Capítulo XIII.

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(NARRA ILIANA) 

- Iliana - gritan mi nombre desde el piso de abajo, rápidamente Jesús se separa de mí  - ¡Iliana! - vuelve a gritar mi hermano, salgo de la habitación y me asomo por las escaleras 

- ¿Qué quieres pesado? - me agarro de la barandilla para no caerme, detrás de mi hermano hay una chica pelirroja, que mira atenta y tímidamente la escena - ¿quién es? - dejo de mirar a la chica y miro a mi hermano 

- María, mi novia - la mira y sonríe. Me quedo un instante pensando, me suena un montón su rostro y su nombre. Es la mejor amiga de Isa, la ex de Jesús. Mi hermano no puede salir con ella, le va a hacer la vida imposible. - Se va a quedar esta noche aquí a cenar, ya he hablado con mamá - 

- ¿Mamá sabe que estáis? - pregunto algo sorprendida 

- Claro, llevamos un mes, la conocí cuando tu estabas en coma, me ayudó mucho - explica de más. Yo no le he pedido tantas explicaciones. Y claro, si ella se queda, Jesús también, él no puede dejarme con ésta bicha. 

- Jesús también se quedará a comer - la expresión de mi hermano y María cambian por completo. Mi hermano no se habla desde que Jesús empezó a salir con Isa. 

- Él no se queda - dice frío, se quita su chaqueta 

- Claro que se va a quedar te guste o no - bajo las escaleras mientras subo mi tono de voz, me paro en frente de él 

- Ni se te ocurra decirle que venga - advierte, también sube su tono de voz 

- Tranquilo, ya está aquí - sonrío - Además que mosca te a picado, esta tarde cuando te has ido le has dejado que pase y le has saludado - 

- Por educación - su tono de voz aumenta, y mi cabreo empieza a ser más grande, no me gusta que me levante la voz y menos mi hermano. 

- Una mierda, la culpa la tiene esa - la miro con desprecio - ya a empezado a comerte la cabeza, ¡maldita perra! - doy un paso e intento acercarme a ella pero mi hermano me detiene 

- Ni se te ocurra ponerle una mano encima - me empuja, casi me caigo pero intento  mantener el equilibrio 

- No me jodas que vas a preferir a una niña que conoces de un mes antes que a tu hermana - escucho unos pasos detrás mía, me giro y está Jesús que baja las escaleras preocupado. 

- Tú prefieres a Jesús antes que a mí, estamos en paz - coge de la mano a la chica y abre la puerta de casa dispuesto a salir de casa 

- Yo no he dicho eso estúpido - cierra la puerta de un portazo - ¡Gilipollas! - estoy de una mala hostia importante. 

Me voy hacia el salón y me muevo de un lado para otro maldiciendo a esa imbécil. Jesús se acerca a mí y agarra mi cintura. En un leve movimiento me gira y me encuentro cara a cara. Se acerca a mi oído. 

- Estás muy mona enfadada, pero prefiero verte sonreír - siento chocar su respiración contra mi piel, una vez más mi piel se eriza. No puedo evitar sonreír. - Como ahora - vuelve a susurrar. 

Escuchamos la cerradura de la puerta abriéndose, Jesús rápidamente se aleja y yo no puedo evitar reír. Por la puerta aparece mis padres con muchas bolsas en sus manos. Van hablando pero se callan al vernos, mi madre sonríe. 

- Hola - cierra la puerta - no sabía que estabas aquí Jesús - 

- Lo llamé para que viniera a pasar la tarde conmigo, como iba a estar sola - digo acercándome a ellos y le doy un beso a cada uno.  

- Me parece bien - mi padre me da un beso en la frente - ¿y tu hermano? Dijo que vendría con María - mierda, mierda, mierda, mierda, ahora qué carajos le digo. 

- Han venido, pero han salido a dar una vuelta mientras llegabais - habla de repente Jesús, me tranquilizo. Me mira y me guiña un ojo. Mis padres se van a la cocina. - ¿Qué harías sin mí? - me acerco a él 

- Ser feliz - digo seria, mientras aguanto no estallar a carcajadas 

- Enana, sabes perfectamente que yo te hago feliz - susurra a centímetros de mis labios, mis ganas de besarle han aumentado. Siempre sabe lo que responder para que caigas rendida a sus pies. Y eso es jodidamente molesto. - ¿Por qué no me besas si lo estás deseando? - se acerca un poco más, hasta sentir la calidez de sus labios.

- Porque no lo estoy deseando - me alejo de él, mientras sonrío, me doy la vuelta para sentarme en el sillón. 

- Que pena, porque yo sí - coge mi brazo, se acerca mis labios, cuando va a besarme giro mi cara y me da el beso en la mejilla. Intento no reírme. - ¿Me has echo la cobra? - pregunta incrédulo, a lo que yo asiento. En un abrir y cerra de ojos estamos en el sillón, él encima de mí haciéndome cosquillas y  yo intentado no morirme de la risa. - Dame un beso y paro - 

- Eso es chantaje - digo con dificultad, sigue haciendo cosquillas. Hasta que no puedo más. - Vale, me rindo - inmediatamente para. Se quita encima mía y se pone a mi lado. Me incorporo y me siento. - Te echaba de menos - digo sin quitarle ni un solo segundo la mirada. Él no dice nada, solo me abraza. Y no hace falta que diga nada, el abrazo lo dice todo. 

(...)

Finalmente Jesús no se quedó a comer, dijo que no quería más problemas con mi hermano y que no quiere que acabe peleado con él por su culpa. Y claro que no es su culpa, no es culpa de nadie que mi hermano tenga media neurona en funcionamiento. Al rato de irse Jesús, llegó mi hermano con María. Todo empezó tranquilo, pero no tardo en liarse. Mi hermano no para de insultar a Jesús, y claro yo no me quedaba callada, y empezaba insultando a María. Pero yo tenía mis razones, le estaba comiendo la cabeza a mi hermano. Por parte entiendo el cabreo que tiene mi hermano hacia Jesús. Lo he pasado bastante mal por su culpa, pero todo se a solucionado, Jesús me a pedido perdón y se que todo no se soluciona con una simple palabra, pero él me a demostrado que me quiere. En mitad de la cena acabé en mi habitación, mi hermano me echó en cara de que había estado fuera de casa meses y después en coma otros dos meses y que no tengo ni puta idea de nada. Y en eso puede tener razón, han pasado unos cuantos meses, y todos han cambiado. Pero no tiene porque echarme en cara que no he estado aquí. 

- Ve a hablar con tu hermano - entra en mi habitación mi madre, dejo de hacer lo que estaba haciendo y la miro - Lo se, tu hermano a reaccionado mal esta noche, pero Iliana, él lo a pasado muy mal, su hermana no estaba, pasaban los días y tu no aparecías. Conoció a María y bueno, su cara cambió, le hace feliz, como a ti Jesús. Le tienes que respetar, él lo hace - se sienta en mi cama 

- Mamá, él no me respeta. Y vale, lo se, lo a pasado mal, pero yo también. Y no tiene porque echarme a la cara que no he estado, lo se mejor que él. Así que lo siento, pero no voy a hablar con él - me tumbo y me tapo - Por cierto, no me pidáis que el día de navidad le ponga buena cara a la bicha esa porque no lo voy a hacer. Ah, y esta noche se habrá ido Jesús, pero el día de navidad Jesús cena aquí - 

- No podéis estar toda la vida enfadados, sois hermanos - se levanta y se va hacia la puerta. - Buenas noches - apaga la luz y cierra la puerta. 

En eso tiene razón, pero yo no tengo porque pedirle disculpas. Aquí el único que tiene la culpa es él. Si quiere a hablar las cosas encantada lo hago. 




Todo ha cambiado. |Jesús Oviedo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora