C A P I T U L O 1 6

11 1 0
                                    

Los gritos me despiertan y sin querer tiro a mi hermano de la cama. Me  levanto asustada y recogo a mi hermano que se queja.

—¿Por qué me tiras? -se soba la cabeza y luego los codos.

—¡Lo siento! ¿Escuchas esos gritos?

Mi hermano detiene su masaje en las rodillas para luego mirarme y enderezarse. Se acerca a unas velas y las prende entregandome una.

—Hay que acercarnos a la puerta para escuchar mejor...

Y como lo propone, nos acercamos pegando nuestro oido. Los gritos son más fuertes hasta que se escucha que algo se revienta callendo al piso.

—No entiendo, parece que están gritando en...

—Ruso... -susurro asustada pues quien conozco que habla en ruso es Vladimir y si me preocupa que le este pasando algo o por lo menos estar con él cuando lo han sacado de sus grandes casillas.

Me acerco al ropero tomando una manta y un reboso para cubrir mi pecho y que no se noten tanto.

—Voy a bajar...

—¡Voy contigo!

—No te quedas aquí, tal vez sea Vladimir...

abro la puerta y veo a mis padres que están en el pasillo queriendo oir todo.

—¡Oigan! ¿Qué hacen ahí? -susurro.

—Es Vladimir con la señora y su hija... -mumura mi madre.

La angustia se apodera de mi y con preocupación bajo las escaleras, las lucen ciegan mis ojos mientras que yo me esfuerzo a seguir bajando. Los gritos se hace mucho más fuertes.

Llego a la sala y observo a Vladimir que grita, las venas de su cuello resaltan demasiado. Me acerco más y.... Dios mío. 

El rey Giacomo toma un jarrón y lo avienta hacia Vladimir. Gracias a Dios no le pegó. El rey toma una bandeja y lo avienta y todo lo que ve lo toma para aventarselo a Vladimir.

—¡YA BASTA!

Los dos voltean a verme y al ver directamente a los ojos del rey quien respira demasiado fuerte, siento que los nervios toman poder en mi sistema pero que luchan con el enojo.

—¡¿QUIÉN TE CREES PARA AVENTARLE JARRONES, CUCHILLOS Y BADEJAS?!

—¡SOY EL MALDITO REY DE UNA NACIÓN INMENSA MÁS TÚ NO TIENES NINGUNA AUTORIDAD PARA HABLARME DE ESE MODO!

—¡NO LE HABLES ASÍ!  -Vladimir se acerca a mi con su pecho que sube y baja con velocidad.

—¡TÚ CÁLLATE, IDIOTA MENTIROSO!

—¡NO ES MI CULPA QUE ESAS ACTAS TE HAYAN FALLADO!

—¡NO ME FALLARON, FUISTE TÚ QUE ME DISTE UNAS PIRATAS! 

Esas actas, esas benditas actas. 

El rey se acerca con pasos grandes hasta que queda enfrente de Vladimir que tiene que levantar un tanto su rostro ya que el rey más alto que él -y apesar que es ruso- Giacomo lo encara observando fijamente sus ojos y la verdad es que si intimida, verlo tan cerca de ti, serio, enfrente de... ti y que te mire pero tan serio y directamente a tus ojos sin pestañear, intimida un poco.

—No llores si ves algún día a tu madre muerta, a tu reino hecho un desastre -susurra-. Porque ni tu hermano ni tú tendrán mi perdón, estarán en la mira y creeme cuando digo que no tendré perdón con ustedes porque algún día me veras pero desde el piso porque te tendrás que arrodillar ante mi... -se aleja y me observa-. ¡Conmigo no se juega Vladimir y ustedes dos como hermanos me han tomado el pelo! -se acerca a mi poniendose a mi altura con una sonrisa espeluznante-. Tendré que darte un adelanto... esta mujer que tanto quieres según tú, me va a servir demaciado...

Un Corazón Distinto   | Isis GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora