Lori y Leni

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Tan pronto como se arrodilló a su lado, Lori tomó la cabeza de su hermanita y la estrechó con fuerza contra su pecho. La niña comenzó a llorar, y todavía no apartaba la mano de su mejilla.

- Lucy... ¡Lucy, hermanita! ¡Perdóname, por favor! -dijo Lori, desesperada, y cada vez más culpable al ver que las lágrimas comenzaban a surcar las mejillas de Lucy-. ¡Perdóname! Sé que no debí hacerlo, pero... ¡Por dios!

Lucy, cobijada por los brazos de su hermana, se dejaba hacer. Estaba experimentando demasiadas emociones a la vez, y no sabía qué pensar. El duro golpe fue muy doloroso, y sentía su mejilla caliente y adolorida. Más que otra cosa, la abrumaba el acto de agresión; la injusticia y la incomprensión de la que había sido objeto. Lori nunca había hecho el intento por comprenderla. Ya la había amenazado varias veces, pero nunca la había agredido de aquella forma. Se sentía tan triste y desilusionada, que casi no escuchaba las palabras de disculpa de su hermana mayor.

- Lucy... Por favor. ¡Tienes que entender! -dijo Lori, intentando contener las lágrimas-. No sabes bien cómo murió nuestro hermano. Quizá algún día te contemos todo, pero le hicieron cosas horribles. ¡Espantosas! Y era gente que se dedicaba a la magia, al esoterismo y todo eso. ¡Esto va a terminar muy mal, Lucy! Por favor, ¡ya no hagas esto! ¡Tienes que prometer que ya no lo vas a hacer!

A pesar del dolor y la sorpresa, Lucy fue incapaz de asentir. Ya tenía una idea de que antes de matarlo, le habían hecho cosas muy malas a su hermano. Y también había escuchado que sus asesinos eran gente relacionada con alguna clase de magia y ritos esotéricos. ¡Pero ella no hacía nada de eso! La magia negra y el satanismo le eran completamente ajenos, no tenía ningún interés en ellos.

- Lori -balbuceó la niña, entre sus lágrimas-. Yo no hago eso... Yo... Solo...

Se interrumpió al ver que su hermana negaba con la cabeza; y ya no dijo más.

- Lucy... Tal vez tengas razón. Tal vez no todo sea malo. Pero, ¿y si estás jugando con fuerzas que no puedes controlar? ¿Y si estás corriendo riesgos tontos e innecesarios? ¿Cómo puedes juzgar, y estar segura de que todo te saldrá bien siempre?

De pronto, Lucy se vio sin argumentos. Comprendió que, por más que se le explicara, Lori no comprendería nada sobre los diferentes tipos de magia, los rituales, los sellos de protección y todo lo que había aprendido durante aquellos años. Eran mundos que no conocía; cosas a las que le temía, y sobre las que no le interesaba saber. Si se había mostrado tan testaruda sobre cosas más cotidianas y sencillas, ¿qué esperanza tenía de convencerla de aquello?

Así que decidió permanecer callada. Absorbió el golpe y el regaño sin contestar, y prefirió dejar que la siguiera consolando.

- Hermanita... ¡Yo no quiero que te pase nada! -prosiguió la mayor- Ya perdí a un hermano de la manera más horrible. ¿Crees que quiero perderte también a ti? ¡Te quiero mucho, Lucy! Aunque a veces no sepa cómo decírtelo... O demostrártelo.

La joven volvió a abrazar a su hermana, con mayor fuerza aun. Le dio un beso en la cabeza, y la tomó suavemente para examinar su mejilla.

- Por dios... -se dijo, cuando vio la marca de sus dedos en la suave y pálida piel de la niña-. ¡Soy una maldita neurótica! ¡Pude haberle lastimado su ojo!

La revisó con cuidado y tocó la piel con mucha suavidad. Quiso darle un beso para mitigar un poco el ardor que debía sentir, pero no se atrevió.

- Tengo un poco de base blanca, Lucy. Deja que te ponga, porque esa marca se te va a ver durante un día, por lo menos. Y ya debes prepararte para ir a la fiesta de tu amigo, ¿no es verdad?

Lucy asintió levemente. Su hermana volvió a disculparse, pero sus palabras sonaron huecas a los oídos de la pequeña gótica. Esa era la historia de la familia Loud: primero lastimaban, dañaban; y solo intentaban arreglar las cosas cuando el daño ya estaba hecho.

Al menos, en lo que a ella se refería.

***

- Lori... ¿no crees que exageraste? Le pegaste a Lucy. ¡Y solo tiene nueve años!

Lori sostuvo la mirada como pudo. Tan pronto como bajó la trampilla se encontró con Leni; su hermana más linda, tierna y despistada. A pesar de su natural cariñoso, la muchacha la miraba con ojos acusadores y una expresión de profunda decepción.

- Lo sé, Leni. ¡Sé que no estuvo bien! Pero lo que ella hace tampoco lo está. ¡Tiene que ser más consciente! ¡Por cosas como esas perdimos a nuestro hermanito, y tú lo sabes bien!

Leni cerró los ojos e hizo un gesto de dolor. Ese día, Incluso a ella la tocaban los recuerdos. A ella, la más optimista y despreocupada de todas las hermanas Loud.

Cuando se preparaban para recibir al niño, todas compartían el mismo entusiasmo y alegría; pero sin duda Leni era quien más lo demostraba. Se la pasaba hablando del hermanito; de lo mucho que iban a jugar, de todas las cosas que iba a hacer con él, y de lo mucho que lo iba a querer. Todos toleraban el parloteo incesante de la niña por que compartían su expectativa y su anticipación. Y cuando sus ilusiones se vieron destrozadas, Leni fue la que más lloró y demostró el paso abrumador de la tristeza que la consumía.

Sin embargo, quizá por eso se recuperó mucho mejor que todos. Nunca dejaba de tener esperanza con cada nuevo embarazo. Estaba segura de que algún día iban a recibir aquel hermanito que tanto habían deseado; y no se abrumó ni siquiera cuando sus padres, tras el nacimiento de Lily, les anunciaron su determinación de no tener más hijos.

A falta del retoño varón que todas anhelaban, Leni y Lily eran las luces que alegraban su existencia. Ni siquiera las malas bromas de Luan les aligeraban la vida como la cándida inocencia de la segunda hermana. Su torpeza solía desquiciar a todos, pero también admitían que la tierna Leni era un amor.

Pero incluso ella se apagaba en aquellos días. Cada aniversario luctuoso, la sonrisa se borraba de su rostro y su mirada se apagaba. Aquel día era tan triste para ella como para todos en la familia.

- Lori, ¿qué culpa tiene Lucy? ¿No hay otra forma de... de decirle las cosas? Pude escuchar hasta acá abajo la cachetada que le diste.

Lori no pudo más. Se cubrió el rostro con las manos, y comenzó a sollozar.

Leni actuó de inmediato. Abrazó a su hermana mayor con mucha fuerza, y permitió que llorara recargada sobre su hombro.

- Por dios, Leni... ¡Soy una maldita! -dijo Lori, entre sollozos-. No soy una buena hermana. ¡Sí, le pegué! ¿Sabes? A veces creo que... necesito ayuda.

- Shh... -susurró Leni, acariciando su cabello-. No te preocupes, Lori. Aquí estoy yo. Yo te ayudaré, hermanita.

En medio de su tristeza, Lori suspiró y sonrió ligeramente. ¡Esa era su hermanita Leni! Tan sencilla, a veces incapaz de comprender; pero siempre tierna y con un corazón de oro. Siempre estaría allí para ellas, sin importar lo terrible o angustiante que fuera la situación.

- ¿Te disculpaste con Lucy? -preguntó Leni.

- Sí. Sí lo hice, pero... le quedó una marca en su mejilla. ¿Podemos ayudarle con eso, Leni?

- Claro que sí -dijo Leni, un poco más animada al ver que podría ser útil-. Voy a subir al ático por ella. La arreglaremos para su fiesta, y lucirá como toda una princesa.

La sonrisa de Lori se ensanchó todavía más.

- No creo que quiera verse como una princesa. Conformémonos con que su vestido negro le siente a la perfección, ¿sí?

Leni sonrió a su vez. Subió a la trampilla del ático, y llamó suavemente con los nudillos.

Lincoln Pingrey (Lucycoln)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora