Cho Gue-Sung, o más conocido como 'el 9 de Corea', fue la estrella del mundial de Catar 2022. Goles, belleza, pasión y futbol, el héroe indiscutido de Corea del Sur. El rey de las redes sociales, sensación en Twitter e Instagram. Terminado el mundi...
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El aire fresco del amanecer me da de lleno en la cara. Joaquín va a toda velocidad por las calles de la ciudad. No me da miedo la velocidad, lo agradezco. Intento vaciar mi mente, y no pensar en nada más. Intento disfrutar mi momento con mi amigo, que ahora está estacionando la moto. Se baja y saca su casco, mientras yo hago lo mismo. Me mira y sonríe de esa manera tan dulce de él, que hace que sus ojos se achiquen un poquito. Saca su costoso celular y enfoca la cámara selfie y nos toma una fotografía. Cuando termina lo bloquea y lo guarda en el bolsillo de su campera de cuero negra. Me toma de la mano y comenzamos a caminar, hasta que llegamos a un banco en la plaza y nos sentamos. Lo miro, y sus ojos están puestos en el cielo, que a esta hora, está aclareando en hermosos tonos azules claros.
―¿Querés ir a desayunar?― me dice, acomodándome el pelo, pero el viento lo vuelve a desacomodar, ya que su risita resuena en mis oídos. Lo miro con claridad, y sus ojos brillan tanto a la luz del día, que nunca me había fijado lo bonito que se ven. Como ve que no respondo mueve su cabeza hacia un lado, haciendo que me ría yo también.
―¿No tendríamos que ir a casa ya? Hoy tenemos que trabajar, Joaquín―le digo, para que entre en razón.
―¡No seas aguafiestas!―me dice con un puchero, y un tono de voz infantil, que sabe que me puede―Aparte sabés que podemos pedirle el día libre a Mauro...
―No me gustan los privilegios, además que si no trabajamos, nos descuentan el día. Puede que a vos no te afecte, pero a mí sí―le digo, y sé que cuando le recuerdo su posición económica, mi amigo se ofende. Saca su lengua en mi dirección, y sin decir más, se pone de pie. Tiene mi mano apretada entre la suya y tira de mí en dirección a su moto. Pero freno la marcha. Él se da vuelta y me mira.
―Gracias, Joaquín, por todo. Por estar conmigo, y quererme. Porque me querés, ¿no?―acerca su cuerpo más hacia mi dirección. Me mira a los ojos, y acaricia mi pelo. No soy muy fanática del contacto físico, pero con Joaquín es distinto. Sus manos son como un bálsamo para mí.
―No hay nada que agradecer, amiga―con un suspiro profundo, aleja su mano de mí, y aunque percibo un poco su timidez, acaricio su mejilla derecha. Sonríe de esa manera tan especial, y percibo el sutil color de sus mejillas. Para cortar la incomodidad que siente, tira de mi mano nuevamente, y nos dirigimos a su moto.
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Miro por la ventana. El amanecer llegó hace unas cuantas horas. Joaquín me dejó en la puerta de casa, y por más que lo intenté, no logré dormirme. Estoy con la ropa puesta, y no dejo de mirar el celular esperando una llamada que no va a llegar. Ni quiero imaginar lo que Cho y esa chica deben estar haciendo en este momento. Fue demasiado estúpido pensar que un chico como Cho no tuviera novia. Es más, no tendría que importarme. Cho y yo nos vimos un par de veces, y nadie en su sano juicio podría enamorarse en unos días. ¿O sí?
Sentada en la cama medito por qué siempre me pasa lo mismo. Las pocas interacciones con el sexo opuesto me llevan a enamorarme de chicos que apenas me miran o me hablan. Un poco de atención de su parte y me vuelvo una tonta.
Sin ánimos para nada más, me dirijo a la cocina y me preparo una taza de café y miro videos en Instagram. Gracias al bendito algoritmo un video de Cho aparece, y un suspiro se escapa de mis labios. Miro su cara, y no puedo evitar sentir mariposas en la panza, es tan bonito...
Más videos aparecen y scrolleo a toda velocidad. Hasta que una imagen llama mi atención: una de las fotos de una de las chicas del restaurante, sacada esa noche en la que conocimos a los jugadores. La nostalgia me inunda, y quisiera volver a ese día, pero recuerdo lo que esos abusadores me hicieron y se me pasa.
Continuo buscando imágenes de Cho en su perfil, y me encuentro con algunas otras, y pienso lo que diría Mauro si se entera que una de sus empleadas tomó fotos a escondidas. Le envío el link a Joaquín y me responde al instante, y hablamos por un rato. Él está acostado en su cama, y sin ganas de ir a trabajar, igual que yo.
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La jornada laboral debe comenzar y puntual llego al restaurante. La mañana transcurre con normalidad. Atender a los clientes y reportarnos a Mauro, que como siempre, se encuentra de buen humor. Nos alegra a todos con su tono de voz amable y sus ojos tan azules como el cielo.
Joaquín me ayuda en todo lo que puede, y no duda en hacer sus chistes. Nos ponemos de acuerdo en ordenar unas mesas, hasta que algo llama nuestra atención. En la tv que está prendida en el restaurante, el nombre de Cho Gue-sung resuena. Los periodistas de ese programa de televisión, entre risas y un tono casi burlón, hablan del jugador de fútbol. Como es costumbre en esos típicos magazines de la mañana, los periodistas hablan fuerte y todos al mismo tiempo. Mi corazón da un vuelco cuando veo la foto de Cho Gue-sung de ese día, aquí en el restaurante. Joaquín parece afectado también, ya que su respiración es igual de agitada que la mía.
Joaquín se dirige al mostrador, busca el control remoto y sube el volumen.
El mundo parece colapsar sobre nosotros cuando en el gráfico de la pantalla se habla de "golpes, discusión y de escándalo mundial" ...
Estamos jodidos...
Amigas, preguntas para ustedes...
-Qué les parece esta vuelta al drama?
-Qué creen que ocurrirá en la historia en el futuro?