C A P I T U L O 1 1

15 1 0
                                    

Tomo su mano y mientras vamos adentrándonos al palacio, se puede escuchar la música que resuena en el cuarto de eventos que está en el segundo piso. Puedo identificar un tanto la música y su baile asignado pero lo que me preocupa es el baile elegido para esta canción como una concubina.

—Sus manos le sudan -volteo a ver a Vladimir que toma mi atención.

—¿Cómo?

—Sus manos... están sudadas

Su acento ruso es palpable y mi humor sale por los poros de mi piel dando carcajadas, tanto así, que me doblo soltando la mano ganandome una mirada extraña por el principe.

—¿Qué he dicho?

—¡No siga! -sigo riéndome.

—¿Quiere qué no hable?

—Por... -tomo aire-. Por favor, solo por unos minutos hasta que me controle

—¿Le doy risa?

—JAJAJAJA. ¡No hable!

El principe sonríe. Su sonrisa es muy atractiva y cautivadora, ganándose que mis ojos se queden en esa curvatura.

—Su risa es muy linda

Suelta de repente haciendo que me quede en silencio con mi rostro enrojecido. Lo observo detenidamente que tiene sus manos guardadas en los bolsillos de su pantalón negro. Viendolo bien, viene vestido de negro lo único que resalta es la corona con piedras rubíes. Su cabello rubio hace justicia con su cara atractiva haciendo resaltar sus ojos combinados del azul y verde, su pelo es un tanto ondulado pero gana más lo lacio callendo en su frente viendolo más... atractivo.

—¿Come con la mirada?

Su comentario acompañada con una sonrisa coqueta, me toma desprevenida haciendo fruncir mi ceño y rebobinar lo que a dicho. Al momento en que mi mente ya capta lo que dijo comienzo a enrojecer por aquel atrevimiento pero no diré mentiras. Si lo comía con la mirada porque feo no está.

—¿Seguimos avanzando? O ¿Seguirá riendo de mi acento?

—Disculpeme pero me es inevitable no reírme en la forma en la que habla...

Tapo mi boca porque estoy a pocos segundos de volver a reventar en carcajadas.

El principe niega con su cabeza y su sonrisa que comienza a hacerme efecto. Levanta el antebrazo esperando a que lo entre lace.

—Usted vaya, lo alcanzaré...

—¿No quiere tomar mi brazo?

—No es eso, es que me tengo que cambiar

—Pero si así se ve hermosa

¡Me dijo hermosa!

¿Quién lo diría? Algo me está pasando. Dios mío controlame.

—Gracias -creo que susurré.

—La acompaño

El principe comienza a caminar pero lo injusto es que sus piernas son muy largas que ya llegó al inicio de las escaleras mientras yo apenas voy a ellas.

Subimos tres escaleras con cincuenta escalones cada una, hasta que llegamos a mi cuarto dejando pasar al príncipe que observa el techo, mi cama, la mesa de en medio, mi tocador, todo prácticamente mientras yo voy al ropero a elegir a algún vestido. Pienso que para animar el ambiente entre nosotros dos, salgo de mi ropero atrapandolo en cómo observa mis collares.

—¿Me ayuda...?

—Digame Vladimir

—Lo haré si me deja de hablar de "usted".

Un Corazón Distinto   | Isis GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora