Capitulo XII: Renacer de la Desolación.

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Pov: Alicia Clark

El sol abrasador colgaba en el cielo, y cada día que pasaba sin lluvia empeoraba nuestra situación en el rancho. Con el agua escaseando, me convertí en la guardiana de mi hermano Nick y en la protectora de lo poco que quedaba de nuestro hogar, mientras mi novia (que aun no es mi novia, pero todos creen que si), Madison y Walker partían en una peligrosa búsqueda de suministros.

La tierra reseca crujía bajo mis pies mientras caminaba hacia la zona de cultivo. Miré el horizonte, esperando ver señales de una tormenta que aliviaría nuestra sed y salvaría nuestros cultivos, pero solo encontré un cielo despejado y despiadado.

Un día, Kal y yo llevamos a Nick a casa. Estaba deshidratado y débil, pero aún respiraba. Me enfrenté a la cruda realidad cuando Kal me informó sobre la situación del agua. Sabía que debíamos hacer algo antes de que fuera demasiado tarde.

Las tensiones no tardaron en surgir. Un grupo de rancheros se acercó, furiosos por el racionamiento del agua. La situación era volátil, pero con palabras calmantes, logré disipar la ira momentáneamente.

Sin embargo, la paz fue efímera. Descubrí a una ranchera recogiendo doble ración de agua, y mi intento de detenerla solo provocó más problemas. En un momento de desesperación, revelé la amarga verdad: solo teníamos seis semanas de agua. El rancho, que una vez fue un refugio, se sumió en la incertidumbre.

La situación empeoró cuando la milicia, liderada por Nick, se negó a ceder el único pozo. Una guerra interna parecía inminente, con nuestros propios compañeros amenazándose mutuamente. Comprendí que si no actuábamos, el rancho caería en la autodestrucción.

Decidí tomar el control. Con  la colaboración de algunos nativos, comenzamos a cavar un pozo. La tierra dura se convirtió en nuestro desafío diario, pero sabíamos que no teníamos otra opción.

—Esto es lo que necesitamos.— Dije a los que nos rodeaban mientras cavábamos.- No podemos permitir que la guerra nos consuma.— La tierra se convirtió en un símbolo de esperanza mientras nuestras manos trabajaban juntas.

Poco a poco, el sonido de las palas resonaba, y el agua finalmente brotó. Era como si la tierra misma estuviera respondiendo a nuestro esfuerzo colectivo. El resto de los habitantes del rancho dejaron atrás sus diferencias y se unieron a nosotros en el esfuerzo. La sed de supervivencia nos había unido.

En ese momento, entre el sudor y el agotamiento, supe que habíamos evitado la guerra interna que amenazaba con destruirnos. En lugar de luchar entre nosotros, habíamos trabajado juntos para asegurar un futuro. Y así, el rancho, contra viento y marea, encontró un renacer en la solidaridad.

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El sol descendía sobre el rancho, proyectando sombras largas que parecían predecir la oscuridad que se avecinaba. Los problemas eran como una tormenta que se cernía sobre nosotros, implacable e inminente. Jake y yo nos enfrentábamos a decisiones difíciles para preservar lo que quedaba de nuestra vida.

—Alicia, no hay otra opción. Necesitamos ahorrar agua.— Dijo Jake con un tono serio mientras mirábamos el ganado, nuestro sustento, que ahora se preparaba para ser sacrificado.

Respiré profundamente, sintiendo el peso de la responsabilidad. Sacrificar a los animales era un recordatorio tangible de lo frágil que era nuestra existencia en este nuevo mundo.

—Lo sé.— Respondí con un nudo en la garganta.— Pero aún así, no puedo dejar de sentir que estamos perdiendo más de lo que ganamos.

Cenizas del Mundo Muerto (Alicia Clark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora