Regreso al pueblo

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Scarlet suspiro hastiada, de nuevo volvia a ese horrible pueblo, lleno de vacas, caballos, mosquitos y... Ellos.

Miro por la ventana del auto a los habitantes de aquel insulso lugar, al menos ellos parecían felices, sintió un poco de pena por ellos, eran tan mediocres que no aspiraban a nada más que esa vida miserable entre animales, horneando pan y cazando para sobrevivir.

Volvió a suspirar.

-Ya, ya - soltó su padre en el asiento delantero del auto -  la pasarás bien, solias amar venir a pasar el verano con la abuela, ¿Que cambio?

-Creci - soltó Scarlet entre dientes.

Si, era divertido cuando era una niña pero ahora... Sintió una punzada de envidia al imaginar a sus amigas divirtiéndose de fiesta en la playa mientras ella veía las nubes pasar para divertirse, escuchando viejas historias de hadas que para entonces ya se sabía de memoria.

Se despidió de sus padres con algo de resentimiento. Ellos saldrían del país por trabajo, sabía que estar en un hotel no sería tampoco lo más divertido del mundo pero estaba segura de que sería mejor que esto.

-Descuiden, ella estará a salvó aquí - se despidió su abuela.

Miro a su abuela y sintió remordimiento por sus pensamientos. Amaba a su abuela, era la típica abuela dulce que horneaba galletas y contaba cuentos de hadas. Su infancia había sido feliz a su lado pero ahora...

Miro su teléfono con el ceño fruncido.

-Abuela... ¿Cuál es la clave del wifi?

-¿La que, querida?

-¿El internet?

-Oh querida, aquí no hay eso.

-¿Que? ¿Y que se supone que haré durante dos meses sin internet?

-Oh querida, hay tanto que hacer aquí, seguro encontrarás algo para entretenerte.

Scarlet resopló frustrada. Se moriría de aburrimiento.

.....

Dos días después se aburría como ostra.

Estaba harta de ese lugar así que se dirigió al bosque con cesta en mano, estaba segura de poder reconocer algunos hongos comestibles.

Antes de salir su abuela le recordó volver de revez uno de sus calcetines o de sus guantes pero ella la ignoro. De pequeña jamás salía de casa sin un calcetín de revez pero ahora le daba pereza quitarse las botas solo por esa tonta superstición.

-Si abuela, ya lo hice.

-¿Estás segura?

-Si - mintió con descaro - volveré con un montón de champiñones, ya verás.

-Ten cuidado con los lobos - bromeó su abuela.

-¿Cuáles lobos? - bromeó ella de vuelta.

Una vez en el bosque comenzó a cortar los hongos.

-Pop, pop - soltaba con cada uno mientras los golpeaba para que soltaran sus esporas antes de cortarlos.

-¡Scarlet! Creí escuchar tu dulce voz.

-Gaston - se volvió ella sonriente.

Vaya, hacia al menos tres años que no lo veía y el chico se había puesto incluso más grande.

-Caperucita roja - se burló él - mírate, si que haz crecido.

-Ah, hace años que no me llamaban así - soltó una carcajada.

Cuando era niña su abuela le había hecho una capa roja, era brillante y hermosa y calientita y ella se rehusaba a quitársela excepto para que la lavasen, por lo que en el pueblo los niños comenzaron a llamarla Caperucita roja.

-Tú también has crecido eh - soltó ella con una sonrisa coqueta.

Gastón sonrió y mostró sus músculos.

-El trabajo de leñador deja sus recompensas.

Ella rio. Gastón no era un tipo inteligente pero era guapo, como diría su compañera Amelia: "genial para pasar un buen rato"

-No deberías estar por aquí tu sola. Menos el día de hoy - soltó Gastón interrumpiendo sus pensamientos.

-¿Por qué no? ¿Que pasa hoy?

-Habra un eclipse.

-Oh, cierto, había escuchado pero... Sin internet, no se ni en que día vivo.

-Dicen que cuando la luna cubre el sol, las puertas del mundo fae se abren.

-¿Las puertas?

-Asi es... Y ellos, pueden salir y nosotros entrar... A su mundo... Ya sabes... yo mejor voy a casa, no quiero estar aqui cuando comience.

Scarlet no pudo contener una carcajada. Gastón parecía realmente preocupado.

-No creerás realmente en eso ¿o si?

-Claro que si.

-Gaston, son tonterías, el mundo fae no existe y el eclipse es solo un fenómeno meteorológico. No seas tonto.

-No te burles de esto. Es verdad, tenle respeto a las criaturas fae.

Scarlet rio más fuerte.

-Eres tan lindo, no puedo creer que alguien como tú crea en cuentos de hadas, son solo historias estúpidas que les cuentan a los niños.

Las mejillas de Gastón enrojecieron.

-Bien, no me creas, pero no vengas a llorar cuando los gnomos te roben tus zapatos o te agrien la leche.

Scarlet rio muy fuerte. No podía contenerse era tan divertido ver a ese enorme y musculoso hombre hablar sobre duendes como si realmente existieran.

El hombre al parecer se molestó porque levanto una de sus pobladas y negras cejas y comenzó a alejarse de ella.

-Oh, espera... Gastón, no pretendía ofenderte solo... Me tomaste por sorpresa...

Comenzó a caminar por dónde se fue pero no lo vio más, él era rápido y ella apenas podía moverse por entre las ramas y musgo del bosque.

Levanto la mirada al cielo, estaba oscureciendo. El eclipse había comenzado...

Scarlet y la bestia faeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora