30| Last night

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ABRIL'S POV

Todo pasó demasiado rápido. Estábamos en una casa embrujada, y ahora estamos en casa de no sé quién. Félix recibió una llamada de su amigo pidiéndole que viniera, nos rogó que viniéramos con él y aquí estamos, en una fiesta universitaria llena de alcohol.

Mientras Félix está ocupado hablando con sus amigos, Vicky, Rivers y yo fuimos a la sala de estar a tomar un refresco. De repente, alguien me toma la muñeca y frunco el ceño cuando me enfrento a un hombre con ojos azules bastante intimidantes.

—Hola, guapa, ¿quieres bailar conmigo?

Alejo su mano de un empujón.

—No, gracias.

Sigue sonriéndome y toma un mechón de mi cabello y luego lo envuelve alrededor de su dedo. No me gusta que me toquen, y menos cuando los extraños piensan que pueden hacerlo. Aprieto los dientes, lista para rechazarlo, pero un brazo rodea mi hombro y me giro para ver a Félix ya a mi lado.

—Aléjate, ella viene conmigo —toca a mi mejor amiga.

—Lo siento, no sabía que era tuya —el tipo se disculpa rápidamente antes de irse tan pronto como puede.

—Nos trajiste a un lugar medio raro, ¿no?

—Sí, por eso tenemos que irnos. No es un lugar para ti y las chicas. Me acaban de decir que están organizando fiestas llenas de drogas... ¿dónde está Rivers? —pregunta, luciendo muy preocupado.

—Con Vicky. ¿Por qué?

—No debería tomar —dice, y al mismo tiempo, volteamos los ojos a cierta chica rubia que está bebiendo algo azul—, lo que le ofrecieron —terminó su oración.

—Mierda.

Nos apresuramos a Rivers y cuando llegué frente a ella, le quité el vaso rojo de las manos. Forcejeó el vaso de mis manos hasta que no pudo, pero ya no hay líquido dentro. Tiro el vaso y la miro mientras ella me mira incrédula.

Esa pendeja se lo bebió todo.

—¿Qué?

—¡Pendeja! Hay droga en tu vaso y te lo tomaste como si nada —gimo.

La rabia crece dentro de mí por alguna razón desconocida. Y, sin más demora, arrastro el cuello de su camiseta. Samantha es más alta que yo, pero mientras sostengo su ropa, nuestras caras están a unos pocos centímetros la una de la otra.

"¡Eres demasiado ingenua!" Pensé para mí misma.

Si Félix y yo no estuviésemos ahí para evitar que tomara, alguien le habría hecho daño. Aprieta los dientes y trato de regular mi respiración.

—Ari... no es culpa suya. La retó a tomarlo —dice Vicky con una mirada cargada de culpa.

Samantha no me empujó hacia atrás ni una sola vez. Se mantuvo recta, sus ojos puestos en mí. Dejé salir un pequeño gemido y di un paso atrás.

—Nos vamos a casa.

—Nos vamos a casa

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HER | ᴿᴵⱽᴬᴿᴵDonde viven las historias. Descúbrelo ahora