Cena

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Salió del baño enredada en una toalla, Marci estaba de pie al lado de la cama con una enorme sonrisa. En la cama estaba un vestido azul hermoso, Scarlet jamás había visto algo así, bueno, si lo había visto pero no en persona, lo habría visto en fotografías en un libro de historia o en televisión, en algún documental de la realeza.

-Es... Hermoso... - dijo dirigiendo su atención al vestido.

-Lo es, y le quedará perfecto, estoy segura, fue hecho especialmente para usted.

-¿De verdad? Pero... Acabo de llegar... ¿Cómo es que lo han hecho tan rápido? Y ¿Cómo conocen mis medidas?

Marci se encogió de hombros.

-Esto no lo sé, no trabajo en esa área.

Scarlet la miro. La chica era bajita y de mejillas regordetas, llevaba el cabello rubio recogido en un moño, dejando ver sus orejas puntiagudas. Le recordó mucho al hada de la película Peter Pan.

-Adivinare... Tú eres... ¿Un hada?

Marci sonrió pero nego.

-Soy una Pixie.

-¿Pixie? Creo que no había escuchado de ellas.

-Bueno, por aquí no se escucha mucho de los humanos así que, estamos igual.

Scarlet rio.

-Claro, supongo que soy como una especie de fenómeno aquí.

-No en realidad. De vez en cuando alguno que otro humano se pierde y encuentra el camino aquí, usted tuvo suerte, estamos cerca de los lindes del territorio del Lobo, de haber llegado allá... Bueno... Pero su buena fortuna la trajo hasta aquí, a los dominios del amo Bestia, él la cuidara...

-El amo Bestia... ¿Cómo es él? No se ve como una buena... Persona, pero me salvó del lobo... Y a comparación de él...

-El amo es justo. Y nos protege... Incluso a quienes llegaron después.

-¿Después de que?

-De que el Lobo ganará. Pusiera nuestra tierra bajo la eterna oscuridad. Solo el amo le dió batalla, pero ni siquiera él pudo vencer a Feriz... Aunque Feriz tampoco pudo vencer al amo por supuesto. Y cuando todo se empezó a poner muy mal... Todos quienes rechazaron al amo al principio vinieron aquí suplicando su protección y el amo es tan bueno que los acepto, ¿Puedes creerlo? De ser yo, los habría enviado por dónde vinieron.

Scarlet asíntio al ver el ceño fruncido de Marci.

-Ahora a vestirte. El amo te espera para cenar.

Scarlet se sentía como una reina con ese vestido. Era de un terciopelo azul que se sentía como llevar encima la noche, lo mejor era que estaba decorado con lo que parecían ser diamantes. Era como llevar puesto el manto estelar. Decidió que amaba ese vestido y no se lo quitaría nunca. Además hacía un contraste exquisito con su cabello rojo y lo hacía lucir como el fuego.

Bajo hasta un enorme salón con una mesa larga llena de comida. En ella se encontraban Lucier, Tots, el hombre con piernas de cabra, Scarlet no recordaba su nombre, la bestia también se encontraba ahí. Lucia tranquilo, relajado, tenía sus inmensos brazos cruzados sobre su pecho gigante. Casi parecía un hombre... Uno muy peludo y con cuernos.

La bestia era enorme. Media más de dos metros, tenía el cuerpo de un hombre enorme, piernas y brazos de humano, solo que, más musculosos, el pecho también parecía humano, pero su cabeza... Era... Bueno en realidad también lucía humanoide pero tenía facciones de animal. Colmillos, cola, cuernos, mucho pelo castaño y dorado. Y sus garras...

La bestia volvió su rostro cuando la sintió observandolo. Sus ojos también eran diferentes, eran como los de un gato.

Scarlet dejo de respirar al sentir sus ojos sobre ella, se quedó en el umbral sin poderse mover.

-Ah, nuestra invitada - soltó Lucier. - ven aquí, siéntate, siéntate...

Lucier se levantó y tomo su mano para guiarla a la mesa. La sentó en una silla junto a la bestia quien estaba sentada a la cabecera.

Scarlet sentía que no llegaba aire a sus pulmones, no podía creer que se encontraba en esa situación, rodeada de aquellos seres.

El silencio se torno pesado. Nadie hablaba y nadie se miraba, todos parecían más atentos a sus cubiertos.

-Bien... - soltó la bestia a su lado con una voz ronca y profunda - deberíamos comenzar a comer.

Los presentes asintieron y comenzaron a servirse comida de las bandejas frente a ellos a sus platos, menos Scarlet que se habia propuesto a no comer absolutamente nada de aquel mundo.

-Querida, ¿Gustas que te sirva? - soltó Tots al ver que Scarlet no se había servido nada.

-Ah no... Yo... No tengo hambre...

-Pero si no has comido nada desde que llegaste.

-Debe ser... Todo lo que he pasado que... Perdí el apetito... En realidad, solo baje para... Agradecerte - miro a la bestia, cosa que había estado tratando de evitar desde que entró - por salvarme...

La bestia asíntio.

-Es mi deber.

-¿Ah si? Pues... Aún así... El lobo... Me habría comido y... Te debo la vida. Si hay algo que pudiera hacer por ti, para compensarlo...

La bestia rio. Una risa ronca y gutural.

Scarlet frunció el ceño.

-¿No crees que haya nada que pudiera hacer por ti?

-Pues no. No hay nada que una humana pudiera hacer por mi. Pero gracias, es lindo que te ofrezcas.

Scarlet cruzo los brazos sobre su pecho. La bestia seguía riendo.

-Fue solo cortesía, en realidad no hay nada que quisiera hacer por ti de todos modos.

-Bien, porque aunque lo intentaras, no podrías.

Scarlet se levantó.

-Buenas noches.

Se retiró a su habitación dejando a la bestia aun riendo.


Scarlet y la bestia faeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora