Cuando las puertas se abren

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Comenzó a asustarse cuando todo se puso oscuro y ella no lograba encontrar el camino de regreso. Camino siguiendo al idiota de Gastón pero no lo encontró, no veía nada, estaba desesperada.

De pronto vio algo, una luz... Una luz... ¿Azul?

Era un fuego azul. Pequeño, como una bola de fuego que le cabría en la mano.

-¿Que demonios es eso? - soltó contrariada.

Había muchas, muchas pequeñas bolas de fuego azul que flotaban por el bosque.

De pronto comenzaron a aparecer más luces, algunas amarillas diminutas, y otras rosadas, moradas y verdes.

Con el corazón saltandole en el pecho como un tambor vio criaturas que estaba segura no habían estado ahí antes. Saltaban y bailaban y gritaban y ella... Ella seguro estaba teniendo alucinaciones.

Trato de recordar si de casualidad había comido alguno de los hongos de su cesta pero no, al menos no que recordara. Pero solo eso podría explicar el que esas criaturas estuviesen allí.

Una pequeña llama azul se poso frente a ella.

-¿Así que crees que somos estupideces que se les dicen a los niños?

Ella grito y se lanzó hacia atrás chocando con un enorme tronco de árbol torcido.

Se cubrió la boca asustada.

-¡Hablas!

-Si, y tú también, demasiado en realidad. Te oímos, nos has insultado.

Scarlet nego fervientemente con la cabeza.

-No, esto no puede ser, esto no es real...

-Otra vez con eso. Somos reales, tan reales como tú, mocosa soberbia.

-Esto no es real, esto no es real... - se repetía, había cerrado los ojos y se sobaba la cabeza dónde se había golpeado con el tronco del árbol.

Una criatura pequeña llegó hasta sus pies, parecía un tronco de madera andante.

-Odio a los humanos, se creen tan especiales. Son obstinados, no lo cree ni aunque estemos frente a ella.

Scarlet se mecía como una niña asustada.

-No es real, no es real, estoy soñando...

-Tonta... Está justo en la entrada, cuando regresen la arrastrarán.

-Si, eh, humana, deberías moverte, la luna ya se está retirando y no querrás estar ahí cuando se haya ido por completo.

Las voces eran fuertes pero ella las ignoraba.

De pronto, sintió como un montón de pesadas criaturas la golpeaban.

-Auch... Auch no... Me lastiman... - soltó levantando la vista.

Todas las luces y pequeñas criaturas que ella no lograba reconocer se dirigían a ella.

Al parecer estaba cubriendo un espacio hueco en aquel tronco torcido. Una especie de puerta...

Sin darse cuenta las criaturas la empujaron a ella también en su afán por entrar al agujero.

Scarlet cayó entre todas esas luces brillantes y estuvo segura de que estaba soñando. Aunque era un sueño muy vivido puesto que todo le dolía.

Cuando abrió los ojos la luz había vuelto, solo que... Era extraño, estaba en el mismo bosque pero... Todo se veía diferente. Las hojas de los árboles brillaban como esmeraldas y las flores parecían destellar.

-Que viajesote... Estos hongos son peligrosos.

Estaba intoxicada, solo esa respuesta se le ocurría, y gracias al cielo no había comido los hongos, solo con tocarlos sus toxinas se habían impregnado en ella y por eso se sentía tan extraña, o eso pensaba. Cuando llegara con su abuela la haría llevarla a un hospital.

Camino un poco, hasta donde debería estar el cendero para regresar al pueblo, pero en lugar del pueblo, lo que encontró fue un enorme castillo.

-¿Que demonios? Esto no es real...

-Sigue sin creerlo - escucho una vocesilla.

Miro en todos lados pero no vio a nadie.

-Eh ¿Quien es?

-No debería estar aquí, el amo estará molesto - murmuró otra voz.

-¡Muestrate!

¡Oh, claro! - Penso, seguro era Gastón junto a los niños del pueblo, jugandole una broma por haberse reído de él.

-¡Gaston! Te mataré, no puedes hacerme esto solo por reírme un poco de ti.

-Esta gritando - escucho a la vocesilla.

-¡Ya basta! - grito molesta.

Se dirigió a las enormes rejas que protegían el castillo. ¿Cómo era posible que hubiese un castillo ahí y ella no lo supiera?

Continuó escuchando murmullos hasta que se harto y volvió a gritar.

-Le diré a sus madres, los castigarán ya verán... Me están asustando y eso no es divertido.

De pronto un silencio sepulcral azotó el bosque.

Una criatura salió de entre los arbustos con cara de pocos amigos, o al menos eso supuso ella, esa criatura no tenía razgos humanos con que comparar.

-Tú no conoces a mi madre.

Scarlet grito tan alto que la criatura se cubrió sus puntiagudas orejas. Esa cosa era como una mezcla de niño, cerdo y gato.

Tenía la cabeza redonda y el cuerpo también redondo, orejas como de gato y trompa de cerdo pero caminaba en dos patas y hablaba...

Scarlet estaba tan asustada que corrió hacia la reja del castillo y comenzó a rogar por entrar.

-¡Abranme! ¡Abrán! ¡Por favor! ¡Déjenme entrar!

Las rejas se abrieron y ella entro corriendo. Las puertas del castillo también se abrieron dejándola entrar a una estancia enorme y bellamente decorada con adornos de plata y oro.

Pero eso poco le importaba, estaba tan impresionada por haber visto tal criatura que necesitaba ver otro humano, quien fuera, solo... Otro ser humano como ella.

Pero no vio nada, el castillo parecía vacío.

-¡Hola! - grito - ¿Hay alguien aquí?

Lo único que obtuvo de contestación fue un rígido ensordecedor.




Scarlet y la bestia faeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora