DOCE

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Cuando los vio salir de aquel enorme edificio, se puso a correr por el terror que el corte de comunicación le había causado. El no saber si aquello saldría bien le erizó la piel de una manera en la que nunca antes había imaginado. El lobo negro estaba tomando parte de su vida en un instante relativamente corto. Taemin solo pudo ser capaz de detener sus pies en el instante en el que Yoona tomó su mano y le sonrió con tranquilidad. Ella sabía lo que estaba pasando en su mente.

Otra vez pensó en lo que ella significaba. Desde que ella lo recogió cuando escapó de casa, desde aquel momento él había querido estar a su lado para siempre. Fue la primera  y última que se enamoró de verdad. Rina era todo lo que el pedía, alguien con la capacidad de darle un cariño que nunca tuvo presente. Estaba consciente de lo que sentía por ella, y a pesar de que ella nunca se atrevió a verlo como algo más que un amigo ese amor no le había causado problemas hasta el momento, algo que su cariño hacia el lobo negro sí hacía.

Se acercó, con cuidado esta vez, viendo el rostro pálido de Minho . El moreno estaba estático con los ojos abiertos tan grandes que podrían entrar una taza entera en ellos. Su mirada tan penetrante en la figura en forma de ovillo de Kibum que tuvo la sospecha que ahí dentro algo más había sucedido.

Sintió miedo por su hermano, quizá lo habían dañado más de lo que debieron. Taemin alzó la mano con cuidado, intentando ver el rostro de su hermano. Quiso acercar sus dedos a los bucles en la frente de Kibum pero en cuanto intentó hacerlo, la mano de Minho  golpeó la suya, impidiéndole que se acercase. Su mirada estaba teñida de un cariño y confusión tal de una persona que tenía a la persona que una vez había amado en sus brazos. Taemin entendió que aquel cariño que hubo en el pasado, aquel leve enamoramiento no fue algo tan pasajero, que sus residuos seguían en el alma del lobo negro. Si él estaba complicado entre Yoona y Minho . Minho  debía de estar confundido entre Taemin y Kibum.

Taemin retrocedió, sus pies resonando en el silencio de la noche. Yoona ya no estaba en aquel trío, su cabeza estaba demasiado ocupada como para preocuparse por un problema en el que ella creía no estar involucrada.

Minho  entonces le pasó de largo, sujetó con más fuerza la figura de Kibum y se lo llevó corriendo, tan rápido que Taemin juraba que aquella velocidad le pertenecía a uno de su especie. Estaba demasiado sorprendido como para intentar seguirlo y en su lugar decidió entrar al enorme edificio, sin embargo las alarmas sonaron y el aviso de que Kibum no estaba fue soltado en el aire; desatando un caoz que pronto llegaría a devorarlo. Por eso escapó hacia la camioneta.

—Que no te sorprenda —Yoona se sentó a su lado en la camioneta, ella intentaba consolarlo, como siempre lo hizo— Kibum es alguien que se mete en cualquier corazón y hace su hogar en él sin siquiera pedir permiso. Tú lo sabes, por eso te preocupabas tanto por él cuando era un bebé.

—No lo menciones —Taemin estaba seguro que la mayoría había olvidado aquella parte de su vida, pensaba que solo quedaba en la memoria de todos aquellos tiempos  en los que él correría a la casa de Kibum para sacarle un buen monto de dinero y de paso intentar contratarlo para su negocio. Creía que eso era lo que le quedaba, pero aún quedaba un poco del sentimiento puro.

—¿A dónde te llevo?

—¿Dónde fue Minho ? —el guepardo vio el horizonte, intentando descifrar lo que haría a continuación y solo le quedó la leve sospecha de que el lobo iría al primer lugar conocido que recordase— A la casa de Kai.

Yoona abrazó su cuerpo con cariño, casi como una madre a sus cachorros. Taemin agradeció aquel gesto con tal sinceridad que la sola idea de acariciar su rostro le tentaba. Pero el dolor de Minho  seguía ahí y era difícil ignorarlo.

Dejaron el lugar entre el espesor de la noche. Mientras en aquel edificio estaban buscando a Kibum ellos se escabullían entre las calles hasta salir y conducir con más lentitud. Rina veía su celular con el ceño fruncido y Taemin supo que su idea era correcta. Minho  era predecible, no expondría a Kibum a un lugar que no conocía, él seguramente corrió a lo que le resultaba confiable, y por más que odiara admitirlo la casa de Kai era un lugar estable donde podría confiar la vida de su hermano.

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