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Muchas gracias por leer y votar. Muchos millones de gracias por comentar, Scar.

Este jueves no subiré capi porque es festivo y no me dará mucho la vida. Sorry.

¡Espero que os guste!

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El sonido del teléfono no cesaba, intentó ignorarlo, pero era realmente molesto. Quien fuese que llamaba no se daba por vencido con facilidad.

-¿Qué?- Respondió de mala gana sin siquiera mirar el nombre de su interlocutor.

-Swan- era Frank, un colega detective con el que de vez en cuando compartía algunos casos-. ¡Feliz Acción de Gracias!

-¿Qué quieres?- preguntó de mala gana-. No creo que me llames para eso...

Emma se incorporó en la cama y estiró la espalda sujetando el teléfono con la oreja.

-Vaya humor tenemos por las mañanas...- tuvo ganas de colgarle; el tono socarrón de Frank siempre conseguía sacarla de quicio-. Tengo un trabajito para ti - se mantuvo en silencio a la espera de la explicación-. Por lo visto uno de los concejales de nuestra querida Nueva York está desviando fondos de sus partidas presupuestarias para mantener una doble vida en Boston.

-¿A qué te refieres con doble vida?- preguntó Emma mientras sacaba ropa del pequeño armario de la pensión.

-Mujer, hijos y hasta perro. Pack completo.

Se acordó del Robin de Regina y sintió como comenzaba a ponerse furiosa.

-¿Y dónde entro yo?

-Yo no puedo ir a Boston porque el concejal me conoce y no podemos arriesgarnos a que nos descubra. Pero tú puedes viajar hasta allí, investigar su doble vida y tenerme un informe completo para el lunes. ¿Te interesa?

-Me he tomado esta semana de vacaciones- comentó Emma.

-¿Swan?¿Vacaciones?- Frank se burló al otro lado de la línea-. En serio, pagan un pastizal.

-Pásame los detalles al email y te digo algo...- En realidad sabía perfectamente que aceptaría el caso, no quería que nadie más en el mundo sufriese como lo había hecho Regina.

-¡Esa es mi chica!

Le echó un vistazo al correo electrónico de Frank; lo cierto es que se llevaría un buen pellizco y destaparía a un vil mentiroso. Lo malo es que al día siguiente tendría que marcharse de Storybrooke y eso le causaba un pesar en el estómago que no llegaba a comprender. Bueno, sí que lo hacía: Regina.

Aún así, con esa cantidad de dinero podría tomarse unas largas vacaciones para volver lo antes posible, así que le mandó un ok a Frank.

Se metió en la ducha apesadumbrada por tener que marcharse de Storybrooke pero con la certeza absoluta de que volvería más pronto que tarde.

Emma se sorprendió al escuchar el sonido de unos tímidos golpes en la puerta de la habitación, supuso que debía ser la camarera ya que hoy se le habían pegado las sábanas más de lo habitual desde que estaba ahí. Pero se sentía verdaderamente descansada, no había soñado con ningún extraño, ni con Regina, aunque esto último cada vez le molestaba menos.

Al abrir se encontró a Regina sonriendo.

Emma se maldijo por su aspecto: cabello mojado y con el cuerpo envuelto en una toalla que tapaba lo justo. No debería haber abierto así, no es que ella fuese muy pudorosa pero se percató de cómo Regina paseaba tímidamente los ojos por sus piernas desnudas y sintió que moría de la vergüenza.

-Creo que no la pillo en buen momento- dijo la alcaldesa dándose la vuelta con intención de marcharse.

-No, no se preocupe. Pase- Emma se echó hacia un lado para que Regina pudiese entrar a la habitación. Se felicitó mentalmente por haber ordenado un poco antes de meterse en la ducha.

-Siento presentarme así- dijo la alcaldesa una vez hubieron cerrado la puerta-, pero no tenía su teléfono y anoche me quedé pensando que la debería haber invitado a pasar Acción de Gracias con nosotros, es decir, con Ruby, Mary Margareth y sus familias, y conmigo, claro.

Emma estaba conmovida con aquella gente, con Regina en especial, jamás se había sentido tan bien acogida por nadie, pero aquellos desconocidos en apenas un par de días le habían abierto sus vidas y los sentía como si fuesen algo suyo.

-Pero si no le apetece- continuó Regina ante su prolongado silencio-, no se sienta obligada.

-¿Y todos están de acuerdo?- no quería sentir que su presencia era impuesta a nadie.

-Si quiere le muestro los 25 mensajes de Mary Margareth que tenía al despertar en los cuales me reprendía por no haberme presentado aquí en mitad de la noche. Pero, de todas formas, la cena es en mi casa así que yo invito a quien me place.

El estómago de Emma dio un vuelco ante la intensidad de la mirada de Regina y la sonrisa de medio lado que asomaba en sus preciosos labios. Y cuando la alcaldesa bajó la mirada de nuevo durante unos segundos fue extremadamente consciente de que estaba semidesnuda y de que a la morena no parecía molestarle en absoluto.

-De acuerdo, allí estaré- susurró con la garganta seca ante la idea de que Regina la estaba viendo con apenas una toalla.

-A las seis- contestó la alcaldesa fijando de nuevo la mirada en sus ojos-, no se retrase. Y recuerde que a las 12 es el desfile, no se lo pierda.

Se quedaron unos momentos mirándose fijamente, Emma se sentía atrapada y atraída por esos ojos marrones que parecían emitir cantos de sirena. Le mantuvo la mirada, en silencio. Intentando descifrar qué era lo que Regina quería expresarle con la intensidad de sus miradas.

Y si...

No.

Pero sí que podía ser.

La morena se volvió hacia la puerta y antes de salir dijo un breve: "Adiós, señorita Swan".

Y a Emma todo el vello del cuerpo se le puso de punta, quizás fuese por el frío, por estar recién salida de la ducha o quizás porque irremediablemente estaba coladísima por esa alcaldesa de un pequeño pueblo de Maine.

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