capítulo 2

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El hombre, una vez erguido después de que Theia apartara la daga, se encontraba ahora en una silla, recostado con elegancia.

Creo que lo primero que debo hacer es presentarme. Mi mujer de ojos de luna - comenzó, esbozando una sonrisa de complicidad mientras se recogía el cabello largo - me llamo Kenji, soy el gobernante de las tierras salvajes de Arcadia.

¿Tierras salvajes de Arcadia? Eso no suena familiar en los mapas... - cuestionó la pelinegra con curiosidad, observando a Kenji con detenimiento -

Digamos que mis dominios son tan vastos y misteriosos que ningun mapa lograra plasmarlos - respondió Kenji con una risa suave, encontrando diversión en la incredulidad de Theia. Luego, con una expresión reflexiva, agregó - ¿Qué más debería revelar...? ¿Mi edad, quizás? Tengo entendido que tienes 19 años, a punto de cumplir 20, mi mujer de ojos de luna.

La mirada penetrante de Theia se clavó en él por un instante antes de asentir sutilmente, a lo que Kenji respondió con una sonrisa pícara.

De hecho, tengo 39 años y nunca he dado el paso hacia el matrimonio - Él jugueteaba con un mechón de su cabello entre sus dedos, mientras la pelinegra lo observaba con una leve expresión de sorpresa en su rostro. A pesar de su revelación, la edad no parecía reflejarse en su apariencia, que denotaba una juventud inesperada para sus 39 años. -

¿Cuál es la razón por la que me tienes aquí? - Theia dejó la daga a un lado sobre la cama y el hombre sonrió -

Excelente pregunta - se acomodó en su silla, su mirada reflejando determinación - Además de quererte a ti, a nivel de ambición, deseo conquistar cada territorio desde el imperio oriental hasta el continente de Hwa

Theia miró fijamente a Kenji

¿Crees que podrás lograrlo siquiera? Si todos los reinos e imperios se sienten amenazados, ¿no crees que podrían unirse para contraatacar? - Kenji soltó una carcajada burlona, negando con diversión -

En años, ningún hombre de esos imperios o reinos ha empuñado una espada en una guerra real, y tampoco les queda magia por ese lado - Kenji sonrió con confianza - ¿O acaso me equivoco, mi mujer de ojos de luna? Lo que me lleva al siguiente punto: tú me ayudas en esto y yo te ayudo a ti - declaró con seriedad. Se miraron fijamente, sus miradas transmitiendo una complicidad silenciosa - Cuando conquiste el reino occidental, tendrás a tus hijos a tu lado nuevamente

.......

Afife y Hamza soltaron jadeos de sorpresa, la pelinegra se encontraba sentada en un pequeño banquito de madera entre las camas en las que estaban acostados. Las camas eran mucho más sencillas que la que Theia había ocupado al despertar

Pero, mi niña, ¿me estás diciendo que aceptaste ese trato? - susurró Afife sorprendida mientras miraba a la pelinegra -

La pelinegra exhaló un suspiro profundo, sus ojos se posaron en sus manos entrelazadas. Los anillos del imperio occidental brillaban en sus dedos. Los anillos que Heinrey le había entregado, habían desaparecido.

No nos queda más remedio que aceptar las circunstancias en las que nos encontramos - dijo con una voz que intentaba ser firme, pero que dejaba entrever su resignación. Miró a sus compañeros, atrapados en la misma situación que ella - Estamos retenidos contra nuestra voluntad, ¿qué otra opción tenemos? Y si por algún milagro pudiéramos regresar... nadie creería nuestra historia. Las consecuencias, temo, serían aún más graves

Hamza y Afife se miraron con preocupación. La situación en la que se encontraban a bordo de ese barco no era nada favorable. No tenían idea de cuál era su destino, y antes de que lograran siquiera asomarse a la cubierta, sabían que sus cabezas podían rodar en cualquier momento. A pesar de estar en buen estado físico, sin heridas ni lesiones aparentes, el peligro los rodeaba

Ella será mí ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora