Capítulo VIII.

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(NARRA JESÚS) 

- ILIANA - vuelvo a gritar, corro hacia ella, me tiro bruscamente contra el asfalto - despierta por favor - cojo su cabeza con cuidado y me la apoyo en mis piernas. Tiene varias heridas en la cara, y su nariz sangra. Mi corazón se encoje, noto una gran presión, me cuesta respirar. Las lágrimas no me dejan visualizar bien, escucho el sonido de una ambulancia acercándose. 

- Apártese, por favor - dice una voz desconocida 

- No - digo sin pensármelo

- Hay que llevarla al hospital ya, no podemos perder ni un segundo más - asiento y me aparto. 

Veo como le conectan un montón de cables y un collarín en el cuello. 

Esto es mi culpa. He sido un completo idiota todo este tiempo.  Jamás debí separarme de ella, que ingenuo fui al pensar que iba a olvidarle.  Si no hubiese decido empezar con Isa, ahora Iliana estaría conmigo y no hubiese pasado esto. Toda la culpa es mía, yo soy el único responsable y si le llega a pasar algo... no podré vivir con eso. No voy a poder vivir pensando que Iliana no está por mi culpa, no puedo. 

La suben en una camilla y la meten en la ambulancia, me dirijo corriendo. 

- ¿Puedo ir con ella, por favor? - pregunto desesperado 

- Vamos de urgencia, lo siento - cierra las puertas y veo como la ambulancia se aleja lo más rápido posible. 

- Yo te llevo, vamos - se ofrece la Directora, asiento y me dirijo con ella hacia su coche. 

Conduce rápido, ninguno dice nada. Yo no paro de llorar y a ella se le nota nerviosa. 

- Esto no es tu culpa - dice la Directora 

- Te equivocas - la miro - todo esto es mi culpa - los sollozos me salen, y otra vez me cuesta respirar 

- Tú no la has empujado hacia la carretera Jesús - intenta calmarme 

- Físicamente no, pero al respecto con sus sentimientos sí - miro hacia la ventana - si sale de esta me odiará, me odiará más de lo que ya hace. Pero prefiero eso un millón de veces, antes de que no pueda ver su preciosa sonrisa ni oír su voz - 

- La quieres ¿verdad? - 

- Más de lo que se puede imaginar - cierro los ojos unos segundos y me vienen imágenes de Iliana y yo, cuando estábamos juntos, cuando me susurraba que me quería, cuando me daba esos besos que eran droga, sus caricias, su risa... todo. 

No me doy cuenta de que ya habíamos llegado al hospital. Me bajo lo más rápido que puedo y corro hacia la entrada, miro hacia todos lados para buscar recepción. Cuando la localizo me dirijo corriendo. Pero la directora se me adelanta y se dirige hacia mí. 

- ¿Dónde está? - pregunto alterado 

- Lo único que me han dicho que nos vayamos a la sala de espera, que ahora nos dirán algo - pone su mano en mi hombro, en sinónimo de ''paciencia, todo saldrá bien''. Me siento en una de las sillas que hay. 

Los minutos pasan y no se como está Iliana, no aparece ningún médico. No se como explicar lo que siento ahora. Básicamente no tengo palabras. Lo único que se es que como le llega a pasar algo Iliana jamás  me lo perdonaré. 

- Jesús - levanto mi mirada, viene corriendo hacia mí la madre de Iliana llorando junto a su marido y su hijo, Manu- ¿qué ha pasado? ¿Dónde está mi hija? - me coge con fuerza de los hombros - ¿dónde está? - grita 

- Yo.. yo... todo a sido culpa mía - digo mirándola a los ojos mientras mis ojos no paraban de derramar lágrimas 

- ¿Cómo qué ha sido culpa tuya, Jesús? - me mira atenta, atenta a cada movimiento y a cada palabra que voy a decir. En ese momento veo llegar a mis padres junto a Dani y Julia. - ¡Contesta! - me grita 

- Señora, se va a tener que calmar - dice la Directora - La culpa no ha sido de Jesús - me mira - Iliana cruzó la calle sin mirar y... - no terminó de hablar cuando la madre de Iliana la abraza y se derrumba, llora sin consuelo alguno y la verdad es que no hay consuelo. 

Miro por encima de mi hombro y veo a mi madre acercándose a mí. 

- Mamá - la abrazo llorando - ha sido culpa mía, Iliana está así por mi culpa - me cuesta respirar - yo no estuve a su lado - mi madre se separa de mí y quita mis lágrimas con sus dedos. 

- No digas eso, esto no es culpa tuya - me vuele a abrazar. 

Todos estamos sentados en estas sillas tan incómodas, esperando a que algún médico salga y que todo está bien... Iliana esté bien. Todos se levantan, desvío mi mirada hacia una de las grandes puertas y veo a un médico acercarse, me levanto y me dirijo hacia él. 

- ¿Familia de Iliana García? - pregunta mirando unos papeles 

- Soy su padre y ella es su madre ¿cómo está nuestra niña?- 

- Ojalá os pudiese venir a dar buenas noticias, pero me temo que no, Iliana está en estado crítico, a habido un momento en el que su corazón a dejado de latir pero la hemos podido reanimar. No es para daros esperanzas, pero he visto gente salir de estado crítico y también a gente que no, solo hay que tener paciencia, lo lamento, ahora si me disculpan - 

- ¿Podremos verla? - pregunto antes de que se marche 

- Ella está en una habitación cerrada no se puede entrar, pero si podéis verla tras un cristal, ahora vendrá una enfermara a guiaros - 

No se porque pero tengo un mal presentimiento, algo me dice que no voy a poder ver su sonrisa, oír su risa... me giro y salgo de la sala corriendo. Salgo del hospital y me apoyo en un árbol que hay, me tiro al suelo y mis lágrimas vuelven a salir a luz. 

Mi vida sin Iliana no tiene sentido, no puede marcharse para siempre y dejarme aquí. No puede. 



Todo ha cambiado. |Jesús Oviedo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora