3. Peligro

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Tadow.

—¿Qué sabemos de ellos, Tadow? Cuéntamelo todo —ordenó sirviéndose la segunda copa de vino tinto, sentado en su cómodo sillón valorado en millones de dólares.

—Con su permiso, señor —moví el cenicero y desplegué carpetas sobre la mesa ratona de vidrio— ¿Recuerda a Eathan?

—¿Hablas de ese joven que se presentó a en mi oficina hace un año? —encendió un cigarrillo.

—Sí, señor. El mismo.

—¿Y qué tiene que ver con ellos? Le reservé un avión ese mismo día para que se fuera del país y no lo tomó. Nunca más volví a saber de él.

—Su familia, señor —estiré las fotografías sobre la mesa, y sin decir una palabra, observó uno a uno a los hombres en ellas, reconociéndolos de inmediato.

—La mafia DiAngelo —hizo una pausa y se quedó observando todo con detalle.

Él sabe el peligro en el que se encuentra Rebecca, y está asustado. Nunca lo había visto así. Su gesto de preocupación ante la situación en la que se encuentra su hija me preocupa a mí también. Esto no solo la pone en peligro a ella, sino a todos los que intentemos protegerla.

— ¿Y esta mujer? — en las fotos no se logra percibir su rostro, pero lleva un vestido rojo de seda, y está apuntando a un hombre con su arma.

—En la familia son todos hombres, señor, y aún no hemos encontrado información alguna sobre la mujer. Lo lamento. — Fruncí el ceño algo avergonzado.

—¿Qué quieren, Tadow? ¿Por qué están haciendo esto?

—Para responder con sinceridad, no lo sé, señor. Mi sospecha es que algo sucedió con Eathan y buscan venganza, pero no hemos podido conseguir información al respecto. A pesar de que nuestros mejores agentes rebuscaron entre las suciedades que esconde esa mafia, no hay rastros de él.

—Esa gente corrompe y soborna a las personas, Tadow. Son muy peligrosos.

—Sí, señor. Están involucrados en varios asesinatos, lavado de dinero, juego clandestino, tráfico de drogas y extorsión, entre otras cosas.

—Temo por la vida de Rebecca. —Se llevó las manos cruzadas a la boca y mordió sus nudillos—. Sé que estamos todos en peligro, pero a ella no puede pasarle nada, no lo permitiré.

Freen.

Ha sido la noche más tortuosa de mi vida. La chica se negó a comer o beber agua, y su despliegue de gritos y patadas continuó hasta altas horas de la madrugada, impidiéndome cerrar los ojos y descansar.

Es una malcriada, caprichosa e inestable.

Si mi padre hubiera podido resguardarme del mundo y brindarme la misma tranquilidad que tiene ella ahora, habría aceptado gustosa. Sin embargo, me llevó por un camino de rudeza y combate. Y no, no me quejo, mi existencia hoy en día es estable y bonita. Soy segura de mí misma, independiente e inquebrantable emocionalmente.

Mi apartamento, aunque mucho más modesto que éste, es mi refugio. El único lugar donde me siento a salvo sin tener que estar alerta constantemente. Ahí puedo dejar la tibieza a un lado y permitirme ser sensible a pesar de no llorar nunca. Y aunque casi no voy a casa por mi trabajo, me gusta mucho sumergirme en la comodidad de mi hogar, donde puedo dormir y descansar por horas sin que nadie me moleste.

Pasé de la tranquilidad de mi mundo a este lugar lleno de lujos y berrinches. No sé cómo voy a hacer para soportar las chiquilinadas, sus gritos y reclamos; pero el Sr. Armstrong es como un padre para mí, y no puedo fallar en esta misión.

Contra nuestras reglas; FREENBECKYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora