cindy lou who

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"The snow's gonna fall and the tree's gonna glisten
And I'm gonna puke at the thought of you kissin'
The boy who I love who's now in love with you"

-Creí haberte dicho que quemaras esta caja- la tiré al piso de la cocina con violencia y demasiado enojada con mi madre, que se sobresaltó por mi actitud.

Miró, dándose cuenta de que hablaba.

-Sabía que algún día te arrepentirías- respondió.

-¡No!- grité- Hace tres años, te di instrucciones claras de tirarle gasolina a esta caja y lanzarle un fósforo- expliqué con una tristeza furiosa.

Esas fueron mis exactas palabras aquel día, antes de irme de la casa. Y así hice otra vez, dejé la caja en el piso y a mi mamá con la contestación en la boca, y me fui agarrando solamente mi campera.

No sé cuánto tiempo estuve caminando, pero a pesar de que mi enojo me mantenía caliente, ya no más. Empecé a tener frío de repente y muchísimo.

Me di cuenta, que estaba a pocas calles del centro comercial, así que, fui para allá con rapidez y me metí adentro. Un aire cálido me invadió y me saqué la campera al instante.

Como siempre en estas fechas, estaba lleno, decorado, con muchas promociones en ropa, juguetes y celulares por lo que veía. Intentando ignorar a todos, fui directamente al puesto de Starbucks al que voy siempre.

Un café no solucionará nada, pero al menos estaré menos depresiva.

Había solo una persona adelante mío cuando llegué, así que, esperé muy pocos minutos hasta que me atendieron. Siempre había alguien diferente, cambiaban los empleados en cuestión de horas, y ese día, no fue la excepción.

-Caramel machiatto, venti- solté de mal humor.

-¡Hola, felices fiestas!- me saludó con ánimo el chico, sonriendo. Era alto, tenía el pelo anaranjado hasta la barbilla, ojos azules casi grisáceos, grandes cejas, una vincha con cuernos de reno y la actitud de un elfo.

No hay nada más insoportable que algo así el día de hoy.

-Hola, caramel macchiato, venti- repetí.

Agarró un vaso y un Sharpey rojo, del bolsillo de su delantal verde oscuro.

-¿Nombre?

-Cindy- respondí y lo anotó en el vaso, dejándolo en el mostrador. Le di el dinero justo, sabiendo perfectamente cuanto salia- Gracias.

Una vez que me entregaron el pedido, salí de ahí, caminé unos pasos y empecé a escuchar fuertes aplausos detrás de mí. Me di vuelta, muy confundida, internado ver entre la gente, había varias personas reunidas en un semicírculo.

Me acerqué un poco, curiosa, y para cuando la gente se movió un poco, ví todo con demasiada claridad que no podía ser una alucinación.

Ryan estaba arrodillado frente a una chica preciosa, o sea, piensa en la persona más hermosa del mundo, bueno, así, justo así. Tenía un pelo lacio largo oscuro y unos labios rojos. Era perfecta y miraba ensimismada su dedo anular en la mano izquierda.

Ambos sonreían de oreja a oreja. Ryan se incorporó y se abrazaron con fuerza. Lo hace feliz como yo nunca pude ¿Quién es? ¿Dónde la conoció?

Me dieron náuseas con tan solo pensar en como se besarían. Me dió náuseas pensar en como se reía con ella, en como la abrazaba.

Algo que ya estaba roto, consiguió romperlo más ¿Cómo es posible? SE IBA A CASAR. Se iba a casar con una persona que no era yo ¿Acaso le va a cortar en la boda? ¿En su luna de miel? ¿Van a vivir felices para siempre? Dios, ni siquiera sé cual es peor.

Apreté el vaso de cartón sin darme cuenta, y me quemé la mano por el café caliente. Las lágrimas salieron por mis mejillas, no sé porque razón.

-¿Estás bien?- escuché a mi costado, viendo al chico que me atendió, estaba preocupado.

-¡Y a ti que mierda te importa!

Historias de Sabrina Carpenter 🎶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora