Paso toda la noche temerosa, llorosa y hambrienta. Quería irse de ahí pero si lo que Frederick había dicho era cierto, pasaría mucho tiempo antes de que la puerta a su mundo se abriera de nuevo.
No se dió cuenta de cuando se quedó dormida pero despertó con el sonido de la puerta abriéndose.
-Querida... Traje el desayuno.
-Tots... - Se sentía hinchada y sus tripas gruñian. Pero tenía demasiado miedo de comer - no... No tengo hambre, no suelo desayunar tan temprano.
-Oh, pero ya es tarde, has dormido toda la mañana, y anoche no cenaste.
-Tots... ¿Si como algo...?
Un estruendo la hizo saltar de la cama.
Vio correr a un sirviente por el pasillo, parecía aterrado. Y como no lo estaría si la bestia corría tras él. Era como ver a un león tras una gacela. Y no tardó mucho en escucharse el golpe que aseguraba que la bestia había conseguido a su presa.
-Dilo de nuevo, repitelo - gruño la bestia.
-Lo lamento mi señor... Perdóneme por favor...
Scarlet y Tots estaban en el marco de la puerta viendo la terrible escena, el pequeño hombresillo lloraba como un niño bajo las garras de la bestia.
-¡Cuando doy una orden, se obedece!
-Si mi señor, lo lamento mi señor... No quise ofenderlo.
Tots se adelantó y tocó el hombro de la bestia, susurro algo en su oído y la bestia, quien tenía al hombresillo por los hombros, lo estampó contra el suelo, se levantó y se aparto de él.
-Que se vaya, no le concedere mi favor ni mi protección por más tiempo.
-Pero, mi señor - lloro el hombresillo.
-No te echaré a las tierras del lobo pero tampoco te quiero en las mías, vete al linde del bosque.
-Pero... No sobreviviré... Me está enviando a mi muerte.
-No es mi problema.
La bestia se dió la vuelta y sus ojos se encontraron con los de Scarlet. Estaba tan asustada que no podía moverse.
La bestia gruño y se dirigió al ala oeste.
Tots levanto al hombresillo y trataba de consolarlo.
-No es tan malo, hay más personas ahí. Las tierras en teoría siguen siendo del amo y el lobo no te lastimara.
-Pero no hay comida ahí. Y hay nieve perpetua.
-Lo lamento... ¿Que hiciste para molestalo tanto?
El hombresillo era flacucho y bajito, muy pálido. Miro a Scarlet y sus mejillas enrojecieron, agachó la cabeza y se dió la vuelta.
-Ire por mis cosas...
Tots volvió con Scarlet algo abatida.
-Siempre es triste cuando alguno es echado.
-¿Lo hace seguido? - pregunto Sacarlet sin poder comprender que aquello fuese normal.
-El amo... Les da su protección a quienes la piden, pero si alguno no es digno de ella... O peor... Decide traiciónarlo... Bueno... No es amable.
-Los echa...
-Casi siempre los echa al linde del bosque, hay algunos ahí... Quienes no estaban en buenos términos con el amo desde antes de Feriz pero ahora no tienen a dónde ir.
-¿Oh sea, que los antiguos enemigos de la bestia están en sus tierras también?
Tots asíntio.
-Te dije que el amo era muy bueno. Algo grave debió haber dicho ese duendecillo para molestarlo tanto.
El estómago de Scarlet rugió y Tots sonrió.
-Anda, come algo... Iré a ver qué puedo hacer por ese pobre chico.
Se fue, con su negro vestido hondeando tras ella.
Scarlet miro la charola, había huevos, tocino, queso y pan, se le hizo agua la boca pero no comió nada, no se arriesgaría a quedarse atrapada ahí por siempre solo por un pedazo de queso.
Necesitaba hablar con alguien. Alguien fuera de ese castillo y de la sombra de la bestia.
Bajo buscando a Lucier. El castillo era enorme, había escaleras y corredores hacia todas direcciones. Espejos y candelabros que parecían muy antigüos colgaban en cada habitación.
-¡Querida!
-Lucier, te estaba buscando.
-Y parece ser, que fui yo quien te encontró.
-Me preguntaba si... ¿Hay alguien con quién... Pudiera hablar, alguien que sepa... Si yo podría volver a mi casa...? No lo sé...
-Ah... Cierto. Bueno... Que yo sepa el velo se desvanece solo en el equinoccio y... ¡Ah! sé quién puede ayudarte.
Lucier la llevo fuera del castillo hacia el lado contrario a dónde ella se había dirigido el día anterior cuando intento escapar.
Al parecer había...
-¿Un mercado?
-Ah si, todas las mañanas vienen aquí a vender o intercambiar sus productos.
Scarlet sentía que se le saldrían los ojos. Era tan... Increíble. Era como estar en una feria medieval. Había seres de diferentes colores y tamaños, reían o discutían y algunos bailaban. Iban vestidos con brillantes colores... y algunos tenían alas...
-Esto es... Maravilloso.
-Si te gusta el ajetreo... Yo prefiero evitarlo - respondió Lucier con cierto desden.
Scarlet miraba los productos pero casi no podía reconocer ninguno. Eran telas pero ninguna que ella conociera, había comida pero tampoco pudo distinguir ninguna conocida y bebidas, creyó reconocer leche y cerveza pero no estaba segura.
-Oh, por ahí - señaló Lucier indicándole a una chica que se encontraba de espaldas a ellos.
Se acercaron, la chica llevaba una capucha café que cubría su cabello.
-Disculpa querida, queríamos hacerte un par de preguntas.
La chica se volvió. Tenía el rostro regordete y un largo y rizado cabello rubio.
-¡Anne!
-¿Scarlet?
-¿Que haces aquí? - preguntaron al unisono.
-Caperucita roja... ¿Cómo has llegado aqui?
-Lo mismo te podría preguntar... Desapareciste hace años, estábamos tan preocupados por ti, Ricitos de oro.
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Scarlet y la bestia fae
Fantasy¿Y si Caperucita roja se pierde en el bosque pero en lugar de encontrarse con el lobo se encontrará con una bestia? Scarlet vuelve al pueblo de su abuela, lleno de pueblerinos ignorantes y supersticiosos, ellos creen en criaturas mágicas y tonterías...