La película había terminado, como estaba en la lista, también habían ido a comer, pasearon unos minutos más y regresaron a la cafetería. Ambas se detuvieron en la entrada y esperaron a que alguna hablara. Ya había anochecido.
_Sinceramente - Jennie rompió el silencio - no esperaba que me gustara la cita - Lisa la miró curiosa - es que...la invitación fue tan repentina y pensé que no habría mucho de qué hablar, pero me agradaste mucho - sonrió levemente.
_¿Fuí muy directa?
_Sí, pero no me incómoda, solo fue extraño. Muchas veces las personas se hacen muchas complicaciones y luego no se sabe si es una cita o con qué intenciones estás saliendo. Me gustó que fueras directa, por eso acepté.
_Eso significa...¿Qué aceptarías otra cita conmigo? - reprimía sus nervios.
_Si así lo quieres, así lo será - abrió la puerta y se detuvo un momento a entrar, giró a verla sobre su hombro y sonrió ligeramente - también me atraes.
Dejó sin palabras a Lisa e ingresó. Las cortinas de la cafetería estaban cerradas y no se lograba ver nada del exterior. Lisa fue sonriendo y bajó la mirada, sonrojada.
En el callejón de enfrente, una mirada recelosa miraba a aquella mujer de traje irse. Se encontraba en la oscuridad, como todas las noches. Varias botellas de alcohol vacías estaban a sus pies, el misterioso hombre se encontraba sentado en una viejas cajas de madera, aún mantenía una botella en mano y bebía sin apartar los ojos de Jennie quien volvía a salir.
Tenía su mochila en el hombro, había ordenado todo lo que pudo por esos pequeños minutos y cerraba la cafetería con llave. Jennie se alejó a pasos tranquilos, no se percataba del hombre que caminaba a una distancia lejana detrás de ella. Rosé miraba con desconfianza a aquel sujeto, podía sentir sus malas intenciones.
Jennie llegó a su casa y entró, el hombre estaba sentado en la vereda de enfrente, miraba con detalle la silueta de la castaña. Desde que su madre adoptiva murió, siempre estaba sola, siempre la veía sola.
Hasta ahora.
¿Quién era aquella extraña que se había acercado a su mujer? Porque así era para él, Jennie sería suya, tarde o temprano. Ya había recibido negativas a sus invitaciones, notaba el temor en la mirada de Jennie al verlo cada cierto tiempo rondar su cafetería, pero él no se iba a rendir.
Siguió bebiendo, solo mirando, el frío no le importaba, tenía una camisa hawaiana y su pantalón jeans, algo sucio por sus caídas por su ebriedad. Sobre su cuello, un brillante collar dorado relucía, sobre todo en el nombre que se mostraba.
"Adán"
***
Jennie había vuelto al hospital al día siguiente, era para ver que su herida estaba sanando correctamente. Esperaba sentada a que llamaran su nombre, cuando la conversación de las mujeres de enfrente llamó su atención.