Capitulo XXVI: El Refugio Flotante.

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Narrador Omnisciente.

Con el paso de las semanas, la unidad que alguna vez mantuvo unido al grupo de supervivientes se fracturó inevitablemente. Madison, matriarca fuerte y decidida de la familia Clark, tomó la decisión de establecer un refugio en un estadio en la desolada zona de lo que alguna vez fue Texas. Junto a ella, permanecieron su hijo Nick, cuya astucia para la supervivencia se había vuelto invaluable, y Luciana la novia de este, una valiente mujer que compartía la visión de Madison para formar una comunidad próspera en medio del caos.

En el estadio, construyeron una fortaleza improvisada, utilizando los recursos que pudieron encontrar en su entorno desgarrado. Madison, con su determinación inflexible, se convirtió en la fuerza motriz detrás de la comunidad emergente. Nick se ocupaba de las expediciones en busca de suministros, mientras Luciana compartía su experiencia en mantener un equilibrio entre la esperanza y la realidad brutal del mundo que los rodeaba.

Mientras tanto, Alicia y Kal, una pareja que encontró consuelo y fuerza en la compañía de la otra, tomaron la decisión arriesgada de emprender un peligroso viaje hacia la costa de Charleston. Con un vehículo resistente y provisiones limitadas, se enfrentaron a los horrores de las carreteras infestadas de caminantes y a grupos hostiles de sobrevivientes desesperados.

El viaje no fue fácil. Los recursos escaseaban, y cada decisión pesaba sobre ellas como una carga. Sin embargo, Alicia y Kal, encontraban en su amor una fuerza que las mantenía juntas incluso en los momentos más oscuros. Durante las noches en vela y los días llenos de peligro, su relación se fortalecía, convirtiéndose en un ancla vital en medio de un mundo desgarrado.


Pov: Alicia Clark.

La brisa salada del océano llevaba consigo un murmullo constante, como si el mar mismo susurrara secretos ancestrales. Mientras Kal y yo caminábamos por la costa de Charleston, mis pensamientos se perdían en la marea de recuerdos, especialmente en la despedida de mi familia.

—¿Estás bien, Lisha?— Preguntó Kal, notando mi mirada perdida en el horizonte

Suspiré, apartando la vista del mar por un momento. 

—Solo estaba pensando en ellos. 

Kal asintió con comprensión, su expresión reflejando una mezcla de empatía y respeto. 

—Eran importantes para ti.

Era difícil no recordar la decisión de separarnos, la elección de seguir caminos diferentes en medio de la desesperación y el caos. Pero también sabía que cada uno de nosotros tenía que encontrar nuestro propio camino de supervivencia.

—Lo eran. Pero las circunstancias nos llevaron en direcciones distintas. El estadio era su elección, y esta es la mía.— Expliqué, tratando de encontrar consuelo en las palabras.

Kal dejó que un silencio respetuoso se interpusiera entre nosotros antes de hablar nuevamente.

 —¿Alguna vez has considerado volver con ellos? Pueden necesitar ayuda en el estadio...

Me detuve y miré a mi novia, agradecida por su preocupación, pero mi respuesta ya estaba clara en mi mente. 

—No, Kal. Mi lugar está aquí, contigo. Todos debemos encontrar nuestro propio camino, y el mío es este. 

Kal asintió, respetando mi decisión. Caminamos en silencio por la playa desierta, dejando que las olas arrastraran consigo nuestras reflexiones.

La luz de la vela parpadeaba en la pequeña cabaña que Kal había arreglado para nosotros. El aroma delicioso de la cena flotaba en el aire, y mis sentidos se despertaron con la expectativa de una sorpresa que Kal había preparado con esmero. Al ver la mesa finamente decorada, con velas, flores silvestres y una cena caliente en un plato dispuesto con cuidado.

Cenizas del Mundo Muerto (Alicia Clark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora