Cuando Jennie despertó en el hospital, lo primero que llegó a su mente fue su madre adoptiva. En ese mismo instante se quitó las inyecciones, el respirador y sin importarle estar en una bata blanca, salió de la habitación ignorando los llamados de cada enfermero que la veía.
Corrió sin detenerse en ningún momento, tenía un mal presentimiento. Su madre estaba muy enferma, necesitaba cuidados y no podía estar sola.
Llegó a casa e intentó entrar, pero se dió cuenta que no tenía la llave. Comenzó a golpear y a empujar, llamaba a su madre con la esperanza de que le respondiera, pero al no hacerlo hacía que su preocupación creciera.
Jennie golpeó con su cuerpo nuevamente y misteriosamente la puerta se abrió por si sola sin que ella se diera cuenta. Empujó la puerta y corrió escaleras arriba, no dejaba de llamarla, sus ojos comenzaban a cristalizarse al imaginarse lo peor.
Ingresó a la habitación de la mayor y sus pasos frenaron al verla descansar en esa cama, su rostro pálido y su mirada perdida, sin algún tipo de brillo.
Jisoo observó detrás de la puerta, veía el dolor de Jennie en medio de ese llanto. Se preguntaba cómo era ese sentimiento humano, hace muchísimo tiempo que sus emociones empáticas se les había sido quitado para poder cumplir su trabajo.
Sostenía el alma de la mujer mayor en esa esfera humeante y pudo escuchar el último pedido de la anciana. Jisoo suspiró y simplemente asintió, sabía que ella no huiría, ella había esperado su muerte como si fuera un abrazo de un ser muy querido.
Jisoo sopló suavemente la esfera y el humo blanco brillante se dirigió a Jennie, formándose en la silueta humana de la mayor. Jennie lloraba sobre el vientre de la anciana y aunque ella no lo sintiera, el espíritu de su madre adoptiva la abrazó y dejó un suave beso sobre su cabeza. Trataba de consolarla aunque sus palabras solo resonaba como viento en la habitación. Le deseó una buena vida y ante sus ojos cristalinos, regresó a Jisoo y ella volvió a atrapar su alma.
_Fuiste una buena mujer - pronunció Jisoo mirando la esfera - tu alma será recibida en el cielo.
La pelinegra giró para retirarse, cuando su cuerpo se paralizó un instante al sentir su brazo ser sujetado con fuerza. Giró lentamente a ver sobre su hombro, aquella mirada gatuna la veía seriamente, apretando cada vez con más fuerza, clara señal de su ira.
Jisoo no pudo reprimir el grito de dolor y zafandose con fuerza se obligó a desvanecerse de inmediato. El corazón de Jennie volvía a palpitar y el humeante negro en su corazón parecía estar creciendo.
Rosé veía desconcertada y con cierto temor lo que Jennie le había hecho a Jisoo. Había logrado tocarla nuevamente, pero ahora logró lastimarla, algo que no había vuelto a pasar por más de mil millones de años.
***
Jisoo apareció en un lugar más alejado, en medio de un callejón con poca luz. Su brazo colgaba por el dolor y tuvo que apoyarse en un rodilla en el suelo. Dejó a apretar la zona afectada y notó con asombro y temor el humor caliente que salía de su brazo, las huellas de Jennie estaban quemando como si fueran fuego incluso sobre la tela negra que iba desapareciendo y volviéndose cenizas.
Dejó de quemar y el humo iba desapareciendo, dejando a la vista las huellas de los dedos de Jennie sobre su piel enrojecida.
Para su sorpresa, Rosé apareció frente a ella y la atrapó del cuello de su traje, estrellandola contra la pared.
_No vas a decirle esto a Lucifer, ¿Está claro? - advirtió.
_No es necesario decirlo, ella lo descubrirá - respondió nerviosa - solo un ser en toda la tierra pudo hacer esto. Ella volvió - sonrió con malicia, temblando - mi reina volvió.