2. Una lujosa tortura

664 91 21
                                    

Becky.

El segundo piso de este lujoso lugar es como un laberinto de excesos que no siento míos. Con aquel cuarto en la mansión y el verde jardín al que siempre salgo para hacer yoga, me basta. Pero mi padre quiere esto para mí.

¿Por mi seguridad?

La presencia de Freen detrás de mí se siente como una sombra silenciosa. Su figura imponente y su andar sereno dan la sensación de que podría seguirme hasta el fin del mundo sin inmutarse, pero la expresión neutra que adorna su rostro, me sigue incitando a llamarla cara de piedra. Ella no logra percibir mi odio, como si fuera ajena a todo esto que está sucediendo, pero realmente lo es.

No se digna a decir una sola palabra, y entiendo que su silencio es elocuente; un recordatorio constante de que mi estadía aquí estará bajo una vigilancia que nunca pedí. Aunque me molesta un poco, debo admitir que su presencia tiene cierta elegancia, como si caminara por el pasillo de un hotel de cinco estrellas en lugar de escoltarme por... ¿mi casa?

La fragancia sutil de su perfume deja un rastro agradable en el aire mientras avanzamos, por lo que cierro los ojos por un instante, permitiendo que el aroma alcance mi nariz. Y sorprendentemente me gusta lo que huelo, aunque mi mente insista en resistirse a tomar cualquier aspecto positivo de esta situación.

Le doy un vistazo a la primera habitación y no puedo evitar sentir una leve sensación de bienestar al ver la cama grande y mullida con su piso de alfombra blanco. Un vestidor abarrotado de ropa, zapatos elegantes y zapatillas que me recuerdan cuánto conoce mi padre sobre mis gustos y cuán lejos está dispuesto a llegar para complacerme.

El baño es demasiado grande para mi gusto, pero me agrada la enorme bañera que lo habita. Mientras Freen, Sarocha, o como se llame, me observa desde la puerta, me dirijo rápidamente hacia las otras habitaciones.

Son habitaciones para huéspedes, por lo que apenas les presto atención. Una de ellas tiene una cama doble. Entre medio de las dos habitaciones, un baño más pequeño parece destinado a quienes no tienen la suerte de poseer el título de "invitados principales". Aunque si este va a ser mi hogar a partir de ahora, no creo que nadie ocupe estos ambientes, a no ser que...

—Tú — me volteo a verla — ¿vivirás aquí?

—No lo sé con exactitud, señorita Rebecca.

Ignoré su respuesta y me dirigí al final del pasillo, donde mi atención se centra en un gran escritorio que parece estar preparado para alguien estudioso o, en este caso, para una hija no tan agradecida. Una nueva laptop reposa sobre el mismo, y a diferencia de los ventanales en la sala, este espacio tiene una ventana de dos hojas. Pero la miro y pienso que aunque pueda abrirla, por aquí no podría escapar.

A la derecha, una biblioteca gigante llena de libros me atrae como imán. La habitación, aunque reluce, huele a una mezcla de tinta, papel y el sutil aroma a madera que envuelve todo el espacio. Cierro los ojos por un momento, sumergiéndome en el perfume familiar y nostálgico de aquellas páginas impresas. No puedo explicar la sensación de calidez y hogar que me transmite el olor a los libros, pero es algo que simplemente... me encanta.

Desde pequeña mi padre me ha regalado libros en cada fecha especial, y con cada libro un nuevo cuaderno de notas para que nunca dejara de escribir, ni de leer. Él siempre ha alimentado mi curiosidad y mi inteligencia, y eso es algo de lo que le estaré para siempre agradecida. A pesar de haber estudiado dos carreras y tener mi propia empresa gracias a mi arduo estudio y trabajo, mi padre siempre se ha encargado de cumplir mis caprichos y de cubrir mis necesidades.

Sumergida en mis pensamientos, y recorriendo con la yema de mis dedos cada espacio de aquel lugar, me perdí por un momento en la gran vista que me regalaban aquellas vistas. Podía ver toda la ciudad desde el penthouse en el último piso del Four Seasons, lejos del mundo, de la sociedad, y del peligro que según mi padre, me acecha. Pero aún no logro descrifrar el por qué de este lugar y la urgencia de "cuidarme" de algo de lo que no soy consciente de que está sucediendo.

Contra nuestras reglas; FREENBECKYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora