capitulo 21

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En la habitación, la pelinegra se encontraba en su cama con Heinrey durmiendo a su lado, . Con el sol filtrándose a través de las cortinas, Theia abrió los ojos lentamente, parpadeando varias veces para acostumbrarse a la luz. Al mirar hacia su costado, vio a Heinrey acurrucado contra ella y sonrió.
Repentinamente, escuchó quejidos débiles que llamaron su atención. Miro una cuna cerca de la cama y a pesar del dolor en su cuerpo, se levantó con dificultad de la cama y se acercó a la cuna. Apoyando las manos en el borde, observó a sus pequeños. Eran tan frágiles y necesitaban tanto cuidado y protección. Los tres se parecían mucho a Heinrey, aunque el cabello de su segundo hijo varón lucía tan claro que rozaba el blanco, algo que le llamó la atención. Aunque tenía esas características, lucía sano y feliz, al igual que los otros dos. Los tres estaban bien.

No cumplí los dos meses que faltaban como había dicho el señor Osman - pensó la pelinegra acariciando las mejillas de sus bebés -  Alguien quiso hacernos daño. Mamá descubrirá quién fue, mis pequeños, no se preocupen

Mi reina? - La voz adormilada de Heinrey provocó que quitara su atención de los bebés. El rubio, al verla parada junto a la cuna, se levantó rápidamente de la cama y se acercó a la pelinegra -

¿Mí reina, cómo se encuentra? ¿Está bien yo... me asusté cuando me dijeron que estaba dando a luz? -  Tomó el rostro de la pelinegra entre sus manos -

Estoy bien. Solo que un poco cansada, eso es todo. Nunca esperé tener tres bebés de una sola vez. Es realmente agotador - Abrazó al rubio, escondiendo su rostro en el pecho del hombreHeinrey... Hay que hablar de algo.

Heinrey parpadeó varias veces mientras acariciaba el cabello de Theia. Afirmó algo confundido y Theia se separó un poco de él para verlo mejor. La pelinegra se sentó en su cama, palmeando su lado derecho para que Heinrey se sentara a su lado. Una vez que el rubio estuvo a su lado, suspiró y lo miró de costado.

La noche de la coronación, en que se ensució tu capa con vino... Te busqué... Cuando te tardaste... Fui hasta tu habitación y escuché sobre los documentos.

Yo... -Theia lo miró y el rubio se calló-.

Seguramente estuviste buscando los documentos que dijiste que quemarías... No hace falta ya que lo hagas... Yo mandé a quemarlos.

¿Usted los leyó?

Cada una de ellas... Cuál era la idea principal? -Heinrey tragó en seco y se sentó derecho, mirando la cuna donde descansaban los bebés-.

Convertir el reino en un imperio.

Y después ir a la guerra contra el imperio oriental? -El rubio afirmó-.

Pero esa idea cambió... Los planes cambiaron... Yo me enamoré de usted, mí reina, y mi hermano enfermó para después morir - theia se quedó pensando varios minutos en silencio, en los que el rubio temio en que ella lo abandonará -

Eso de los documentos ya no importa... Son cosas del pasado que ambos vamos a olvidar - le tomó la mano al rubio y apoyó su cabeza en su hombro - ¿Qué dices? Olvidemos eso, ¿sí?

¿No estás enojada? - negó con la cabeza -

Realmente no - dijo la pelinegra con una sonrisa al escuchar los balbuceos apenas audibles. Se disponía a levantarse para ir a ver a los bebés, cuando Heinrey la tomó de la mano, haciéndola caer sobre su regazo. Theia cerró los ojos por instinto. El rubio la miró y le susurró al oído con voz suave -

¿Por qué tienes tanta prisa? Quédate un momento más conmigo -Una cálida emoción recorrió el cuerpo de Theia al sentir el roce de los labios de Heinrey en los suyos. El beso se prolongó hasta que los pulmones de ambos se quedaron sin aire, y un fino hilo de saliva unía sus bocas. Con un suspiro, Heinrey se levantó de la cama cargando a Theia en brazos y la llevó hasta donde estaban los bebés -

Ella será mí ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora