Ricitos de oro

94 6 29
                                    

-No lo entiendo... ¿Cómo es que...?

Anne tomo sus manos y le sonrió con dulzura.

-Estoy feliz de verte de nuevo.

Las chicas se abrazaron con fuerza y entonces Scarlet lo sintió. Él abultado vientre de su amiga de la infancia.

-¿Que? ¿Estás embarazada? Pero... ¿Cómo...?

Anne le sonrió.

-Sera mejor que vengas a casa, hablaremos con calma.

Scarlet miro a Lucier quien sonrió.

-Se dónde viven. Podría pasar por ti en un par de horas.

-Eso sería estupendo. Muchas gracias.

Lucier asíntio y dió la vuelta para regresar al castillo.

-¿Te estás quedando en el castillo de la bestia? - pregunto Anne.

-Si, llegue aquí ayer por la mañana... Me caí... O fui empujada... A un tronco hueco y entonces, aparecí aquí y ahora dicen que no puedo volver. Anne, tienes que ayudarme.

-Bien... - Anne tomo una cesta y comenzó a andar - primero lleguemos a casa. Ben debe estar terminando también.

-¿Ben?

-Mi esposo.

-¿Esposo?

-Hay mucho que contar - respondio Anne con una enorme sonrisa.

-Anne, cuando te perdiste, todo el pueblo te busco por días, semanas. Tu tía, jamás la vi tan desolada...

Anne soltó una risa amarga. 

-¿Esa vieja bruja? ¿Desolada? Seguramente, perdió a su sirvienta.

Scarlet la miro.

-Sabes que me detestaba.

-Pues... No era muy cariñosa pero...

-Scarlet, esa vieja me odiaba. Me golpeaba todos los días, apenas me alimentaba, me trataba como a una esclava... Tú eras muy pequeña para entenderlo pero... Yo no tenía una buena vida... Y en el pueblo, nadie jamás hizo nada... Nadie siquiera me miraba a los ojos, hacían como si yo no existiera... Supongo que era más fácil para ellos.

-No tenía idea... Crei... Siempre te veías tan alegre.

-Estaba alegre. Cuando iba contigo eran los momentos más felices porque podía jugar, ser una niña... Y además... Fuiste la única que me creyó...

-¿Lo de la cabaña de los osos? ¿Los tazones de avena? Claro... Tú fuiste la única que me creyó lo del lobo...

-Oh... Eso, ahora se que Fenir fue a quien viste, y tuviste suerte de salir con vida...

-Tambien tú tuviste suerte de salir con vida de esa cabaña... Debo confesar que cuando crecí un poco... Bueno, ví las cosas un poco diferentes... Pero ahora que estoy aquí...

Anne rio.

-Oh, allí viene.

Scarlet levanto la mirada y casi se va de espaldas. Un enorme hombre venía hacia ellas. Era gigantesco, más de dos metros de alto y abarcaba lo de, al menos, dos hombres de ancho. Era muy, muy peludo, tupida barba castaña y una melena atada en una coleta. Había algo en ese hombre, no era propiamente una bestia como el amo del castillo, pero definitivamente no era humano.

-¿Terminaste? - pregunto el hombre cuando llegó frente a ellas.

-Los vendí casi todos, pero decidí regresar antes para charlar un rato con mi vieja amiga Scarlet.

Scarlet y la bestia faeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora