la cocina. Lo seguí con cuidado para ver qué hacía; acomodó la silla y se paró sobre esta para alcanzar el café que yacía en lo más alto del mueble. Reí silenciosamente devolviéndome al cuarto de fotografía para terminar de colgar las fotos cuando la puerta se abrió.

—¿Que necesitas? —demande en un intento de pregunta sin voltear a verlo continuando con lo que hacía—

—¿Quieres café?—pregunto con dulzura y sonreí vagamente volteando directamente a mirarlo— ¿o prefieres un té de rosa mosqueta?

—Un café está bien. Muchas gracias Conrad —aquel sonrió nuevamente dispuesto a irse pero volviendo en cosa de segundos—con miel ¿Verdad? —asentí y sonrió yendo a la cocina.—

Salí de el cuarto rojo apagando las luces y dejando la habitación cerrada, escuchando con más claridad la música que se reproducía. Conrad apareció con dos tazas y una sonrisa desde la cocina, con total ternura llevándolas a la mesa.

—¿quieres algo de comer?—pregunte y nego— de todas formas debo cocinar Conrad, si hay algo que tengas ganas de comer hable ahora o callé para siempre.

—Me gustan mucho las patatas con carne —comento—

—¿y ensalada de?

—¿el almuerzo viene completo? —comento con ternura y reí—

Metanoia. (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora