Capitulo XL: Más allá de las muralla.

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Pov: Alicia Clark.

El sol se ocultaba sobre Hilltop, tiñiendo el cielo de tonos cálidos y melancólicos. Mientras observaba el horizonte desde la muralla, una tormenta interna rugía en mi pecho. Hilltop se había convertido en mi refugio, un lugar de paz en medio del caos, pero la tranquilidad era solo superficial.

Alden, con sus ojos profundos y su sonrisa amigable, se cruzaba en mi camino constantemente. En este mundo postapocalíptico, las conexiones eran escasas y valiosas, y Alden se estaba convirtiendo en una presencia constante en mi vida. Pero, al mismo tiempo, su amabilidad despertaba una atracción que luchaba por ignorar.

La lucha contra los caminantes parecía más fácil que la batalla interna que libraba. Cada gesto de Alden, cada conversación compartida, era una cuerda tensa que amenazaba con romperse y dejar al descubierto mis propios conflictos morales.

Me dirigí hacia la casa comunal, donde Maggie organizaba las tareas del día.

Esa tarde, mientras trabajábamos en la huerta, Alden se acercó con una sonrisa.

—Alicia, necesitas un descanso. Te veo tensa desde aquí. ¿Quieres dar un paseo?

Su oferta era tentadora, pero la voz de la moralidad en mi interior clamaba por resistir.

—No creo que sea una buena idea, Alden. Mis responsabilidades aquí son importantes.

Él asintió comprensivo, pero su mirada persistente indicaba que entendía más de lo que yo estaba dispuesta a admitir.

Mientras la noche caía sobre Hilltop, me encontré en mi habitación, luchando con mis propios pensamientos. La radio estaba encendida, y por un momento, consideré la posibilidad de llamar a Kal. Necesitaba su orientación, su voz reconfortante que siempre sabía cómo calmarme.

Tomé el transmisor y presioné el botón.

—Kal, soy yo, Alicia. Necesito hablar contigo.

Un silencio incómodo siguió a mi llamada. Esperé, con la esperanza de escuchar la voz de Kal al otro lado.

Finalmente, una respuesta llegó, pero no era la que esperaba.

—Alicia, soy Rick. ¿Qué pasa?

La confusión se apoderó de mí. ¿Dónde estaba Kal? ¿Por qué me respondía Rick?

—Rick, ¿dónde está Kal? ¿Por qué estás contestando su radio?

Hubo otro silencio antes de que Rick hablara con una gravedad que heló mi sangre.

—Alicia, Kal desapareció hace una semana. No hemos tenido noticias de ella desde entonces.

Mi corazón se detuvo. El mundo a mi alrededor se desmoronó mientras absorbía la noticia. Kal, mi amor, había desaparecido en algún rincón de este mundo devastado, y yo estaba atrapada en Hilltop, lidiando con mis propias luchas internas mientras ella enfrentaba quién sabe qué peligros.

El dilema moral que había estado enfrentando se desvaneció ante la terrible realidad de la desaparición de Kal. La leve atracción hacia Alden, las dudas sobre mi relación, todo quedó eclipsado por la angustia de la incertidumbre sobre el destino de Kal.

Sin decir una palabra, apagué la radio y me dirigí hacia la muralla de Hilltop. Miré fijamente el horizonte, como si esperara que Kal apareciera de la nada. Pero la oscuridad se cernía sobre nosotros.


Narrador omnisciente. 

La tenue luz de las velas parpadeaba en la oscuridad del improvisado campamento mientras Magna, Yumiko, Connie, Luke y Kelly se aglomeraban alrededor de Kal. Sus miradas reflejaban una mezcla de curiosidad y desconfianza. Habían encontrado a Kal herida y desorientada en las afueras del bosque, y la decisión de ayudarla no fue fácil.

Magna, con su mirada intensa y expresión desafiante, lideraba el grupo. Si bien había aprendido a confiar en sus instintos de supervivencia, algo en Kal despertó su compasión. Yumiko, la voz sensata del grupo, compartía esa sensación, pero no podía ignorar la realidad del mundo en el que vivían.

La tenue luz de las velas parpadeaba en la oscuridad del campamento clandestino mientras el grupo de sobrevivientes observaba con preocupación a Kal. La herida en su costado había sido tratada con la mejor habilidad que Connie y Yumiko pudieron ofrecer, pero la falta de medicamentos y suministros médicos amenazaba la posibilidad de una recuperación completa. Por lo que la recuperación de Kal estaba en manos de la suerte y de la fuerza de su propio cuerpo.

A medida que Kal yacía inconsciente en la rústica cama improvisada, su mente se perdía en un delirio intermitente. Imágenes fragmentadas de su pasado yacen entrelazadas con pesadillas de caminantes acechando en las sombras. La línea entre el sueño y la realidad se desvanecía, dejando a Kal atrapado en un limbo de recuerdos distorsionados.

Mientras Kal luchaba en el límite entre la vida y la muerte en el campamento de los extraños, en Alexandria, la preocupación y la angustia envolvían a aquellos que formaban parte de su vida. La ausencia de Kal no pasó desapercibida, y Michonne, Rosita, Daryl, y Carol se embarcaron en una búsqueda incansable para encontrar a su compañera perdida.

El grupo se adentró en el peligroso territorio, donde cada susurro de las hojas podía ser una amenaza, y cada sombra, un caminante hambriento.

Mientras que en Hilltop y a pesar de la negativa a permitir que Alicia se sumara a la búsqueda, su espíritu no se desvanecía. Mientras esperaba, su mente se llenaba de pensamientos y emociones encontradas, entre la necesidad de cuidar su hogar y la desesperación por no estar directamente involucrada en la búsqueda de su ser querido. Michonne, con mirada compasiva pero firme, le explicó que necesitaban a alguien para mantener la calma en medio de la incertidumbre. A regañadientes, Alicia se vio obligada a quedarse atrás, dejando en manos del grupo la misión de encontrar a Kal.

El grupo avanzaba incansablemente en su búsqueda de Kal, sin dar tregua a la fatiga

Daryl, el rastreador experimentado, se encontraba en la vanguardia del grupo, examinando cada pista y rastro con ojos agudos. A medida que avanzaban, su conexión con Kal se profundizaba, y comenzaba a ver a la joven como una figura filial. Su deseo de encontrarla a salvo se mezclaba con la determinación inquebrantable que siempre lo caracterizaba.

Carol, estratega y voz de la razón del grupo, compartía momentos de reflexión con Daryl. En la tranquilidad de la noche, ambos reconocían que Kal se había convertido en más que una amiga; era una parte fundamental de sus vidas, casi como una hija.

Michonne, por su parte, no solo veía en Kal a una líder fuerte y determinada, sino también a una compañera incansable y sensata. En cada movimiento estratégico, en cada decisión difícil, Michonne recordaba cómo Kal siempre estaba ahí, luchando junto a ellos. La idea de perder a alguien tan valioso se volvía insoportable.

Rosita, cuya amistad con Kal había crecido a lo largo de los años, encontraba en la búsqueda una mezcla de esperanza y desesperación. Cada recuerdo compartido, cada risa en medio de la adversidad, se convertían en combustible para su determinación. Kal no era solo una amiga, sino alguien a quien había llegado a apreciar profundamente.

Ella era un lazo que los unía en este mundo desolado, y su ausencia dejaba un vacío palpable en sus vidas. La búsqueda de Kal no solo era una misión, sino una expresión de amor y lealtad en un mundo donde tales conexiones eran raras y preciosas.

Cenizas del Mundo Muerto (Alicia Clark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora