La curiosidad mató al gato... ¿o a la caperuza?

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Tenía sed, y a decir verdad se podría comer un panqué...

Scarlet se levantó de la cama y se puso la capa roja encima. Bajaría por un bocadillo a pesar de ser por lo menos media noche.

Iba tranquila, pensando en sus asuntos cuando vio con el rabillo del ojo a alguien bajando de las escaleras que llevaban al ala oeste.

Sin pensarlo se oculto en un pasillo y miro.

Era Tots... Bajaba de ahí con una vela en su mano y un frasco en la otra. Parecía molesta.

Scarlet dió un brinco cuando la bestia apareció detrás de ella. Lucia igual de molesto que Tots.

¿Que hacían ambos en el ala prohibida del castillo? ¿Y por qué razón estarían molestos?

Espero hasta que ambos se perdieron en la oscuridad y sus pasos dejaron de escucharse.

Scarlet suspiro. Se armó de valor y tomo una de las velas que había en el pasillo. Subiría a averiguar ese maldito misterio.

Cuando iba a mitad de la escalera, sin embargo, pensó seriamente que no valía la pena, sus piernas y pecho ardían y aún faltaban muchísimos escalones por lo que podía ver.

Se detuvo un momento a descansar cuando escucho un golpe.

Su corazón comenzo a latir tan fuerte que un golpe de adrenalina la hizo comenzar a correr escaleras arriba. Alguien venía. Alguien estaba subiendo y si la veían ahí, se meteria en problemas.

Solo quedaba una opción, subir y esconderse.

Logro llegar al final de las escaleras aún escuchando los pasos detrás de ella.

Scarlet miro en todas direcciones. Era un salon enorme, y estaba lleno de lo que en un principio le parecieron cajas. Cajas largas de cristal.

Trato de buscar donde ocultarse y el sitio más seguro parecía ser detrás de la última de esas inmensas cajas.

Corrió y se oculto detrás de esta.

La bestia entro un minuto después de que Scarlet se ocultara. Se colocó frente a  un espejo, parecía triste. Scarlet podía verlo acuchillada detrás de la caja. La bestia chasqueo los dedos y de pronto, antorchas se encendieron por toda la habitación.

La luz la cego por un instante pero cuando sus ojos se acostumbtaron, Scarlet vio que lo que a ella le parecían cajas de cristal eran en realidad...

Grito con todas sus fuerzas.

Estaba rodeada de muertos.

Se levantó gritando, tratando de salir de aquel lugar tan rápido como pudiera.

La bestia estaba de pie, cubriendo con su inmenso cuerpo la salida y con la mirada más desqusiada que ella hubiese visto jamás.

Scarlet vio que había otra puerta cerca de donde se encontraba, tal vez no era la salida pero la alejaría de ese monstruo y de su colección de cadáveres.

En ese momento Scarlet olvido todo. Solo quería salir de ahí.

Miro a la bestia a los ojos y corrió.

Escucho el rugido tan fuerte que sus oídos dolieron.

Llegó hasta otra habitación, en esta solo había un ataud. En él había una mujer... tan bella como la rosa que llevaba entre sus manos pero pálida como solo un cadáver puede estar. Busco otra puerta con desesperación y la encontró, corrió tan rápido como sus piernas podían pero era muy tarde. Sintió el peso de la bestia caer sobre ella y el rugido la dejo sorda por unos instantes.

Estaba en el suelo, con la bestia sobre ella. Pronto sería el siguiente cadáver dentro de uno de esos ataúdes de cristal.



Scarlet y la bestia faeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora