Capítulo II.

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(NARRA ILIANA)


Abro los ojos con fuerza, escucho unos fuertes ruidos. Miro en la habitación que estoy, detalle por detalle. Esta no es mi habitación. 

La habitación tiene una pequeña ventana alta, y con barrotes muy gruesos, apenas entra luz. Hay un colchón en el suelo, donde me encuentro ahora. En frente tengo una puerta de hierro. 

Me viene un recuerdo, camino a mi casa me agarraron y me taparon la boca y me quedé dormida. El miedo se apodera de mí. Me levanto del colchón y me dirijo a la puerta. Le doy fuertes golpes, pero no obtengo ninguna respuesta.  

Me empiezo a desesperar y me tumbo en el colchón, mis mejillas se humedecen. 

El pecho me aprieta, me cuesta respirar, no se porque estoy aquí, ni porque me ha tocado a mí. 

No se cuanto tiempo llevo aquí, no se si mis padres se habrán dado cuenta de que no aparezco, no se si Jesús lo sabrá. 

Escucho unos pasos, me siento, apoyo mi espalda en la pared. La cerradura cruje, el pomo de la puerta gira, rodeo mis manos en mis pies. 

- Ya te has despertado - dice una voz muy aguda y acercándose a mí, levanto mi mirada, me encuentro con un hombre con unos treinta y poco años, sus brazos son fuertes, y su cara, su cara da mala uva. Tiene cara de pocos amigos. 

- ¿Qué hago aquí? - pregunto con miedo  

- Lo que hacen todas - coge mi pelo con fuerza y me tira de el haciendo que me levantara de golpe, me arrastra a no se donde, mis ojos no paran de llorar.

Después de unos segundos andando me empuja hacia una habitación, haciendo que me cayera al suelo. Levanto mi mirada y me encuentro con muchas chicas, chicas de mi edad. Una de ellas se acerca. 

- Hola - me sonríe, noto fuerza en sus labios, sonríe falsamente - me llamo Carla ¿y tú? - me agarra del brazo con cuidado y me ayuda a levantarme 

- ¿Qué hago aquí? - pregunto ignorando su amabilidad 

- Tendrás muchas preguntas, a todas nos pasa es normal, ven te cuento - agarra mi cintura y no sentamos en unos de los sillones, todas las chicas se acercan a nosotras y se sientan a nuestro al rededor - como puedes ver todas somos adolescentes, somos las hijas de empresarios, nos secuestran y nos traen aquí, algunas se quedan, algunas se van, no secuestran para ganar dinero, chantajean a nuestros padres, pero después no nos sueltan, nos venden, y nos usan como objetos sexuales - un nudo en la garganta aparece, ella al parecer lo nota y me abraza para tranquilizarme, después todas empiezan a presentarse.

Algunas llevan aquí años. Algunas son hijas de los compañeros de mi padre en su trabajo.  

Y yo me pregunto, ¿cuánto tiempo estaré aquí? ¿hasta que punto podré llegar? ¿Aguantaré? ¿Volveré a ver a mis padres, a mis amigos, a Jesús? 

(...)

Según llevo contando, estoy aquí desde hace ocho días. 

Aquí no ha cambiado nada, me trasladan de habitación cada día. Cada día nos ponen a limpiar y hacer comida para no se quién, nadie sabe nada. 

Se me hacen cortos los días, ya que estoy algo entretenida con las amigas que he echo aquí, pero por la noche es un infierno, apenas duermo, me paso la noche llorando, el pecho me aprieta y me cuesta respirar. Hecho mucho de manos a mis padres, y por supuesto a mi hermano. Cada vez que cierro los ojos, me viene los recuerdo de cuando estaba con Jesús, cada acaricia, cada beso, cada sonrisa que me  ha sacado... Eso es lo que me mantiene aquí despierta, con ganas de no rendirme. Porque cueste lo que cueste yo de aquí salgo. 

(NARRA JESÚS) 

Los días cada vez están siendo más duros, llevamos con la búsqueda casi un mes y no hay rastro de Iliana. Ayer llegó un informe diciendo que si Iliana no aparecía en quince días la búsqueda de la policía quedaría finalizada. 

De hecho ya no la buscan viva, pero algo me dice que sigue por ahí fuera y viva. 

- Jesús, baja a comer algo - dice mi hermano entrando a mi habitación

- No tengo hambre - 

- Eso llevas diciendo desde hace un mes -  dice sentándose a mi lado - tienes que comer algo, el echo de que no comas no va a volver Iliana - pasa su mano por mis hombros, me giro rápidamente a él y le abrazo, me derrumbo en él, no aguanto más mis lágrimas y han salido a la luz. 

Todo ha cambiado. |Jesús Oviedo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora