Capítulo XVII.

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(NARRA ILIANA) 

Después de estar más de una hora bailando le hago una señal a Dani, Julia y Marcos. Me acerco a la barra y pido algo de beber. Estoy sedienta y la garganta la tengo seca de cantar tanto. Cuando me da la bebida no tardo ni medio segundo en llevarme el vaso a mi boca, le doy cuatro tragos y lo vuelvo a dejar donde estaba antes. Me siente en un taburete que tengo a mi lado, desvió mi mirada hacia la izquierda y me encuentro a Isa caminando hacia aquí junto con María. Detrás van Jesús y mi hermano. 

- Mierda - susurro. Cojo el vaso y me dirijo hacia Julia. Cuando estoy a su lado la cojo del brazo y tiro de ella. - Vamos al baño - digo a los chicos, ellos asienten y tiro de Julia a la salida de la discoteca. 

- ¿Qué te pasa? Me gustaba esa canción - dice una vez fuera 

- Está aquí Jesús, voy a llamar a mis padres para que vengan a por mí - digo girándome para entrar a por mis cosas. Pero Julia me detiene. 

- Es el primer día del año y le van a dar por saco ya a Jesús. Iliana por favor, no dejes que te arruine la noche, lo estábamos pasando genial. - dice queriendo convencerme. Debato en si quedarme o no. 

- ¿Sabes qué? Tienes razón, ¡vamos! - la cojo del brazo y tiro de ella dentro de la discoteca. Nos cercamos donde están los chicos y nos unimos a bailar. 

- ¿Todo va bien? - pregunta Marcos en mi oído. 

- Sí - lo miro y sonríe, él me devuelve la sonrisa. 

(...) 

Me pongo la chaqueta al sentir el frío traspasar mi piel. Acabo de salir de la discoteca, me estaba empezando a agobiar. Estaba repleta de gente y ya no se podía casi ni bailar. 

- Y por fin que te veo sola, Marcos es una lapa - escucho en mi espalda, un escalofrío recorre mi cuerpo al reconocer la voz. Me quedo quita, ni siquiera me giro. - ¿Te ha comido la lengua un gato? - siento su calidez muy cerca de mí. Me giro quedando cara a cara y doy un paso hacia atrás. 

- ¿Qué quieres Jesús? - pregunto sin quitarle la mirada. 

- Aléjate de Marcos - dice con un tono áspero y molesto. Se acerca a mí, a lo que yo respondo alejándome de él y suelto una carcajada irónica. 

- Me alejaré si quiero. Y no, no quiero alejarme de él. - le dejo claro, lo esquivo y camino. Agarra mi brazo y me empuja hacia él y quedamos a centímetros. 

- Tú eres mía - al escuchar esas palabras vuelve a recorrerme ese escalofrío. Me dan ganas de quitar los centímetros que nos separan y besarle, pero no puedo. Esta vez no. 

- Que te quede claro, ¡yo no soy tuya! Ya no - me suelto de su agarre y camino rápido a la entrada de la discoteca pero me vuelve a detener. Agarra mi brazo con fuerza y me aleja de allí. Cuando cruzamos la calle y pega contra la pared mientras agarra mis dos brazos con fuerza. - Me estás haciendo daño, suéltame por favor - le ruego mientras aguanto mis lágrimas. No me hace caso y sus labios se acercan a los míos. Éste no es él. Verdaderamente estoy asustada, nunca me ha tratado así Jesús. - ¡SUÉLTAME! - 

- Ha dicho que la sueltes - dice un chico a un metro de nosotros, Jesús me suelta y se pone delante mía. 

- Lárgate, ella está conmigo - grita Jesús enfadado. 

- ¿Está contigo por gusto o por obligación? - Marcos se acerca a Jesús desafiante. Esto va acabar muy mal y por mi culpa. 

- Solo quiero hablar con ella, así que vete - vuelve a gritar Jesús. Marcos busca mi mirada para una respuesta. 

- Marcos tranquilo, puedes irte - digo con un nudo en la garganta. No se ni siquiera porque he dicho eso. Marcos mira a Jesús y se va. Jesús se da la vuelta y me mira. Su mirada expresa preocupación. 

- Lo siento, no quería hacerte daño - agarra mis brazos y me acaricia. Otra vez vuelve ese escalofrío. Me suelto de su agarre. 

- No tengo todo el día, ¿qué quieres hablar? - cruzo mis brazos esperando una respuesta. Miro mi reloj. 

- Son las 6:30 am, ¿me dejas que te invite a desayunar? - pregunta con miedo a mi respuesta. Asiento y caminamos a una cafetería que está a dos calles de donde estamos. Saco el móvil de mi chaqueta y  le envío y mensaje a Julia avisándole de que estoy con Jesús. 

Una vez dentro de la cafetería no sentamos en la mesa más alejada. A penas hay gente, solo una pareja desayunando y un hombre en la barra. Jesús se levanta y va hacia la barra para pedir el desayuno. Y vuelve, se sienta en frente. 

- ¿Puedo hacerte una pregunta? - pregunta casi en susurro. Yo solo asiento. ¿Me quieres? - Esa pregunta me pilla por sorpresa. Él me mira esperando una respuesta, analiza cada uno de mis mínimos movimientos. - Porque yo sí Iliana, siento todo lo que te he hecho - en su voz noto arrepiento, y puedo jurar que tiene la voz casi quebrada, como si en cualquier momento iba a empezar a llorar. 

- ¿Si me quieres por qué me has dejado? Si dices que me quieres, ¿por qué has vuelto con Isa? - mis ojos se llenan de lágrimas en cualquier momento. 

- Quería olvidarte joder - pone su dedo en mis mejillas secando las lágrimas. - No puedo verte así - 

- Si no puedes verme así, ¿por qué te alejas de mí Jesús? - aparto sus menos de mis mejillas. Creía que podía con la situación pero estaban tan equivocada. 

- Si vuelves conmigo te prometo que jamás te haré solar una lágrima más - coge mis manos con fuerza. 

- Lo siento Jesús,  se acabó - quito mis manos de las suyas y me levanto. - Todo ha cambiado. Salgo de la cafetería y rompo en llanto. Por mucho que lo quiera no puedo volver con él. Yo sé que él me quiere. Pero quizá no tanto como yo a él, porque a una persona que quieres no le haces todo lo que me ha echo él. Quizá sea más feliz con Isa que conmigo. 

Todo ha cambiado. |Jesús Oviedo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora