5. ¿Te gusta lo que ves?

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Sr. Armstrong

—¿Cómo es posible que no los hayan encontrado aún? Se supone que tenemos al mejor equipo de seguridad del país, ¿no?

—Tenemos un equipo excepcional, señor, pero...

—¿Pero qué?— lo interrumí algo nervioso.

—La persona indicada para hacer esto tiene otra misión.

—¿A qué te refieres, Tadow?

—Bueno... Sarocha no solo fue la destacada en su clase de tiro, también destacó en el equipo de analistas de seguridad. Su destreza para desbloquear información es insuperable, señor. Nadie lo ha logrado tan rápido como ella.

¿Cómo pude olvidarlo? Sarocha destacó en todas sus clases.

—Es una mujer talentosa y versátil, con una mente brillante. Pero en este momento pedirle que se haga cargo de ambas situaciones sería demasiado, ¿verdad? Estar con mi hija no es nada fácil.

Hice una pausa y mi mente se perdió en el peligro que rodea a Rebecca. La idea de que pueda sucederle algo a mi más preciado tesoro me aterra... Mi hija puede ser increíblemente impredecible como un tornado e insoportable como un grito de dolor, pero, ante todo, es una niña en busca de cariño. El dolor que dejó la muerte de su madre en nosotros caló hondo. Su partida fue el resultado de una enfermedad que se llevó consigo la vida de quien amábamos profundamente, y eso fue un golpe devastador. Una pérdida que dejó un vacío emocional difícil de llenar para todos, pero especialmente para Becky. Verla morir sin poder hacer nada, la marcó de maneras inesperadas, creando un lazo único y frágil entre nosotros.

La ausencia de su madre la hizo buscar consuelo en mí, convirtiéndome su ancla en medio de la tormenta emocional que la envolvía. Becky desarrolló una necesidad de estar cerca, de sentir el calor humano y la seguridad. Era sólo una niña y la noche se volvió un lugar aterrador para ella, por lo que la única forma en que podía conciliar el sueño era agarrada de mi mano, como si temiera que el mundo se desmoronara si dejaba de aferrarse a algo tangible.

Años después, con el apoyo adecuado, empezó a superar ese miedo. Dejó de pedirme que me quedara hasta dormirse, pero la sombra de ese trauma se asoma de vez en cuando. Ahora, en medio de esta situación, me pregunto cómo estará durmiendo por las noches, encerrada con una extraña... Aunque confío en Sarocha para protegerla, el miedo de perder a mi hija se agita nuevamente en mi interior.

Mi pequeña Becky...

—Se que tenerla encerrada contra su voluntad es algo desconsiderado — hablé y tadow se dispuso a escuchar con atención, a veces lo utilizo como psicólogo—. Pero es lo mejor para ella, ¿no?

—Por supuesto que sí, señor. Rebecca es algo... salvaje. Y aunque ahora no pueda afrontar la realidad, pronto entenderá que esto fue sólo para mantenerla a salvo.

—¿Cómo se lleva con Sarocha? —me gana la curiosidad de saber qué sucede con ella. Becky no hará nada fácil, nunca lo ha hecho. Es una rebelde.

—A decir verdad, la señorita Rebecca hace que la situación se complique un poco. Esta mañana intentó robar la tarjeta de Sarocha para salir corriendo. Afortunadamente, no pudo cumplir su cometido; mi compañera sabe cómo actuar ante estas situaciones. Pero la señorita Rebecca es algo...

—¿Indomable?

—Difícil, señor, pero nada que sea un problema para Sarocha.

Asentí en silencio y encendí el onceavo cigarrillo del día. Me había propuesto bajar la dosis de nicotina por día, pero desde que Becky está en peligro, mi ansiedad ha aumentado, y con ella la necesidad de fumar.

Contra nuestras reglas; FREENBECKYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora