Capitulo IV: Mareas Hostiles

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Pov: Kal Agnelli

Mientras despertaba en la recámara del yate me levanté en silencio para no despertar a Alicia, que dormía plácidamente. Su figura se veía realmente linda, tranquila en un sueño profundo.
La brisa marina mañanera azotaba mi rostro mientras permanecía en la cubierta del Abigail. La sensación de libertad que proporcionaba el océano era casi terapéutica, un respiro en medio del caos que se había apoderado del mundo. Daniel, con su mirada profunda y su rostro curtido por la vida, se acercó a mí mientras sostenía una vieja caña de pescar.

—Kal, ¿te gustaría acompañarme a pescar? Necesitamos suministros frescos, y creo que podríamos usar tus habilidades.

Asentí con una leve sonrisa, aceptando la invitación. Mientras preparábamos nuestras líneas de pesca, noté cómo Daniel evitaba mi mirada, como si quisiera mantener un velo sobre su pasado.

—Puedo preguntarle ¿Qué hacía antes de todo esto?— Dije, tratando de sonar casual.

Daniel se encogió de hombros, pero sus ojos revelaron una historia más compleja.

—Puedes tutearme y respondiendo tu pregunta necesitaba encontrar algo de normalidad en este caos. Ser barbero era algo que solía hacer antes de que todo se fuera al infierno.

Noté la reticencia en su voz y decidí ahondar un poco más.

—Pero, algo me dice que no eres solo un barbero. Hay más en tu historia, ¿verdad?

Daniel suspiró, como si la carga que llevaba consigo fuera demasiado pesada.

—Antes de todo esto, fui soldado. Luché en lugares que la gente ni siquiera puede imaginar. Pero no es algo de lo que me guste hablar.

Respeté su deseo de no profundizar, pero algo en su mirada me decía que había más en su historia. Decidí arriesgarme.

—Entiendo que puede ser difícil, pero estamos en esto juntos. Si necesitas hablar de algo, estoy aquí.

Sus ojos se encontraron con los míos, y por un momento, pude ver el dolor y las cicatrices que la guerra había dejado en él. Finalmente, asintió con la cabeza, aceptando mi oferta de apoyo.

Hubo un momento de silencio antes de que Daniel suspirara nuevamente, como si estuviera dejando caer un pesado fardo.

—Perdí a mi esposa No pude protegerla. Desde entonces, he estado tratando de encontrar algo que me haga sentir vivo de nuevo.

Las palabras de Daniel resonaron en el aire, y me di cuenta de que, a pesar de su fachada estoica, estaba lidiando con una pérdida que lo marcó profundamente. Al compartir su dolor, había encontrado una conexión más allá de las simples circunstancias que nos habían unido.

—Lo siento mucho, Daniel. No puedo ni imaginar lo que has pasado.

Él asintió, agradecido por la comprensión.

—No hay un manual para esto, Kal. Todos estamos tratando de encontrar nuestro camino en este nuevo mundo.

Las siguientes horas las pasamos pescando, pero en lugar de peces, lo que sacamos a la superficie fueron las historias de Daniel. Habló de los horrores que había presenciado, de las pérdidas que había sufrido y de las pesadillas que lo atormentaban por la noche. Escuché en silencio, sin juzgarlo, mientras compartía conmigo las partes más oscuras de su pasado. Comprendí el peso que cargaba sobre sus hombros y la lucha interna que libraba para seguir adelante.

El sol caía sobre el vasto océano cuando avistamos a lo lejos otro barco. Nuestro bote, balanceándose en las olas del mar, se acercó lentamente a la embarcación desconocida. Los rostros desgastados y ojerosos de los supervivientes nos miraban con desesperación desde la cubierta. Habían pasado por tanto como nosotros, y sus vidas dependían de la decisión que Strand tomaría a continuación.

Cenizas del Mundo Muerto (Alicia Clark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora