Capítulo XVIII.

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(NARRA ILIANA) 

Horas después...

Abro los ojos sobresaltada, llevo mis manos a mis ojos y después me fijo en la puerta. Está mi hermano asomado, la luz que entra por la puerta hace que cierre los ojos. 

- Mamá dice que bajes - dicho eso cierra la puerta. 

Cojo mi móvil que está en la mesita, tengo mensajes al igual que llamas perdidas. De Jesús. Se me encoje el corazón. No le doy más vueltas y decido bajar antes de que suba mi madre y me baje a rastras. Pongo mis pies en el suelo, doy unos pasos, levanto la persiana y abro la ventana, en un abrir y cerra de ojos el frío se cuela en el habitación, un escalofrío recorre por mi cuerpo y hace que se me ponga la piel de gallina. Abro la puerta de mi habitación y bajo las escaleras despacio, mientras me llevo la mano a la boca para ocultar un bostezo. Veo a mi madre que pasa corriendo de la cocina al comedor, voy detrás de ella, la observo como pone cubierto sobre la gran mesa del comedor. 

- ¿Qué haces con tantos cubiertos? - me apoyo en el marco de la puerta. 

- ¿No me digas que se te ha olvidado? - me mira un segundo y sigue con lo suyo, pasa por mi lado como una bala y entra en la cocina. 

- ¿El qué se me ha olvidado? - me llevo la mano en la nuca y me la rasco. Por mi boca vuelve a salir otro bostezo. 

- Vienen los Oviedo a comer - dice mientras abre todos los cajones de la cocina buscando algo. 

- ¡Mamá! - me quejo - ¿Es el primer día del año y lo vamos a pasar con ellos? - mi madre para de buscar lo que estaba buscando y me mira atenta. 

- Hace dos días, si te hubiese dicho que vendrían ya estabas vestida y esperando como una desesperada que tocaran al timbre - 

- Exacto, hace dos días atrás. - mi madre se acerca al ver mi seriedad. - Mamá todo ha cambiado - al soltarle esas palabras me viene el recuerdo de cuando se lo dije a Jesús unas horas antes en una cafetería. Mi madre lleva sus manos a mi mejilla y me abraza al ver que mis ojos están llorosos. 

- ¿Hacemos una cosa? - hace un gesto para que me sienta en la silla que tengo al lado, ella se sienta en la otra. - Si quieres quédate en tu habitación - me sonríe y vuelve ha acariciar mi mejilla. Yo en respuesta la abrazo. La verdad es que se lo agradezco un montón, no tengo ganas de cruzarme con Jesús. 

Piso el último escalón y en ese instante tocan al timbre. No se por que pero mis pies se quedan quietos. Escucho como se abre la puerta, en ese instante se escuchan muchas voces, bajo unos escalones y saco un poco la cabeza para observar de donde vienen tantas voces y ahí lo veo con sus pantalones negros de pitillo, con su camiseta color vino, su chaqueta negra y sus adorables vans negras. Y por supuesto con su pelo bien peinado. 

- Estúpido pijo - susurro, me alejo de ahí ya que he visto a Jesús mirar hacia aquí. Camino a mi habitación y cierro la puerta con cuidado de no hacer ruido. 

1 hora y media después... 

¿Cuándo se irán? Estoy muerta del hambre, la última cosa que metí en el estómago fue una coca cola. Y mi cuerpo necesita comida. La boca se me hace agua al imaginarme comiendo una pizza. Quiero bajar ahí abajo y comer. Pero no quiero encontrarme con Jesús. Después de decirle que todo ha acabado, no puedo mirarle a la cara. No quiero que venga a pedirme perdón y yo como una estúpida perdonarlo. Se que si bajo ahí abajo y viene a buscarme no voy a poder contenerme y vamos a acabar besándonos. Y es lo que más deseo, pero todo tiene un límite. No puede dejarme por culpa de mi hermano, que por esa parte lo entiendo, pero lo que no entiendo es porque se va con Isa, porque se besa delante mía. Eso no lo entiendo. 

(...)

Miro el reloj por décima vez en 10 minutos, ha pasado más de una hora y siguen ahí. Son las cuatro de la tarde y todavía no he comido. 

A la mierda Jesús. 

Cojo unos leggins negros de mi armario y una sudadera blanca y con las letras ''adidas'' en negro. Me quito el pijama y me pongo lo que he cogido del armario. Me siento en la cama y coloco en mis pies mis air max. Una vez vestida voy al baño y me lavo la cara. Arreglo mi pelo y ya está. Cojo el móvil que está en la cama y me dispongo a bajar las escaleras. 

- Hola Iliana,  no sabía que estabas aquí - escucho la voz de Eva antes de bajar el último escalón, miro hacia el comedor y veo que me está sonriendo. Por educación sonrío y me acerco hacia allí. 

- Hola - sonrío mientras le doy dos besos, cuando he acabado se lo doy a Juan Carlos. - Estaba durmiendo, estaba muy cansada. - Por todos los medios intento no mirar a Jesús. - Bueno, voy a comer algo - salgo del salón lo antes posible y entro a la cocina. 

Cojo del frigorífico unas pizzas ya hechas del mercadona. Enciendo el horno y la meto. Me siento en una de las sillas esperando a que se haga. Cojo el móvil y contesto a todos los mensajes. 

- ¿Y para qué saludar? - levanto la mirada del móvil y veo a Dani sonriendo sentado en el otro lado de la mesa. 

- Lo siento, no ten... - 

- Tranquila, lo se - se levanta y se sienta a mi lado. - ¿Te puede hacer una pregunta? - Asiento - ¿Qué le has dicho a mi hermano? Ni siquiera quería venir y por lo que tengo entendido ayer quería hablar contigo por huevos - termina de hablar y se queda callado esperando una respuesta. 

- Me pidió perdón y me pidió que volviera con él. - Me calle, sentía que iba a llorar en cualquier momento. Dani agarra mi mano. - Pero le dije que se acabó, que no quería. - mis ojos están llenos de lágrimas, por lo que muerdo mi labio para que no salga ni una. Dani aprieta más fuerte mi mano. 

- La pizza se quema - pego un brinco de la silla y vuelve ese escalofrío a mi cuerpo. No me giro, solo me levanto y apago el horno. La pizza está en su punto. Abro un poco el horno y dejo que salga el calor. Me giro y me encuentro con Jesús en la puerta y sin quitarme la mirada. 

- ¿Cuánto tiempo llevas ahí? - pregunto nerviosa. Sí, lo admito. 

- El suficiente para darme cuenta que me quieres - mete sus manos en los bolsillos del pantalón, desvía su mirada a su gemelo y después vuelve a mirarme. Dani sale de la cocina antes de que pueda detenerlo. Mierda, justamente esto es lo que no quería que sucediera. - ¿Podemos hablar? Por favor - veo algo raro en su mirada, no se exactamente que es. 

- Vale, pero antes voy a sacar la pizza - me giro, cojo un plato y saco la pizza del horno. 

Todo ha cambiado. |Jesús Oviedo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora