Capítulo 7
14 de noviembre, 1002
Asterin
Caminando por los largos pasillos, buscaba una excusa; mordisqueaba mi labio inferior y arrugaba mi entrecejo.
Suelto un suspiro cuando, al llegar a mi cuarto, no hay nadie. Por eso, al entrar, inmediatamente pongo seguro. Nadie intentará entrar. No estoy del todo segura si mi padre se habrá enterado.
Intento dormir y solo consigo dar vueltas y más vueltas en la cama, debajo de las sábanas. Tengo muchas dudas sobre este lugar, sobre Kyle, lo que no me permite descansar sabiendo que mañana será un día pesado.
El ruido de las hojas moviéndose me despierta. Me incorporo rápidamente en la cama, el corazón latiendo con fuerza mientras intento identificar la fuente del sonido. El viento parece haberse intensificado afuera, agitando las ramas de los árboles contra las ventanas de mi habitación.
Me levanto con cautela y camino hacia la ventana. A través de los cristales empañados por la noche, distingo las sombras de las copas de los árboles meciéndose bajo la luz de la luna. No veo nada fuera de lo común, pero el inquietante presentimiento persiste en mi mente.
De repente, un destello tenue captura mi atención desde el borde del bosque que rodea la mansión. Es como si una figura se moviera entre los árboles, apenas visible entre las sombras. Mi respiración se detiene por un momento mientras observo con intensidad, tratando de discernir si es solo mi imaginación o algo más.
El viento silba a través de las ramas, llevando consigo susurros indistinguibles que aumentan mi nerviosismo. ¿Podría ser Kyle, vigilándome desde la distancia? La incertidumbre se apodera de mí, y decido cerrar las cortinas de golpe, aunque el movimiento brusco solo intensifica mi temor.
Vuelvo a la cama, pero el sueño parece aún más lejano ahora. Mis pensamientos giran en torno a las preguntas sin respuesta sobre este lugar y sobre Kyle. Y más sobre mí padre ¿Por qué nos atrajo aquí? ¿Qué es lo que realmente busca?
El tiempo pasa lentamente en la oscuridad de mi habitación, cada minuto prolongándose como si fuera una eternidad. El mañana se aproxima rápidamente, trayendo consigo la promesa de desafíos y revelaciones que no estoy segura de estar lista para enfrentar.
No sé qué hora era, pero al final me quedé en un sueño profundo con un poco de pesadez en el estómago que no era tan molesto solo...Nuevo.
Despierto con el sonido de ruidos provenientes de fuera. El estómago aún pesado y una sensación de incertidumbre en el pecho. Me levanto lentamente, tratando de no hacer ruido, y me dirijo al baño para refrescarme. Miro mi reflejo en el espejo, y no me gusta del todo lo que veo, mis ojos están llenos de preguntas sin respuestas.
Después de vestirme, me aseguro de tener todo lo necesario para pasar desapercibida. Salgo del cuarto con cautela, observando cada rincón, cada sombra. Los pasillos ahora parecen aún más largos y silenciosos, como si los ruidos previos solo fueran eco del cuarto que dejé atrás.
Mientras camino, mis pensamientos regresan a Kyle. No puedo evitar preguntarme qué estará haciendo ahora, si también está tan intranquilo como yo. ¿Qué secretos guarda? ¿Qué papel juega Kyle en todo esto?
Decido dirigirme hacia la biblioteca, uno de los pocos lugares de la mansión donde me siento segura para reflexionar. El silencio sepulcral de los pasillos me acompaña mientras avanzo con paso ligero pero firme. Cada sombra parece ocultar un misterio más profundo, y siento que cada paso me acerca más a descubrir la verdad detrás de esta intrincada red de secretos.
Al llegar a la biblioteca, sus grandes ventanales filtraban la luz del amanecer, iluminando los estantes llenos de libros antiguos y polvorientos. Me siento en una de las butacas de terciopelo, dejando que la tranquilidad del lugar me envuelva mientras intento ordenar mis pensamientos.
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Un cielo sin constelaciones (+18)
Science-FictionJinetes Misterios Verdades dolorosas y mentiras blancas, como algunos la llaman. Asterin Elliot es una chica tranquila y un tanto perezosa, pero sobre todo exploradora. Nunca puede mantener la boca cerrada y menos en momentos en que la curiosidad es...