Capitulo XLVIII: Un momento en la eternidad

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Pov: Kal Agnelli

El amanecer nos sorprendió con un tenue rayo de sol que se filtraba por las grietas de la cabaña. El ambiente estaba cargado de una calma expectante, como si la naturaleza misma estuviera conteniendo el aliento.
Después de un desayuno rápido y silencioso, nos pusimos manos a la obra para empacar y asegurar todos los suministros en la camioneta. Cada uno de nosotros estaba inmerso en sus propios pensamientos, pero todos compartíamos la misma determinación: regresar a Alexandria con lo que habíamos conseguido.

—¿Todos listos?— Preguntó Carl, rompiendo el silencio.

—Sí, es hora de movernos.— Respondió Rosita, ajustando su rifle en su hombro.

Justo cuando nos preparábamos para emprender el viaje, Rosita se detuvo en seco, su mirada fija en la distancia.

—Esperen... Algo se acerca.— Dijo, su voz cargada de tensión.

Todos nos quedamos inmóviles, escuchando atentamente. Un ruido sordo y constante se hacía cada vez más fuerte. Miré a Alicia, que tenía su rifle en posición de disparo, y a los demás, que estaban listos para cualquier eventualidad.

De repente, un grupo de figuras emergió del bosque, sus intenciones claramente hostiles. Eran bandidos, armados hasta los dientes y con miradas feroces. Nos habían emboscado.

—¡Ríndanse y entreguen todo lo que tienen!— Gritó la líder de los bandidos, una mujer corpulenta con una expresión arrogante en el rostro.

—No tengo muchas ganas de eso.— Dije, apretando los dientes mientras levantaba mi rifle.

La líder de los bandidos me miró con desdén, sosteniendo su arma con confianza.

—Mira, chica, no tienes opción. Entrega tus suministros y nadie saldrá herido.— Dijo con una sonrisa siniestra.

A mi alrededor, podía sentir la tensión en el aire. Alicia me miraba con determinación, lista para luchar a mi lado. Rosita y Carl estaban alerta, sus armas listas para disparar en cualquier momento. Magna, aunque tranquila, tenía una mirada afilada que indicaba su preparación para la batalla.

Pero no tenía intención de rendirme tan fácilmente. Mis amigos confiaban en mí para protegerlos, y no iba a defraudarlos. Con una mirada feroz, me preparé para el ataque.

—Lo siento, pero no vamos a ceder ante ustedes.— Respondí, mi voz llena de determinación.

Los bandidos se miraron entre ellos con una mezcla de incredulidad y furia, antes de lanzarse hacia nosotros con un grito ensordecedor. Las balas comenzaron a zumbarnos cerca, y sin dudarlo, devolvimos el fuego con toda nuestra fuerza.

—¡Manténganse juntos, no dejemos que nos dividan!— Grité, tratando de mantener la calma mientras disparaba contra los bandidos que se acercaban.

Alicia estaba a mi lado, su mirada determinada mientras sostenía su rifle con firmeza. Rosita y Carl luchaban con ferocidad, trabajando en equipo para derribar a los bandidos que se acercaban. Magna, manejaba su arma con precisión, asegurando nuestros flancos.

—¡Buen tiro, mi vida.— Gritó Alicia mientras derribaba a otro bandido, sonreí grande sin perder la concentración.

El sonido de los disparos llenaba el aire, mezclándose con los gritos de los bandidos y el golpe metálico de las armas. No había espacio para la duda o el miedo, solo la determinación de proteger a los nuestros.

De repente, uno de los bandidos se abalanzó hacia mí, su cuchillo reluciendo en la luz del sol. Actué por instinto, esquivando su ataque y devolviendo el golpe con un fuerte puñetazo en la mandíbula. Cayó al suelo con un gemido, y aproveché la oportunidad para tomar su arma y dispararle en la cabeza. La adrenalina corría desenfrenada por mis venas, alimentando mi determinación mientras luchaba contra los bandidos que nos habían emboscado. Cada disparo, cada golpe, era una declaración de guerra contra aquellos que osaban amenazar a los míos.

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⏰ Última actualización: Jun 25 ⏰

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Cenizas del Mundo Muerto (Alicia Clark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora