El auto se estacionó debajo de un corto túnel, allí un nuevo auto estaba a un lado, lo usaría Adán y ambos se separarían en el siguiente camino. Adán salió y abrió la puerta del lado de Jennie, sostuvo a la castaña con cuidado, ella ya tenía los ojos cerrado, inconsciente.
La abrazó a su cuerpo y la cargó hasta el otro auto, en donde su amigo le abría la puerta. Estaba por dejarla, cuando el grito de la niña se escuchó en el primer auto, había despertado y estaba asustada.
Su amigo corrió a atraparla cuando la niña bajó del auto rápidamente, este la atrapó y forcejeaba tratando de callar los gritos de la menor. Adán se puso nervioso cuando Jennie abrió los ojos, mirando desorientada y confundida que la sostenía en brazos.
Jennie reaccionó y quiso alejarlo, pero al igual que su amigo y la niña, comenzaron a batallar. Jennie levantó el brazo y golpeó con fuerza la cabeza de Adán, este la soltó ante el fuerte mareo, y Jennie, en lugar de huir, corrió en dirección a la niña para ayudarla.
Saltó a su espalda y abrazó su cuello, comenzando a ahorcarlo, el sujeto llevó una mano a su brazo y trataba de librarse, sostenía como podía a la niña de su polera.
La pequeña dejó que su polera se saliera y quedando con el torso de arriba desnudo, usando solo un pequeño brazier. Retrocedió asustada al ver a Jennie gritar cuando el hombre estrelló su espalda contra el auto, comenzando a llorar aterrada.
_¡HUYE! - gritó Jennie, el dolor fue más fuerte cuando esta vez estrelló su cuerpo contra la pared de rocas de aquel túnel - ¡HUYE! ¡NO TE PREOCUPES POR MÍ!
La niña asintió entre sollozos y corrió, no sabía en dónde estaba, no a dónde ir, solo sabía que aquellos hombres no eran buenos solo debía escapar.
Rosé miraba todo junto al ángel guardián de la niña, este era un hombre. Ambos reprimían la frustración de no poder ayudarlas y se mantenían serios. El ángel guardián hizo un simple gesto a Rosé como despedida y fue tras su protegida.
Ambos se mostraron sorprendidos al escuchar un disparo.
Jennie cayó al suelo débilmente, había sido golpeada por el otro hombro, su labio sangraba junto a las heridas en su rostro. Al escuchar el disparo, levantó su mirada lentamente, mirando el pequeño cuerpo de la tirado en medio de la autopista.
Adán bajó el arma, respiraba jadeante por el dolor en su cabeza. Ya estaba harto, esa niña solo hubiera traído problemas.
Rosé observó con ojos temblorosos a la pequeña, sus ojos llorosos, la sangre que se escapaba de su boca, su mirada perdida y sin rastro de vida, pero que aún se reflejaba el temor que sintió.
Su ángel guardián se acercó a ella, desconcertado. El alma salió del cuerpo, la silueta brillante y blanca de una ella durmiendo. No pudo decir nada, cuando el alma fue atraía por una mano, siendo atrapada en un espera blanca. Habían ido por ella.
Un joven ángel de la muerte estaba listo para llevarla al cielo, cuando notó extrañado a la castaña mirar en su dirección.
_¿Reina? - pronunció confundido.
La reconoció de inmediato cuando sus ojos cambiaron a rojo por un instante. Abrió los ojos de la sorpresa y rápidamente se desvaneció.
_¡Hijo de puta! - Adán gritó con enfado - ¡Dijiste que dormirían toda la noche!
Jennie parecía no estar en sus cinco sentidos, solo miraba el cuerpo de la pequeña. El corazón de la castaña brillaba ante los ojos de Rosé, la oscuridad rodeaba más de la mitad de su corazón.
_¡¿Y tuviste que matarla?!
_¡Iba a escapar!
_¡Me importa una mierda! ¡La mataste! - le quitó de inmediato el arma - ¡¿Quieres que también la mate?! - apuntó a la cabeza de Jennie - ¡¿Quieres que lo haga?!