C A P I T U L O 1

16 1 0
                                    

- RÉTAME -

P A U L E T T E

Los tres meses se fueron corriendo, tres meses estando en el reino conocido como Wonderlay, pues este tiempo que estuve ahí me a servido demasiado para que mi mente se libere de mis propios pensamientos que me han tenido esclavizada y han hundido a mi verdadera yo, me sentía cansada mentalmente.

Esa es por mí parte y la parte de mi familia es que la economía de mis padres a elevado por lo tanto el trabajo que a creado mi padre a dado sus frutos.

Ahora puedo ver como el reino en que nací a tenido un nuevo rey, el heredero a tomado la corona y ya a pasado el tiempo de las concubinas, pues, después de la ceremonia las jóvenes solteras de dieciséis  años son reunidas para ser concubinas del rey -razón que incluye para que me haya ido antes de-.

Mi pelo se eleva por los aires gracias al viento, el mar cada día se eleva y esta más transparente, los oleres de Cecarelli es la tierra húmeda, pasto húmedo. Las hojas de los árboles son movidas violentamente hacia una dirección.

Bajo la vista hacia mis pies que se esfuerzan por no pisar las rayas del piso sino moriré. Un sonido hace que levante la mirada y veo como se aproxima un guardia real hacia mi.

—¿Nombre? -pregunta a quemarropa el guardia.

—¿Disculpe? -contesto desconsertada.

—Su nombre, señorita 

Ya no parece pregunta parece una orden.

—¿Para qué quiere saber? -hablo desafiante.

—Son ordenes de las leyes asi que me dice una vez su nombre o me la llevo a la fuerza.

—¿Y por qué razón me llevaría? Si no he hecho nada.

—¿Cuántos años tiene? -me mira serio.

—Diecisiete años ¿Por qué?

—Está en edad para ser llevada ante la presencia del rey.

¿¡Que?

—¿Para qué?

—Hace demasiadas preguntas. Camine. 

Me toma del antebrazo y con jaloneos me lleva.

—¡Suelteme! Voy a gritar -aviso.

—Haga lo que quiera, soy el guardia real y nadie está encima de mi excepto el rey ahora camine.

No puedo creer que me obliguen a ser una concubina del rey, no debería de ser así, tiene que ser por decisión propia  de uno mismo no a la de afuerza.

Mientras me jala me va lastimando el brazo y estoy segura en que me dejará marcas de sus asquerosos dedos, espero que por su bien me deje libre.

Mis pies se limitan a moverse pero por la fuerza del guardia los obliga a seguir caminando.

—¡Suéltame! -le entierro las uñas y al quitarlas esta la marca y un poco de sangre.

—¡¿Por qué me muerde?! -me mira furioso.

—¡¿Por qué me lleva?! -le respondo en el mismo tono.

Procede a levantar su mano izquierda cuando de repente otro guardia le grita.

Un Corazón Distinto   | Isis GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora