C A P I T U L O 2 6

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—Es muy lindo su bebé -la morena sonríe.

—Mira sus cachetitos, son tan lindos -alaga la rubia.

—Es tan blanquito, es precioso su bebé, va ser guapo cuando crezca. -declara la morena.

—Muy cierto....

—Gracias por todos esos halagos pero me tengo que ir, no quiero toparme a la pelirroja.

—Cierto, ya regresó y dicen que se puso más bonita.

—Mayra, cállate, nos puede escuchar.

—Se rumorea. Yo solo les informaba.

—¿Más bonita? -cuestiono.

Mayra asiente —Dicen que el día de ayer que regresó y anduvo por las calles, atrajo a muchos hombres.

—No creo que eso sea verdad -la morena baja su mirada extrañada.

—¿Y si, sí?

—¿Y si no?

—Pues cree lo que quieras pero si se crean los chismes, es por algo.

—Alteza... ¿usted que opina? -voltean a verme.

—No me digan así.

—¿Por qué no? Si usted es la madre del futuro rey de Rusia.

Tienen razón, me condené yo sola sin darme cuenta alguna. Sin tener alguna pista u otra forma de ver a aquel hombre que amé y que gracias al amor, condené a un ser que tardará en entender un conflicto.

—Majestad, ¿se siente bien?.

—Si -sonrío-. Nos vemos en la tarde, lo dan todo.

Les sonrío como una despedida, tomo camino hasta llegar a los aposentos del rey, acercandome a su puerta uno de los guardias me detiene

—El rey no se encuentra.

—¿Y en dónde está? -acomodo a mi bebé que juega con mi pelo.

—En el trono.

—Gracias.

Vuelvo a retomar mi camino pero ahora en otra dirección que me lleva hasta el rey. Llegando y cerca del trono observo que Giacomo no está solo, se encuentra en compañía por una pelirroja que se encuentra a rodillas delante de él.

Es ella.

Camino haciendo resonar mis tacones negros de charol, con mi caminar hago llamar la atención de aquellos dos.

El rey me observa detenidamente como si me estuviera juzgando o, quisiera condenarme al igual que la pelirroja.

—¿Necesitas algo Paulette?

—Sí.

—¿Qué?

—Hablaré si ella se va.

Giacomo mira a Elizabeth y ella él.

—Largo.

Dos guardias se acercan y la toman de sus antebrazos, acto que me sorprendió.

—¿Qué hizo para la que trataran asi?

—No es un tema que te concierne. Habla de una vez.

—¿Por qué tan molesto, alteza? -pregunto sarcástica.

—Solo... -suspira-. Solo habla Paulette.

—Bien. Quiero un palacio...

El don rey me observa con frustración.

Un Corazón Distinto   | Isis GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora