IV

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Capítulo 4

12 de noviembre, 1002

Asterin

Terminé de arreglar mi peinado, colocando un último broche en él, dejándolo casi suelto del todo. Sonrío al verme en el gigantesco espejo de mi cuarto y vuelvo a mirar a mi alrededor.

Mi habitación no es tan grande como la anterior, pero definitivamente tiene más lujos y luce perfecta, desde el pomo brillante de la puerta hasta la alfombra rosada. No es mi color favorito, pero está hermosa.

Mi mejor amiga suspira, estando acostada en mi cama en una posición incómoda, pero parece gustarle. Como no tiene nada más que hacer y está aburrida de su habitación, viene a la mía a pasar el tiempo, bueno, viene a no hacer nada pero con mi compañía.

Su habitación es compartida junto a dos chicas, Claudia y Martha. Al parecer son unas desordenadas y gritonas pero con buen humor, según mi mejor amiga.

—¿Por qué tenemos que estar encerradas? —refunfuña, jugueteando con su celular.

—Porque mi padre no está seguro todavía de estas personas.

—¿Entonces por qué accedió a venir a este lugar?

—Tendrá sus razones. —me encojo de hombros.

Susurra algo bajito que no logro escuchar, pero estoy segura de que fue una palabrota. No suele controlarlas cuando está frustrada, o sus emociones la controlan.

—¿Y Josh? —pregunta después de un rato.

—¿Qué pasa con Josh? —me levanto del tocador y camino hacia la ventana para intentar abrirla.

—¿Él también está encerrado? —no la puedo ver, pero por su tono de voz parece preocupada.

Me detengo cuando voy a responder porque, antes de abrir la ventana, visualizo detrás de un árbol a dos personas, un chico y una chica. Sé que se trata de una chica por su larga cabellera negra y su vestido extravagante de color negro, y su acompañante lleva un traje del mismo color.

Veo que parecen estar discutiendo, pero por más que intente, nunca lograré leerles los labios porque están demasiado lejos. Unos ojos se posan en mí, nuevamente una mirada extraña.

La curiosidad crece en mí, pero soy interrumpida.

—¡Asterin! —salgo de mi burbuja y cierro la cortina de nuevo para dejar atrás a esos dos.

—Josh no está encerrado —le respondo acostándome a su lado— Él tiene deberes que hacer junto a mi padre.

—Pero...

Es interrumpida por dos golpes seguidos en mi puerta, ambas nos quedamos quietas para luego hablar. El único que toca la puerta es...

—Pasa, Papá.

Danny y yo nos levantamos antes de que vea cómo nuestro atuendo estaba todo desarreglado, luciendo nada femenino.

Las bolsas bajos sus ojos son notables, y el cansancio las acompaña. Parece que si se ha estado aseando, pero no puedo decir lo mismo de sus tres comidas al día.

—Buenos días —sonríe al entrar al cuarto. Le regalamos solo un asentimiento y una sonrisa de mi parte— Pueden salir.

Ambas soltamos un chillido sonriendo de oreja a oreja, saltamos agarradas de la mano.

—¿Ya puedo ver a Carl y a Lotte?

—Sí, te acompañaré. —me sonríe— Perdónenme por tenerlas tanto tiempo encerradas.

Un cielo sin constelaciones (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora