16. A la luz de la luna

359 42 5
                                    

Tadow.

Estoy de pie junto a la puerta de entrada, custodiando el acceso como durante las últimas semanas. El aburrimiento se ha colado en los minutos que parecen horas, pero a pesar de la calma aparente, sé que todo esto es solo una tregua temporal; lo peor siempre llega cuando menos lo esperas. Mientras espero órdenes, el aire tenso se hace casi palpable, y la sensación de que algo podría suceder en cualquier momento mantiene mis sentidos alerta.

Sarocha no ha aparecido en horas, lo cual es extraño. Y aunque la conozco lo suficiente para saber lo concentrada que puede estar cuando se sumerge en su trabajo, hoy hay algo que me inquieta. Mi instinto me dice que algo no está bien. Quizás encontró algo en el código que necesita descifrar... 

De repente, el dispositivo vibra en mi bolsillo, interrumpiendo mis pensamientos. Mi corazón se acelera un poco, pero al ver quién llama, mi atención se enfoca de inmediato.

—Tadow.

—Señor, dígame, ¿qué necesita?

—Deja lo que estás haciendo ahora mismo y ven a la oficina, tenemos reunión en media hora.

El tono firme y directo del jefe no deja espacio para dudas, algo grave está ocurriendo.

—Por supuesto, señor. Me dirijo hacia allá.

Corto la llamada y rápidamente me apresuro hacia las escaleras buscando a Sarocha para avisarle, pero sin ir más lejos, me la encuentro de frente. Su cabello está húmedo y lleva ropa cómoda, lo que contrasta con su habitual atuendo. Pero lo que realmente me inquieta no es su aspecto, sino su labio hinchado.

—Diablos, Sarocha —digo, con la sorpresa reflejada en mi voz— ¿qué te sucedió?

—¿Puedes creerlo? Me lastimé a mí misma— me responde sin dudar, pero el tono de su voz no me convence y mis ojos se estrechan ligeramente. ¿Acaba de mentirme?

—¿Pero cómo es posible que te hayas hecho eso tú sola? 

—Cuando estoy tan concentrada en el trabajo, comienzo a morder mi labio. Hoy simplemente no me di cuenta, y terminé jugando tanto con él que lo mordí demasiado fuerte. Ahora no deja de molestarme.

Me cuesta creerlo, pero no tengo tiempo para indagar más. Hay urgencia.

—Sarocha, el jefe necesita que me vaya ya. ¿Te encargas de Rebecca esta noche?

—Tranquilo, Tadow. Me encargo de todo —dice con firmeza, mientras se dirige a la cocina y toma una sartén. Algo en su actitud evasiva me hace pensar que no me está contando toda la verdad, pero no puedo detenerme a pensar en eso. El jefe me espera.

—Gracias. Hasta mañana —respondo, y sin más, salgo del penthouse.

Mientras el ascensor desciende, mis pensamientos siguen atados a Sarocha. Su actitud, su evasión a mis preguntas... algo no encaja. No puedo quitarmela sensación de que me está ocultando algo. Pero, por ahora, el deber llama. Y con cada número que baja en el panel, trato de alejar las dudas de mi mente. Solo espero que no esté cometiendo un error al dejarla sola...

El trayecto hacia la oficina del Sr. Armstrong me da tiempo para reflexionar. La llamada me desconcertó. ¿Por qué necesita mi presencia de forma tan urgente? ¿Qué podría estar sucediendo, y qué importancia tiene mi participación en esa reunión como para dejar el penthouse? Casi nunca me requiere para estos asuntos, a menos que sean reuniones con personas muy importantes, y siempre que la seguridad está en juego. Sé que soy su agente de confianza, pero este presentimiento de que algo grave está por suceder no me abandona mientras avanzo por los pasillos, preparado para enfrentar lo que venga.

Contra nuestras reglas; FREENBECKYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora