buy me presents

10 3 0
                                    

"Fuck the jet
Send the sleigh
It's a packed holiday and I got options, babe"

Cerré la puerta con rapidez para dejar, de una vez por todas de tener frío. No sé cuantos grados hacía, pero estaba segura que si estaba afuera dos minutos sin moverme, me congelaría y moriría. Lamentablemente, no tengo esa suerte.

-Aquí tienes- fui hasta la cocina, aún con la campera, gorro y guantes puestos y le dejé en la isla de la cocina la bolsa nueces a mi mamá.

-Gracias, cariño- sonrió con un delantal rojo ya manchado- No podían faltarme para las galletas.

-Mi vida vale menos que los hombres de gengibre, entendido- asentí sarcástica, quitándome la ropa. Parecía que mi casa se estaba prendiendo fuego del calor. Pero, otra vez, no tengo esa suerte.

En los últimos tres días, mi casa no paraba de tener olor a caramelo, canela y frutas. En conjunto con risas, decoraciones y vinilos navideños. Traducción: he de detestado mi casa en los últimos tres días.

Todos los diciembres tengo que venir para Navidad, básicamente no tengo otra opción. He crecido en Nueva York con este frío, pero ya me desacostumbré al estar ya cuatro años casi completos en Los Ángeles por la universidad.

-Ay, hija, ya basta de estar tan enojada con la vida- se quejó mi mamá.

-Cuando el mundo deje de fingir demencia, lo haré- contesté yendo a buscar leche del refrigerador, para vertir un poco en un vaso y ponerla en el microondas.

-¿No quieres chocolate caliente? ¿Eggnog?- preguntó y mi mirada fue suficiente respuesta- Te compré unos regalos que seguro te animarán.

-No quiero regalos, no me importa- solté con los brazos cruzados.

La leche estuvo lista y la saqué del microondas, para llevarla a mi habitación.

-Cindy...- la escuché llamar mi nombre más seria y me di vuelta para mirarla- Entiendo, de verdad lo entiendo- asintió, intentando sonas compasiva, pero sabía que se le acababa la paciencia- Sé que Ryan...

-¡Basta!- grité.

No podía ni escuchar su nombre, lo odiaba con cada fibra de mi ser. Porque él sabía y sé que aún, sabe todo de mí: cuando estoy durmiendo, cuando no y cuando desaparecía, pensaba que simplemente, estaba ocupado.

Y a pesar de todo el frío que hacía afuera, el mero pensamiento de él, me daba calor, por la rabia y porque el muy hijo de puta estaba buenísimo.

-Lo que te voy a pedir, es que te comportes- dijo- Porque esta Navidad, no vamos a estar solos.

-¿De qué estás hablando?

¿Ahora tengo que soportar más personas?

-Se mudaron unos vecino enfrente en agosto y no tienen familia cercana con quien celebrar, así que... los invité- explicó con simpleza, volviendo con sus galletas.

Historias de Sabrina Carpenter 🎶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora