21

1.2K 92 54
                                    

Siento haber estado desaparecida pero es que se me ha hecho un pelín bola la vida y he estado poco centrada en esto.

Muchas gracias a todas las que habéis seguido esta historia.

Y mención especial a Scar por haber comentado cada capítulo.

Espero que os guste ❤️

Nos leemos pronto en "Tempestad".

——-

Regina estaba tan tensa que Emma creía que iba a partir el volante de tan fuerte que lo agarraba mientras conducía.

Henry, en el asiento de atrás, miraba por la ventanilla en silencio.

-Todo va a salir bien- dijo intentando infundir ánimos dentro del Mercedes.

-No se me ocurre nada más. Así que si no funciona no sé qué podemos hacer - dijo Regina sin desviar la mirada de la conducción.

Tras unas semanas de investigación creían que la clave para romper la maldición era lo que Emma había pensado en un inicio: el amor verdadero. Pero al haber conjuros de por medio para impedir que todos los habitantes salieran de la maldición a la vez, no valía con un beso de amor verdadero para romper el maleficio entero. Sino que tenían que amplificar el poder del amor verdadero mediante la magia.

Y Emma como Salvadora, y como auténtico producto del amor verdadero, tenía que ser capaz de crear una onda que llegase a los confines de Storybrooke y fuese lo suficientemente fuerte para penetrar en todos los habitantes.

Pero claro esto no sería posible sin Regina, que al ser su auténtico amor y mucho más poderosa que ella, era capaz de hacer crecer la magia de luz de Emma de una manera que nunca habían imaginado.

Ahora la familia Mills-Swan iba directa al cruce de la torre del reloj para poner a prueba su teoría, si funcionaba sería perfecto pero si no, revelarían su magia a personas que no sabían de su existencia.

Porque para asegurarse de poder controlar las consecuencias del despertar de los posibles villanos que había entre ellos, Regina había convocado un acto municipal en dicho lugar. Advirtiendo que era de suma importancia su asistencia, así que a lo mejor no conseguían romper la maldición pero quedarían como unas psicóticas.

Henry había venido especialmente para eso, para ayudarlas en caso de que se pusieran las cosas feas. Aunque Emma hubiese preferido que se quedase en Philadelphia, porque tendría una persona menos de la que preocuparse.

Regina detuvo el coche a una manzana del lugar y se giró para mirar a Emma y a Henry.

-Quiero que sepáis que si esto funciona, a la primera que van a responsabilizar y atacar va a ser a mí. Villanos o ciudadanos de a pie. Por lo que os prohíbo, terminantemente, que os pongáis en peligro por protegerme. ¿De acuerdo?

Ni Emma ni Henry contestaron.

-¿Lo habéis entendido?- Regina los miró con cara de pocos amigos.

-No nos vamos a quedar de brazos cruzados- respondió Henry mientras Emma asentía dándole la razón.

-No quiero que os pongáis en peligro.

-Regina, - Emma le agarró la mano- vamos a estar a tu lado pase lo que pase y da igual cuánto intentes impedirlo. Aparte, te recuerdo que ahora puedo lanzar bolas de fuego casi tan grandes como las tuyas.

-No quiero que hagáis ninguna estupidez. Por favor.

-Proteger nuestra familia no es ninguna estupidez.- Emma afirmó con la mirada fija en los ojos marrones que se suavizaron ante sus palabras.

RegresarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora