DESEOS

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Aquella mañana me levanté abrazada a ella y por primera vez me sentí arropada, no quisó sexo de primeras ni me trató como una puta como todos lo hacían.
Sentía que me deseaba, pero de una manera especial. Y eso era extraño para mi, era distinto al resto.
Cuando nací lo primero que hicieron mis padres fué darme en acogida y estuve pasando de una casa a otra. Desde bien pequeña, no recuerdo bien tener una figura materna o paterna.
Uno de mis padres de acogida estuvo abusando mucho tiempo de mí. Solo tenía trece años, mi madre de acogida lo denunció pero yo no quería saber nada de ellos y preferí volverme al orfanato.
En cada casa de acogida que estaba, sentía que estaba como una prestada. Nunca me he sentido de ningún lugar y mucho menos arropada por nadie.
Los estudios siempre se me han dado realmente mal, y no porque no fuera buena en las notas, sino porque mi vida era un total descontrol.
En el centro con solo trece años ya estaba manteniendo relaciones sexuales con varios compañeros míos.
Abusaron tantas veces de mi de pequeña que pensaba que eso era normal, que eso era lo que debía de dar, que para eso estaba en este mundo, para satisfacer los deseos de los demás.
No sabéis lo difícil que es la vida cuando estás sola en el mundo y no tienes ningún apoyo ahí fuera.
Y nunca se me olvidará cuando uno de mis profesores en una clase después de que no hubiera nadie. Me pidió que se la chupara mientras se bajaba la bragueta de los pantalones y mientras se la comía con total normalidad, porque llevaba demasiado tiempo complaciendo a los demás, me pagó muchísimo dinero.
Ahí mi mundo cambió, nunca había visto tanto dinero para mí.
Y allí empecé a hacer ese tipo de favores.
Tenía diez-y seis años y ya había follado con tres profesores del centro y varios compañeros de clase. Cuánto más dinero tenía, más quería.
Yo me crié en un pequeño barrio en Rusia, un barrio muy humilde.
Y mi sueño era irme a España para tener una vida mejor.
Pero necesitaba mucho dinero para poder irme.
Cuando cumplí diez-y-siete me ofrecieron trabajar en un prostíbulo. Yo pensé que era la mejor opción, porque allí tendría seguridad y por lo menos no me pasaría nada. Así que acepte.
Y cuando pasó un año tuve un problema con uno de mis clientes.
Recuerdo acompañarlo al cuarto, y cuando entramos empezó a desnudarme, pero de forma salvaje empezó a arrancarme la ropa. Yo le dije que se relajará, pero el me dijó que era su puta mientras él me pagará y que iba hacer conmigo lo que él quisiera.
Entonces yo le dije que le devolvía el dinero pero que no me interesaba.
Y el me agarró de los brazos y me tapó la boca.
Mientras me acababa de quitar las bragas pude notar como su pene se ponía duro contra mi culo.
Yo no quería, pero él no me soltaba.
Y entonces me violó, me violó como jamás antes lo habían hecho, yo siempre estaba dispuesta a hacerlo, aunque la persona con la que lo hiciera no fuera de mi agrado, pero es que aquel tipo, no podía, no quería y no me dejó decidir.
Empezó a meter su pene por mi culo y me dolía tanto que no pude evitar llorar, cuánto más lloraba más me la metía.
Y cuando se corrió dentro de mi culo y se sacó el condón me dijo.
-Eso te pasa por puta. Espero que aprendas.
Aquellas palabras me llegaron muy a dentro.
Y a los dos días de aquel hecho, otro hombre intentó hacerme algo parecido pero peor, cogió un trozo de madera y empezó a azotarme, al principio podía soportarlo, pero cuando pasó un rato empezó a pasarse mientras se tocaba el pene.
Cada vez lo tenía más duro y a mí me dolía mucho como me pegaba.
Y no sé qué se me pasó por la cabeza pero encontré un trozo de madera y le pegué un golpe.
Un golpe que acabó en el hospital.
Yo por aquel entonces tenía diez-y-ocho años.
Y el hombre denunció al prostíbulo, cuando mis jefes hablaron conmigo me dijeron que tenían una gran deuda por mi culpa y que me mandaban a España a cumplirla. Que no podían dejarme Rusia por lo que había pasado, pero que había un prostíbulo en España y que cuando cubriera toda la deuda que tenía, me dejarían ser libre en España. Habían pasado cinco años desde entonces y según ellos todavía no había pagado esa deuda porque parte del dinero me lo quedaba yo también para tener un sueldo.
Lo peor de todo es que si me iba o huía me habían amenazado de muerte.
Tampoco podía desaparecer más de tres días porque me buscaban y tampoco irme mucho con un cliente externo porque a ellos no les daba dinero.
El tema es que estaba enjaulada en una realidad de mierda dónde quería salir pero no podía.
Si intentaba escaparme podía morir y si alguien se enteraba de algo de esto podía ponerlo en peligro.
Tampoco podía tener una relación normal, porque no podía salir de allí. Cómo mucho el fin de semana.
Si me veían hacer algo que no fuera follar también les molestaba.
Estaba enjaulada en una mierda de vida. Y no sabía cómo salir de aquello.

De todas formas, ya me había acostumbrado tanto a follar por dinero que no sabía que hacer con mi vida que no fuera eso.
Pero esa noche, esa maldita noche conocí a Looren, tan pura, tan especial, con aquel brillo en los ojos, con la mirada perdida.
Y sentí que necesitaba tanta ayuda o la misma que yo.
No podía dejarla sola. Algo me dijo que tenía que conocerla.
Que ganas de complicarme la vida.
Pero es que quería hacerlo, quería conocerla.
Y aunque pocas veces me había gustado una mujer, ella me encantaba, la veia maravillosa en todo su esplendor.
Cuando ví que entró en el local, que estaba perdida.
Cuando vi que aquel hombre no la dejaba en paz pensé que era el destino y me lancé a probar.
Lo que más me gustó de ella es que realmente quería conocerme y no follarme.
Estoy tan harta de que todos quieran metermela.
Poder sentir como me acariciaba el pelo y como me abrazaba mientras dormíamos. Sentir su calor junto al mío.
Cuándo me levanté me sonrió, y yo le mire los labios.
Me había prometido no besar a nadie, no quería complicar las cosas, no quería acabar dejando algo que me gustaría haber empezado.
Así que me contení las ganas y la abracé.
Al abrazarla pude notar su pecho contra el mío, se había quitado el pijama y uff sentirla completa era demasiado para mí.
Ella me abrazó y me acarició la espalda.
-Buenos días preciosa. ¿Has dormido bien?
Que me tratara de aquella forma, que se preocupara por mí, me daba más miedo eso, que me quisiera follar. Así que lo intente, lo intenté con todas mis ganas.
Y bajé mi mano entre sus piernas.
Necesitaba sentirme como siempre, necesitaba follar acabar de corrernos y olvidarnos de todo aquello.
-¿Que haces Sofía? Ya te dije que no quiero sexo...
-Me lo pones muy difícil. ¿Entonces te gustó?
-No es eso Looren, es mucho más complicado que eso.
-Entonces explicame que ocurre.
Yo necesitaba besarla y no pude contenerme las ganas.
Así que me lance, sus labios junto a los míos y empezamos a besarnos, mientras ella agarraba mis pechos por debajo de las sábanas. Podía notar como mi respiración aumentaba.
Su lengua rozó con la mía y mi piel se erizo por completo, al sentir su lengua me calenté tanto que le agarré fuerte de los pechos.
-No puedo hacerlo Looren.
-No entiendo nada...
-Te devuelvo el dinero es mejor que me vaya.
-Ya te dicho que no quiero sexo contigo, por lo menos no solo eso y menos así. No te vayas por favor, vámonos a desayunar.
Me agarró de la mano y me tranquilicé.
No podía estar pasándome esto, me estaba gustado una de mis clientas, y una clienta que solo queria amistad.
Y si sentía algo de deseo por mi, era simple curiosidad, una novedad para ella...
Cuando bajé con aquella ropa que me había comprado por primera vez no me sentía de prestado. Me sentía bien, cómoda agusto al lado de una persona que realmente merecía la pena.
Pero no estaba acostumbrada a ese tipo de comodidades y podía ver como ella se daba cuenta de esos pequeños detalles.
-¿Estás cómoda?
-Sí, no te preocupes. No estoy acostumbrada a tanta comodidad.
-Pues ves acostumbrándote, porqué quiero seguir viéndote.
-No creo que sea buena idea.
-¿Por qué?
- Porque este no es mi mundo y mucho menos el tuyo.
-Podemos aportarnos muchas cosas la una a la otra.
-No sé Looren, déjame pensarlo.

Cuando me subí a su coche me habría escapado con ella a cualquier lugar lejos, agarrada de su mano, pero la realidad era otra.
Cuando llegué al prostíbulo y nos despedimos nos miramos los labios pero no hubo beso, solo una mirada cómplice entre las dos.
Y cuando entré allí una lágrima salió de cada uno de mis ojos.

 ×∆ ᴍɪ ᴄʜɪᴄᴀ ᴅᴇ ᴄᴏᴍᴘᴀÑÍᴀ ×∆ ᴇꜱᴄᴏʀᴛDonde viven las historias. Descúbrelo ahora