4. Límites

618 85 8
                                    

Becky.

No puedo ver la hora porque mi reloj quedó junto a mis pertenencias en aquel recipiente de plástico, pero todo está completamente oscuro y deduzco que es tarde. Bajé a la cocina algo hambrienta, esperando que Tadow y la cara de piedra estuvieran lejos de allí.

—Bien, al menos cenarás... ¿de vestido? — se burló.

—No es un vestido, idiota. Es un pijama de seda importada, suave como un susurro y tan delicado como un sueño inalcanzable, pero tú no sabes de estas cosas.

—Es cierto, prefiero dormir en ropa interior del encaje más delicado, y apuesto a que sí sabes de eso. ¿Te gustaría saber qué tan suave es? — lanzó una sonrisa pícara que, por alguna razón, me hizo sonreír también.

—Tadow dejó pizza, por si se te antoja, está en la heladera.

¿Ahora trata de ser amable conmigo?

No respondí, pero de todas formas saqué la pizza de la heladera y me dirigí al sofá para comer una porción. De repente todo se llenó de una extraña tranquilidad. Freen se mantiene a distancia, la atmósfera sigue siendo tensa pero soportable, y de un momento a otro estoy pensando en lo surrealista de la situación. ¿Cómo he llegado a cenar en un lugar tan lujoso, presa de mi libertad y vigilada por una mujer tan imponente?

—Tu padre quiere que te mantengas segura. Aunque no lo creas, esta situación es para protegerte. —Rompió el silencio.

—Protegerme, ¿o controlarme? — repliqué con amargura mientras comía el borde de la pizza.

—Tu seguridad es nuestra prioridad, Rebecca. Entiende que no estamos aquí para hacerte daño.

—No puedo entenderlo porque nadie me dice por qué estoy en peligro. Solo escucho palabras vacías y promesas de seguridad que no puedo comprobar.

Su expresión mostró un destello de frustración, pero se mantuvo en silencio. Aunque es difícil leer sus emociones, algo en sus ojos sugiere que, quizás, no está tan cómoda con la situación como aparenta. Parece que está lidiando con algo más allá de su deber como guardiana y este es mi momento para estudiarla más de cerca.

Después de la cena tomé un vaso de agua, y mientras me dirigía de nuevo a mi habitación, Freen me detuvo con una mirada seria.

—Rebecca, entiende que todo esto es temporal. Tu padre está trabajando en resolver la situación, no lo hagas más difícil para nosotros.

—Eso espero, que acabe rápido. Pero no ruegues por piedad — me acerqué y ella dio un paso hacia atrás.

—¿Por qué te alejas? ¿Te asusta tenerme cerca? — volví a dar un paso para acercarme, y ella levantó su mentón con seriedad. Su mirada sigue fija en mis ojos, que se encuentran a centímetros suyo.

—No me asustas, Rebecca. Pero no te burles de la seriedad de la situación.

Cada vez que estoy más próxima a ella, se pone nerviosa, puedo notarlo en sus respiraciones aunque intente controlarlas. ¿Y si intento seducir a Freen, con la intención de encontrar una debilidad en ella y hacer las cosas más fáciles para mí?

—¿Qué pasa, te gusta lo que ves? — susurré con un tono travieso llevando mi mano a su rostro, pero se mantuvo imperturbable.

—No juegues con fuego, Rebecca. Puedes quemarte.

—¿Y si me gusta el calor? — mi voz se volvió más suave, cargada de insinuación, y mis dedos trazaron el contorno de su mandíbula.

Freen retiró su rostro, dejándome con una mezcla de frustración y deseo a la vez. Jugar este juego entre el límite de la seducción y la manipulación me atrae un poco, pero más me fascina la idea de encontrar cualquier señal de vulnerabilidad en la fiera que me custodia.

Contra nuestras reglas; FREENBECKYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora