12| Empathy

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SAMANTHA'S POV

—¡Esta vez tomo el lado izquierdo! —exclama Abril, extendida en el colchón como una ballena muerta.

Es la segunda vez que tendremos que tolerarnos el uno al otro durante toda una noche. Para mi asombro, nuestra primera noche juntas no fue tan mala. Esperaba algo catastrófico como una feroz batalla de amortiguación o una discusión interminable.

Pero no. No pasó nada.

Tal vez estábamos demasiado cansadas para entrar en una pelea.

—Por favor... —continúa con una voz aburrida cuando se da cuenta de mi silencio.

Siempre duermo en el lado izquierdo de la cama, y no es probable que esto cambie debido a sus caprichos. Pero parece que está decidida a cabrearme.

—No. —Dije, subiendo a la cama.

Ella se levanta en una posición sentada y me mira.

—Perra, dije por favor —ella pone los ojos en blanco.

—Y yo dije que no.

—¿Sabes qué? No me importa tu opinión —ella se burla.

—Y no me importa que no te importe.

—No me importa que a ti no te importe que a mí no me importe.

—No me importa que no te importe, no me importa que no te importe.

—No me importa que no te importe que a mí no me importa que no te importe que a mí no me importe.

—¡CIERREN LA PUTA BOCA! —Escucho la voz de Millaray y Vicky en coro.

—Uh-oh. Las irritamos —añade Abril.

—Es culpa tuya.

—No.

—Lo es.

—No lo es.

—Lo es.

—No lo es.

Se establece un silencio. Nuestros ojos todavía están plantados en la otra con el resplandor más mortal. Suspiro y miro la pared gris de su habitación. Nuestra discusión infantil está empezando a molestarme. Como siempre.

—No puedo dormir en el lado derecho porque mi perro solía dormir allí —digo con voz tranquila.

Como mi vecina desde la escuela primaria, desafortunadamente, es consciente de la existencia de mi perro, Cabo. Solía pasar por la valla de seguridad para comer tomates de su jardín y jugar con su perro salchicha, Slinky. Me parece que ella amaba a Cabo. Él venía regularmente a verla, incluso más que yo. Era un perro enérgico, y fue justo eso lo que le costó la vida.

Cabo murió, derribado por un coche. Yo tenía diez años cuando sucedió y él solo tenía seis meses. Aunque se quedó con nosotros por un corto tiempo, su muerte me afectó mucho y dejó algunas cicatrices.

Estaba devastada y traumatizada.

Todavía lo estoy.

—No estoy haciendo esto por ti, lo estoy haciendo porque me gustaba mucho Cabo —ella gruñe.

En poco tiempo, su cuerpo está acostado en el lado derecho de la cama. Me quedo quieta, en una posición sentada con una cara confusa. No sé qué hacer. ¿Debería dormir? Pero... No estoy cansada. Deambulo mis ojos por su habitación y luego algo me llama la atención. Son los dos jarrones llenos de rosas pegados en la mesita de noche.

Una sonrisa aparece en mis labios cuando mis ojos caen sobre la rosa que se destaca de todo; mi rosa blanca. La persona que me dio esta rosa tiene un lugar especial en mi corazón, y realmente me gustaría saber quién es.

—Millaray y yo estamos saliendo, así que si crees que tienes todas las oportunidades, tú... —dice Abril, al azar.

Lo corté con una sonrisa falsa en los labios.

—Lo sé. Felicidades.

Ella frunce el ceño y me vuelve su cuerpo antes de escanearme para ver si soy realmente sincera o no. Para ser honesta, mi corazón late locamente y un gran dolor corre por mi estómago.

Ella no sabe que me estoy muriendo por dentro al decir eso.

—¿No te deprimes al respecto?

—Me encantaba Nuvia, pero creo que mis sentimientos por ella no fueron suficientes —mentí—. Ella es toda tuya.

Nunca pensé que diría eso, pero tuve que darme por vencida. Abril es mi rival y una competidora de alto nivel. No tuve ninguna oportunidad con ella. A pesar de que parte de mí se niega a admitirlo, esa chica no es para nada fea, en absoluto. Ella me da la espalda y, después de unos segundos, hablo.

—¿Abril? —La llamo.

Escuché un pequeño gemido de ella antes de que se girara el cuerpo para que su codo esté contra el colchón y sus ojos estén puestos en mí. Me pellizco los labios pensando en lo que acabo de hacer. Es raro que la llame por su nombre en lugar de un estúpido apodo.

—¿Qué quieres, perdedora?

—¿Tienes alguna idea de quién podría haberme dado la rosa blanca?

Por un segundo, la veo dudando. ¿Ella sabe algo?

—Creo que es Félix...

Casi muero atragantada con mi propia saliva debido a su respuesta. ¿Félix? ¿Cómo Francisco Félix, el capitán de fútbol de la universidad y también su mejor amigo desde siempre? No esperaba eso. Félix y yo nos conocemos desde que conozco a Abril. Estábamos en la misma escuela secundaria y creo en el mismo jardín de infantes. Es un tipo misterioso que no habla mucho, pero que tiene éxito con las chicas.

Hablamos varias veces, pero debido a mi odio por Abril, no intenté ser su amiga. Aun así, es un buen tipo, es sociable y es raro verlo solo. Eso es todo lo que puedo decir sobre Félix.

—¿Estás segura? —Le pregunto.

—Es lo que creo... Te ha amado desde hace un tiempo, pero nunca me lo dijo directamente.

Quito mis ojos de ella para aterrizar en la rosa blanca, y sin darme cuenta;

Sonrío.

Sonrío

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HER | ᴿᴵⱽᴬᴿᴵDonde viven las historias. Descúbrelo ahora