C A P I T U L O 2 7

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Mi día comenzó triste, en realidad estaba nublado y aún no llovía, mientras tanto, Giacomo puso doble refuerzo en cada puerta de entrada del primer y segundo piso.

Como rey, ya me hubiera echado por traer problemas con otro reino y más cuando él solucionó las suyas con ese reino, pero aún no lo hace, bendito sea Giacomo.

De mi bolsa saco un papel donde están todos mis documentos, la señora con lentes y una verruga en el cachete, peinado mal hecho y ropa desagradable, me mira atraves de esos anteojos. Su mirada es aburrida y juzgona.

—Hablaré bien con el Señor Hidalgo, si se da la confirmación el Rey le hablará con usted para dar la última palabra si se divorcia o no. Ya se pueden retirar. Altezas -se reverencia por unos segundos y se va sin importarle que está su Rey.

—Parece que no le preocupa su vida -habla el don Rey.

—¿La matarás? -volteo a mirarlo preocupada.

—No, no soy ese tipo de rey solo que... No mostró mucho respeto hacia un monarca y a una Reina, entre comillas, claro.

—Una pregunta... -me detengo-. Si me divorcio, ¿dejaré de ser "Reina"?

—Mmm... No como tal, sino que...

—¿Por qué me dices Reina? Vladimir aún no es Rey. ¿Cierto?

Giacomo se tensa rascandose la cabeza mientras que Dani agarra su collar y juega con el.

—Giacomo... ¿Vladimir ya es rey?

—Mañana será nombrado y tienes que estar ahí.

—Aah no, no iré a ningún lado, menos allá.

Comienzo a caminar apurada pero con mis pisadas seguras.

—Los soldados de Wonderland te vendrán a buscar...

—¿Y por qué tengo que ir?

—Porque aún eres su esposa y es tu deber.

Me vuelvo a detener mirando hacia la nada.

¿Por qué me casé con él? Que alguien me recuerde, por favor.

—¿Estoy obligada a ir?

Giacomo se pone en frente mío.

—Pues los soldados de Wonderland te llevarán si no quieres, entonces... Sí, estás obligada a ir.

—No llevaré a Daniel, necesito que lo cuides.

—Claro que si. -voltea a verlo con una sonrisa-. De todas formas no iba a dejar que te lo llevaras.

—¿Qué te traes con MI hijo? -cruzo mis brazos.

—Nada... ¿Por qué o que?

—Lo quieres andar cargando todo el tiempo, te da gusto cuidarlo y sin decir que lo concientes demasiado.

—Me es tierno y me gusta que lo pueda cargar, consentir, cuidarlo pero no llamarlo mi hijo y tener que vivir toda mi vida con una criatura.

—Wow...

—Piensa. ¿Para qué un hijo? Si tengo a Daniel. Por ejemplo, cuando crezca y tenga que ir a sus tutorías y tenga problemas, ¿a quién van a llamar? A ti.

Giacomo comienza a caminar y yo lo sigo, nos metemos al auto y este comienza a andar.

»Si le encargan de tarea de "¿Quién es tu persona favorita?" Me va a llevar a mi, llora, contigo, feliz, conmigo. ¿Si me entiendes?

—Ya te entendí, sin ningún compromiso en conclusión.

—¡Exacto!

—Ojala que alguien te dispare en la pierna.

Un Corazón Distinto   | Isis GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora